Escrito por 5:00 am Destacados, En Portada, Saúl Arellano

Maldad pura

Maldad pura

Entre los meses de enero y octubre de 2020, en México se ha registrado un promedio de 2.6 feminicidios cada día. En total, en ese periodo, la cifra acumulada es de 801 víctimas.

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Los datos oficiales muestran, además, que en el miso periodo, se han iniciado 2,227 carpetas de investigación por el delito de corrupción de menores. Esa cifra implica un promedio diario de al menos 7.4 víctimas reconocidas en carpetas de investigación en las fiscalías estatales de todo el país.

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El terror por la maldad no para ahí: 18,797 carpetas de investigación han sido iniciadas por el delito de abuso sexual. Esto implica un promedio de 62.44 denuncias por al menos el mismo número de víctimas todos los días.

En la contabilidad de los datos oficiales hay 6,204 casos de denuncia por acoso y hostigamiento sexual, es decir, al menos 20.01 víctimas por día; y es importante subrayar, respecto de este y los otros delitos, que el “al menos” es relevante pues en las carpetas de investigación podría haber la consideración de una o más víctimas.

Se tienen 13,867 carpetas de investigación iniciadas, con al menos el mismo número de víctimas, por los delitos de violación simple y violación equiparada; lo que hace un promedio cotidiano de 46 casos diarios.

Un total de 184,462 denuncias que han dado pie al inicio de averiguaciones previas son por el delito de violencia intrafamiliar; es decir, un promedio diario de 612 casos por día, bien, para dimensionar la magnitud de este problema, 25.5 casos por hora, en todo el territorio nacional.

Hay 14,348 denuncias con sus respectivas carpetas de investigación, por el delito de incumplimiento de obligaciones de asistencia familiar. Esto hace un promedio de 44.76 por día.

Los datos continúan: 3,335 averiguaciones previas se han iniciado en el periodo señalado, por el delito de violencia de género en modalidades distintas a las consideradas en los delitos de violencia intrafamiliar. En este caso, el promedio es de 11.07 casos por día, en los primeros diez meses de este año.

Por su parte, en el rubro de corrupción de menores, el dato de enero a octubre es de 2,079 carpetas iniciadas, o su equivalente, de 6.9 casos iniciados por día.

Si lo anterior no fuese ya demasiado, los datos oficiales dan cuenta además de 10,668 carpetas de investigación iniciadas por “otros delitos contra la familia”, lo que hace un promedio diario de 35.44 carpetas de investigación.

No sobra señalar que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE, 2019), levantada anualmente por el INEGI, el 89.2% de los delitos declarados por la ciudadanía no son denunciados ante ninguna autoridad.

Puede decirse mucho respecto de los datos que se mencionan arriba; pero en estos casos los adjetivos no alcanzan; casi ninguno de los que disponemos en nuestra lengua permite describir el nivel de oscuridad, perversidad y carácter siniestro implícitos en los reiterados abusos, actos de violencia, maltrato y también tratos crueles perpetrados de forma abrumadoramente mayoritaria en contra de mujeres, niños y niñas.

El horror que generan en sus víctimas, quienes deben precisamente protegerlas y velar el pleno cumplimiento de sus derechos; y quienes hacen uso de todos los recursos del abuso a su alcance, debe ser inenarrable; y debe ser desterrado para siempre de este mundo. Ninguna obra literaria, fílmica, teórica, permitirá jamás pronunciar en todas sus dimensiones el alcance que ese tipo de dolor y sufrimiento tienen.

¿Cómo caracterizar al violador, al maltratador sistemático, a quien abandona a sus hijas e hijos a su suerte; cómo hablar del sádico que golpea hasta la muerte a su pareja? No hay lugar suficiente en el lenguaje para estas formas de ser; y quizá es así, para que, al ser una región innombrable, sea siempre objeto de la condena y el rechazo. Lo es un hecho indudable es que, esas cifras, son un reflejo de la maldad pura. De esa que es inhumana, monstruosa, intolerable.

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Investigador del PUED-UNAM

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