La agresiva política que el gobierno norteamericano ha implementado como nueva situación de normalidad en la relación bilateral con nuestro país, ha generado como consecuencia un nuevo escenario político nacional en el que las agendas se transformaron y en el cual, por primera vez en los meses de lo que va de la administración, ha impuesto una agenda que el Ejecutivo Federal no controla ni lidera.
Este nuevo escenario político ha provocado que el gobierno federal modifique, en los hechos, las prioridades y criterios para la aplicación y destino de los escasos recursos de que dispone, y que requerirá de un rediseño acelerado, pero con criterios de inclusión y equidad social.
En primer lugar, se tendrá que modificar la estrategia de seguridad pública. La decisión de enviar seis mil elementos de la Guardia Nacional, a la frontera sur de México, puede ralentizar la estrategia de seguridad pública que se había planteado originalmente, más aún considerando que la corporación se encuentra apenas en su etapa de formación, equipamiento y capacitación.
Por otro lado, la nueva agenda que se nos ha impuesto debería llevarnos a la discusión interna en torno a lo que hemos dejado de hacer. Por ejemplo, se ha dicho que se pondrá especial atención a la protección de los derechos de la niñez migrante no acompañada que viene de Centroamérica.
Esto es relevante, pero en la misma magnitud y preponderancia se encuentra la responsabilidad del Estado mexicano de atender a la niñez mexicana que también emigra sin acompañamiento, pues aún no disponemos de los protocolos y mecanismos para garantizar su repatriación segura, ni tampoco para evitar violaciones a sus derechos humanos en el tránsito que recorren hacia los Estados Unidos de América.
En la misma lógica se ubica el tema del rezago social, la marginación y la pobreza que prevalece en la región fronteriza del sur del país, así como la pobreza, marginación y segregación urbanas, en las zonas de la frontera norte, cuya complejidad se hará mucho mayor en los siguientes meses y años debido a la presencia masiva de personas migrantes a quienes habrá de proporcionar servicios elementales, así como medios de subsistencia mientras se resuelve su estatus migratorio en los Estados Unidos.
Tanto en la Secretaría del Bienestar, como en las de Educación y Salud, debería estar en marcha, desde ya, la construcción de una estrategia de contención, pero también de ampliación de la cobertura, calidad de servicios; y por otro lado, en lo estructural, que permita articular una política social que hoy se revela a todas luces insuficiente y que es claro que no puede continuar teniendo como eje de articulación la mera transferencia de ingresos.
Es importante destacar que el sector salud debe estar alerta ante la posibilidad del brote de nuevas epidemias, pues, históricamente, movimientos masivos de población en corto tiempo han estado asociados a la propagación de enfermedades, sobre todo cuando las poblaciones desplazadas no han tenido la garantía del derecho a la salud ni la cobertura de programas de vacunación.
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En este tema debe mejorarse, con celeridad, el primer nivel de atención y los espacios de atención de urgencias y emergencias, los cuales hoy se encuentran prácticamente desmantelados.
Por otro lado, estamos ante el reto histórico de crear empleos suficientes y dignos; y en esa medida, ante la oferta presidencial de dar trabajo a las personas migrantes, esto deberá hacerse desde una estrategia integral que permita reducir los niveles de informalidad y precariedad que caracterizan al mundo del trabajo de nuestros días.
Vivimos en un país donde el racismo y la xenofobia son dos prácticas reprobables que persisten en todo el territorio nacional; y por ello instancias como el Conapred hoy más que nunca se convierten en centrales para promover una estrategia nacional con la capacidad de combatir y erradicar la discriminación y todas las formas de intolerancia.
El nuevo escenario político es no solo complejo, sino nebuloso; y se va a requerir de todas y todos para sortearlo de manera venturosa. En esto nos estamos jugando, en sentido estricto, nuestro lugar en la historia.
Mario Luis Fuentes es investigador del PUED-UNAM. Síguelo en: @MarioLFuentes1
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