Es importante pensar en la idea de Heidegger, quien sostenía, que ante las hambrunas, lo más grave no es sólo que no tengan nada qué comer, sino que quienes sobreviven a ellas, lo hagan sólo para continuar comiendo.


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La Ley General de Desarrollo Social establece cuáles son las variables mediante las cuales debe llevarse a cabo la medición de la pobreza; a partir de ese mandato, se creó la medición multidimensional de la pobreza, considerando el nivel de ingreso de las personas, pero también un conjunto de indicadores relativos a la vulnerabilidad por carencia social: rezago educativo, carencia por acceso a servicios en la vivienda, calidad de los espacios de la vivienda, acceso a la salud, acceso a la seguridad social, vulnerabilidad por carencia de acceso a la alimentación, así como la vulnerabilidad por carencia de ingresos.

A partir de este marco metodológico, el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social estima el valor de las líneas de la pobreza.

En el caso de la pobreza extrema, el valor es de $1,103.3 pesos mensuales (36.7 pesos diarios), por persona en los ámbitos rurales, y de $1,554.12 pesos mensuales (51.8 pesos al día), en los ámbitos urbanos; esto significa que cualquier persona que tenga ingresos por debajo de los señalados y, además, presentar tres o más carencias, es considerada como pobre extrema.

Por su parte, una persona es pobre cuando tiene al menos una carencia social e ingresos insuficientes para cubrir el valor de la canasta alimentaria y no alimentaria. Para los ámbitos urbanos es de $3,095 pesos mensuales por persona (103.3 pesos al día), y de $2,002.96 pesos mensuales por persona en los ámbitos rurales (66.7 pesos diarios).

Detrás de toda definición de lo que es la pobreza, ya sea un concepto filosófico, sociológico o instrumental, como los es la definición del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, hay una concepción antropológica, es decir, se tiene un a priori respecto de lo que es una persona y cuál es su lugar en la sociedad y en el mundo.

Desde esta perspectiva, es importante pensar en la idea del filósofo alemán Martin Heidegger, quien sostenía, que ante las hambrunas, lo más grave no es sólo que no tengan nada qué comer, sino que quienes sobreviven a ellas, lo hagan sólo para continuar comiendo.

Los umbrales de la pobreza que utiliza Coneval están determinados por lo que se establece en la Ley y, por ello, el Congreso de la Unión está obligado a revisar esa parte de la legislación porque es momento de alinear el mandato legal, respecto del contenido del artículo 1º de la Constitución Méxicana en materia de derechos humanos, es decir, una interpretación amplia de ese artículo, obliga a redefinir las llamadas líneas de la pobreza, pues lo que está en juego es la posibilidad, o no, de garantizar condiciones mínimas para la protección de la dignidad humana.

Este tema es relevante, porque el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a la par del Consejo Coordinador Empresarial, han planteado erradicar la pobreza extrema en los próximos seis años. Se trata de un esfuerzo loable, pero que debe ser acompañado de una reflexión profunda en torno a los umbrales establecidos hasta ahora.

Porque al erradicar la pobreza extrema, implicaría que si una persona logra 50 pesos al día, aún teniendo tres carencias o más, saldría del umbral de ingreso mencionado, pero sus condiciones de vida seguirían siendo fundamentalmente las mismas.

El reto es pues, abandonar un concepto tan pobre en torno a lo que es la pobreza; eso sin considerar que la medición de las carencias sociales están asociadas a indicadores de afiliación, y no de acceso efectivo ni calidad de los servicios.

Determinar quiénes son pobres y por qué, implica una definición del poder; es decir, más allá de la metodología de cálculo, lo relevante es definir qué es lo que se considera como pobreza; y esta distinción es fundamental, porque nos debe permitir separar una cuestión de cálculo estadístico de un asunto mayor: qué entendemos por la dignidad humana, y cuáles son los umbrales objetivos y materiales mínimos que permiten garantizarla.

Se trata de una cuestión fundamental, pues su determinación parte de dos líneas distintas: una, la actual, relativa a la posibilidad de supervivencia de una persona; y la otra, la necesaria, relativa a la posibilidad material de plantearse y realizar proyectos de vida.

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