El 24 de agosto de 2010 fue un día marcado por la tragedia en México. En San Fernando, Tamaulipas, se encontraron los cuerpos de 72 migrantes centroamericanos, 58 hombres y 14 mujeres, quienes fueron ejecutados por miembros del crimen organizado. De ellos, nueve aún no son identificados.
Por Laura Ilarraza | @IlarrazaLaura
Un crimen sin justicia
“El caso es simbólico por la falta de justicia para los delitos contra los migrantes: una década después, nadie ha sido condenado”, denuncia la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés).
Además, de acuerdo con la CNDH, únicamente se han identificado y repatriado 63 cuerpos. Los otros nueve son muertos sin nombre ni justicia, asesinados en un acto frío, calculado, sanguinario, que retrata la inefable violencia que se vive en el país desde hace más de una década.
“El gobierno mexicano debe tomar medidas para identificar los nueve restos no identificados del caso y brindar certeza a otras familias que trágicamente continúan teniendo dudas sobre la identidad de los restos que recibieron”, subraya WOLA.
La Comisión informó que desde el mes de febrero de este año inició operaciones un nuevo equipo de la Fiscalía General de la República para investigar el caso. Este equipo lo integran la autoridad ministerial adscrita a la Unidad de Investigación de Delitos para Personas Migrantes, la Policía Federal Ministerial y analistas del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI) y consultores privados internacionales nombrados por las víctimas indirectas.
Caminos de muerte
“Los migrantes fueron secuestrados y asesinados, supuestamente por negarse a trabajar para el grupo criminal”, recuerda WOLA. Ese año, nos dice, la CNDH estimó que en México fueron secuestrados alrededor de 20,000 migrantes.
Y las cosas no han cambiado. Los migrantes caminan con terror por México: tienen miedo de llegar y no saber si lograrán cruzar el país y llegar a la frontera con Estados Unidos con vida.
Ese horror está justificado: México es un país sumamente violento con los migrantes. En efecto, de acuerdo con WOLA, “uno de cada tres migrantes sufre algún tipo de violencia cuando transita por México. Las autoridades mexicanas han identificado cientos de restos de migrantes extraídos de fosas comunes”.
El año pasado, Mario Luis Fuentes recorrió el México Social de las fronteras y retrato de cerca la realidad migrante de nuestro país. En estas ligas se pueden volver a ver algunos de los programas:
Frontera norte: Albergue Betel, en Piedras Negras
Frontera sur: Albergue “La 72”, en Tenosique, Tabasco
Caídos en el “viaje de la esperanza”
La situación es desgarradora: “en 2011 en San Fernando se descubrieron 48 fosas con 196 personas, y en el 2012 en Cadereyta, Nuevo León, se descubrieron 49 torsos al lado de la carretera”, señala WOLA.
Como se ha denunciado innumerables veces en México Social: caminamos entre cadáveres de personas que solo buscaban una vida mejor. El papa Francisco los recordó así este fin de semana en la plaza de San Pedro, el Ciudad del Vaticano: como 72 caídos del “viaje de la esperanza”. Setenta y dos muertes sin justicia.
Lee a Mario Luis Fuentes en: “Andando sobre cadáveres”
Frente a ello, es generalizado la exigencia de justicia entre organizaciones civiles, defensores de derechos humanos y organismos internacionales.
“Mientras no se priorice la justicia y la protección de los migrantes, México no habrá aprendido las lecciones de la masacre de San Fernando”, sentencia WOLA.
No debe quedar impune esta masacre ni tampoco la complicidad existente entre las autoridades y quienes la llevaron a cabo. Los migrantes que han sido víctimas de algún delito en México deben recibir justicia: solo así pararán los desgarradores niveles de violencia contra esta población tan vulnerable.
Los migrantes centroamericanos huyen de los altos índices de violencia y la extrema pobreza que viven en sus países. Arriesgan su vida y la de sus familias en la búsqueda de mejores condiciones de vida en Estados Unidos, pero México se les ha atravesado, convirtiéndose en una verdadera pesadilla.
“La corrupción sigue siendo un problema extenso que le impide a México abordar los desafíos de la migración y la violencia (…) Las familias de las víctimas de la masacre de San Fernando han esperado demasiado tiempo para la verdad y la justicia”, advierte WOLA.