Además de las mascarillas N95 para la prevención de la COVID19 y otras enfermedades infecciosas, en México y en el mundo hay una importante escasez de guantes de nitrilo, un producto que le da las mejores condiciones de seguridad al personal médico y auxiliar de la salud en diferentes procedimientos. En medio de la pandemia, las mascarillas y guantes se han convertido en una especie de “santo grial” de los insumos médicos, como resultado de pésimas prácticas comerciales que buscan lucrar con la urgencia que ha desatado la pandemia del nuevo coronavirus.
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A la casa de “lotes”
A fin de documentar lo que está ocurriendo, pedí a varios distribuidores que me permitiesen dar seguimiento a sus procesos de compra venta de productos. Lo que se encuentra en este “submundo” es propio de una película de espionaje y delincuencia casi organizada.
Lo primero que se identifica es que ante la escasez, la mayoría de quienes están involucrados en este tema han caído en un perverso juego de mentiras y simulaciones. La más común es la dichosa “cacería de lotes”. Así es como funciona.
La mayoría de los procesos de especulación parten de una demanda que excede a la oferta de productos o servicios. Así, en el caso de mascarillas y guantes, cuando surge un comprador importante, los “coyotes” ponen a su disposición de inmediato bodegas y lotes inexistentes. El objetivo es “captar al cliente”, y a partir de ahí, comenzar una frenética búsqueda de “lotes disponibles de productos”.
De esta forma, si surge un pretendido comprador que busca, por ejemplo, 5 millones de cajas de guantes de nitrilo, aparece de inmediato uno o varios “coyotes” que afirman conocer a un distribuidor que cuenta con bodegas repletas del producto. Es evidente que, en medio de la pandemia, nadie dispone de tales bodegas; más aún ante un mercado en el que se ha documentado, no sólo la insuficiencia de guantes, sino de los insumos para su producción a escala planetaria.
A partir de la pretendida “confirmación” de bodegas repletas de guantes y mascarillas, los “coyotes” inician el contacto con quienes saben que son distribuidores y pueden tener disponibilidad de la mercancía, en el afán de sumar cantidades de mediano calibre, apostando a llegar a la suma del producto solicitado.
Evidentemente esto nunca o casi nunca llega a buen término.
Lee el artículo: Cubrebocas y guantes: especulación, coyotaje y otras pésimas prácticas (Primera parte)
Prácticas de alto riesgo
Dado que el juego de la compra-venta de guantes y mascarillas se ha convertido en algo así como la búsqueda de la piedra filosofal, respecto de la cual muchos afirman haberla visto pero nadie realmente la ha tenido, se ha generado un sistema, ya no de malas prácticas, sino de prácticas comerciales de alto riesgo.
A partir, como ya se dijo del inicio de “la caza de lotes”, comienza un proceso sumamente turbio de intercambio y tráfico de información altamente sensible de personas y empresas.
La primera de ellas es la dichosa “prueba de vida del producto”. En tanto que muchas personas se han visto defraudadas, o simplemente engañadas, con el tema de la disponibilidad de los productos, se generó una práctica literalmente bananera denominada “prueba de vida”, la cual consiste fundamentalmente en la obtención de un video en el que, diciendo la fecha, hora y lugar, se muestran cajas y cajas en las que se supone están las mascarillas y guantes.
En el seguimiento hecho del 24 de julio al 10 de agosto, pude ver al menos 20 de estos videos, respecto de los cuales en ningún caso se pudo verificar la existencia de las cantidades que se aseguraba se tenían; y en uno de ellos, de hecho, se trataba de un video que mostraba cajas de productos distintos a los solicitados.
La dichosa “prueba de vida”
En contraparte, los “coyotes”, en respuesta a esta “prueba de vida”, han lanzado una nueva modalidad que llaman “prueba de fondos”, en la que piden que alguien, lo suficientemente ingenuo o propenso a situaciones de alto riesgo, grabe cómo abre la cuenta bancaria de su empresa y acredite que tiene los fondos suficientes para comprar la cantidad de mascarillas o guantes que solicita, y en “contra prestación”, recibiría el ya mencionado “video de prueba de vida”.
Si alguien quiere comprar 1 millón de piezas de cubrebocas N95, cuyo costo más bajo encontrado es de 100 pesos más IVA, tendría que mostrar un video mostrando una pantalla de su cuenta bancaria electrónica, donde acredite que dispone de 116 millones de pesos. ¿En un país como México, donde la extorsión, el secuestro y otros delitos están a la orden del día? Obviamente, ni pensarlo.
De esta forma se ha impuesto, en pretendidas transacciones multimillonarias, la práctica bananera de mercado, en la que el cliente solicita “calar” la sandía para decidir si se la lleva o no.
Tal vez, en un futuro no lejano, quienes han desarrollado estos esquemas puedan darse cuenta de la poca seriedad, peligrosidad y hasta carácter ridículo del mecanismo.
Un círculo vicioso en torno a las mascarillas y guantes
Después de dar seguimiento al menos a 15 procesos de intento de compra, pude verificar el colmo del asunto: un comprador ubicado en la Ciudad de México, que buscaba guantes de nitrilo, recibió un video de “prueba de vida”, pero de un producto con un muy alto costo. Continuó buscando “lotes”, y después de 5 horas, recibió el mismo video, con una propuesta económica 45% por debajo del valor originalmente ofrecido, pero de un proveedor que supuestamente estaba ubicado en Tijuana.
Como el comprador a su vez es proveedor, me permitió ver la “prueba de fondos” de una empresa que buscaba afanosamente 5 millones de mascarillas 3M. En ella se mostraba cómo una persona ingresa a su cuenta de inversiones, sin identificar nombre de empresa o titular de la cuenta, pero con disponibilidad de 7 mil millones de pesos; y dos días después, la misma prueba de fondos, pero para supuestamente respaldar la compra de 2 millones de cajas de guantes de nitrilo.
En este círculo vicioso, lo absurdo se encuentra en que ahora, los proveedores que ofrecen la firma de contratos, respaldados por fianzas y certificación notarial, son vistos con suspicacia pues se les considera “poco serios” y con “ofertas riesgosas”
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