La nueva información sobre pobreza laboral, que difundió recientemente el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) https://bit.ly/3PHnAyo , muestra que con todo y los signos de desaceleración hay señales positivas en algunos aspectos económicos. Está por verse si se trata de algo transitorio, cuya continuidad dependerá de que no desfallezca más la recuperación, como ha venido ocurriendo desde mediados del año pasado.
Escrito por: Enrique Provencio D.
Todavía no regresamos a los niveles previos a la pandemia, cuando la proporción de la población con ingresos laborales inferiores al costo de la canasta alimentaria fue de 36.6 por ciento del total, pero el indicador viene mejorando. En el segundo trimestre del año en curso, en promedio 38.8 de cada cien personas no alcanzaba a ganar lo suficiente para comprar dicha canasta. En el medio rural, entre los más jóvenes y en lo municipios indígenas, la pobreza laboral es significativamente más alta.
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En este, como en tantos otros temas, las conclusiones se matizan según se hable de la tendencia reciente, de los lamentables niveles existentes, o de la perspectiva de más largo plazo. Es correcto decir que el comportamiento cercano va en buena dirección, sobre todo si se toma en cuenta el drástico empobrecimiento de mediados de 2020, y es cierto, también, que el índice de pobreza laboral actual es más alto que antes de la crisis de 2008 – 2009 (ver gráfica 1).
Gráfica 1. Porcentaje de la población en pobreza laboral, 2005-2022.
En un marco de bajo crecimiento y de elevada inflación, es notable que la pobreza laboral siga descendiendo, y CONEVAL explica que se debe “principalmente a un mayor número de personas ocupadas que abona al aumento del ingreso disponible en los hogares”. Para que se mantenga tal descenso, en consecuencia, y sobre todo para abatir el nivel que tiene la pobreza laboral, se requerirá, idealmente, que mejoren tanto el empleo como los ingresos ya descontada la inflación, aunque puede ocurrir que la mayor ocupación se siga dando en segmentos de muy bajos ingresos, como está ocurriendo ahora.
El comportamiento económico actual se caracteriza no solo por el bajo y titubeante crecimiento, sino también por su precariedad en el empleo. La recuperación del empleo, especialmente en el sector formal, ocurrió en 2021, pero en transcurso de 2022 se generan cada vez menos ocupaciones. En el IMSS, por ejemplo en julio de 2022 los puestos de trabajo afiliados aumentaron en 3.5 por ciento a tasa anual, en 2.2 por ciento respecto al semestre previo, y en 0.1 por ciento frente al mes anterior, mostrando una desaceleración muy marcada https://bit.ly/3R0I5XY
Fuera de los sectores asegurados, la vieja normalidad ha regresado por sus fueros, y es en la informalidad donde más está creciendo la ocupación, con sus rasgos típicos de desprotección laboral, más bajos ingresos, falta de acceso a los servicios de salud, entre otros. Los informales están percibiendo menos de la mitad de ingreso que los formales.
En lo que sí está ocurriendo un cambio es en el comportamiento de los salarios, pues a pesar de la elevada inflación, su poder adquisitivo promedio ha crecido en el último año. En el mínimo, como se sabe, continúa una indiscutible mejora que inició en 2017 y que se aceleró y se sostuvo a partir de 2019. Sigue siendo insuficiente en términos constitucionales, pero está en franco ascenso, y ahora se encuentra a niveles comparables con los de 1988.
Gráfica 2. Crecimiento anual de salarios e ingresos nominales y reales a julio de 2022
También ha crecido el ingreso promedio real de los trabajadores asegurados en el IMSS, donde están registrados la mayor parte de los empleos formales, y lo mismo ha ocurrido con el ingreso laboral per cápita, indicador más general y representativo de las percepciones monetarias de la población. En los empleos con contratos colectivos el salario real ya empieza a rezagarse de nuevo (ver gráfica 2).
Hoy cabe preguntarse hasta cuándo será posible sostener ingresos salariales al alza, en un contexto en el que urge controlar la inflación, pero al menos hasta ahora se advierte que el esfuerzo de control del crecimiento de los precios no se ha descargado en los salarios, como ocurrió en otras olas inflacionarias. En los salarios mínimos se ha ratificado el compromiso de seguirlos mejorando, pero no está claro que los ingresos medios puedan seguir creciendo como hasta ahora.
Está por verse, en consecuencia, si se podrá mantener la mejora en los indicadores de pobreza laboral, en un contexto de precarización del empleo y sorbe todo del aumento de la informalidad que se está viendo en el país.
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