La relación bilateral entre México y Estados Unidos, con toda su complejidad y evolución constante, resulta fundamental para el desarrollo y la competitividad de nuestro país. Estados Unidos es el principal socio comercial de nuestro país y México es el segundo socio comercial más importante para ellos, solo después de Canadá: según cifras del Departamento de Estado de EUA, en 2020 México y Estados Unidos intercambiaron bienes y servicios por un valor de 577.3 mil millones de dólares, cifra que en 2021 llegó a los 661.16 mil millones de pesos.
Escrito por: Alexandro Méndez González
La cercanía empieza en la frontera: en los municipios y condados de ambos lados de la región fronteriza viven alrededor de 12 millones de personas; además se calcula que, ya sea por negocios o por placer, todos los días un millón de personas cruzan legalmente la frontera. A esta cifra a se suman las miles de historias de migrantes mexicanos y centroamericanos que aún sueñan con cumplir el “sueño americano”: según la Patrulla Fronteriza, cada día son detenidos alrededor de 7 mil migrantes que intentan cruzar para comenzar una nueva vida.
Actualmente, Estados Unidos tiene población latina que asciende a casi 57 millones de personas, de las cuales, más del 60% son de origen mexicano, por lo que aproximadamente 36 millones de mexicanos viven en el país vecino. Nuestros paisanos migrantes han sido desde hace décadas un gran pilar para la población más vulnerable de México y más aún tras la crisis de la pandemia. En los últimos dos años las remesas provenientes de mexicanos que radican en EUA han alcanzado cifras récord, acumulando 25 meses al hilo en aumento, y tan solo en el último año llegaron al país más de 50 mil millones de dólares en remesas.
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Sin embargo, más allá de todos estos fuertes lazos, en las últimas semanas las decisiones y señalamientos por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador han generado una tensión innecesaria que, si a alguno de los dos países podría perjudicar, es a México.
Entre los temas prioritarios de la agenda bilateral se encuentran el T-MEC, la migración, la relación comercial, la recuperación económica, la creación de empleos y las medidas para seguir haciendo frente al COVID-19. No obstante, la larga lista de agendas y objetivos en común no resultó suficiente para cambiar la negativa de López Obrador a asistir a la Cumbre de las Américas, luego de que no se invitara a los gobernantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Tras enviar en su lugar al canciller Marcelo Ebrard, se programó una visita posterior del mandatario mexicano a su homólogo en la Casa Blanca, en una reunión que se llevó a cabo el pasado 12 de julio, donde las propuestas del presidente López Obrador fueron escuchadas y mayoritariamente descartadas. Desde su partida, en México se percibía tensión sobre lo que pudiera suceder en el encuentro, pues poco tiempo antes del viaje, el presidente mexicano había declarado que, en caso procesar y condenar al periodista y activista Julian Assange, Estados Unidos debería desmontar la Estatua de la Libertad, un planteamiento que podría calificarse como desproporcionado y que afortunadamente no fue mencionado en el encuentro.
Sin embargo, las nuevas propuestas que López Obrador sí expresó, como la de incrementar las visas de trabajo temporales para los migrantes, no llegaron a un fin concreto o un acuerdo. Después de desayunar en la casa de la vicepresidenta Harris, se habló de mayor cooperación, de lazos de amistad y culturales, y se dio seguimiento a temas que son relevantes para la administración de Biden, como la modernización de la infraestructura fronteriza entre ambos países, potenciar el libre flujo de productos agrícolas sin barreras, el combate conjunto de la inflación al facilitar del comercio bilateral y reducir los costos comerciales.
También se acordó colaborar para que exista mayor inclusión de la fuerza de trabajo, a fin de que esta tenga una mejor educación y sea más competitiva, además de crear corredores comerciales más seguros y eficientes, y fomentar un entorno que promueva la inversión para generar más y mejores empleos en ambos países.
Pero otras propuestas que el presidente mexicano había hecho llegar desde hace tiempo al gobierno estadounidense, como su idea de implementar sus programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro en una versión centroamericana y de la mano de Estados Unidos, parecen haber quedado en el olvido para Joe Biden y Kamala Harris.
De regreso, el discurso del presidente no cambió. En los últimos días, tanto Estados Unidos como Canadá iniciaron un proceso de consultas para resolver desacuerdos en torno a las políticas energéticas del gobierno de López Obrador, a lo que el mandatario reaccionó sin hacer uso de la diplomacia y las vías institucionales para dar réplica a estos requerimientos. En su lugar, dedicó al gobierno estadounidense la canción “Uy, qué miedo”, de Chico Che, declaró que él “no es un títere” y aseguró que México no es colonia de ningún país extranjero.
Tal parece que hasta el momento la suerte ha jugado a favor del presidente López Obrador, gracias a la poca atención y la escasa respuesta de Estados Unidos a todas sus declaraciones. Sin embargo, es un hecho que estas no han llegado a “oídos sordos”, pues, en su mensaje tras la reunión con Lopez Obrador, el presidente Biden dejó entrever que está al tanto de ellas: “A pesar de los titulares que vemos en la prensa, considero que nuestra relación es muy sólida”, dijo.
El liderazgo político y la diplomacia no tienen por qué estar peleados. Es urgente que la Cuarta Transformación dé a la relación bilateral la importancia y la seriedad que requiere, pues, de lo contrario, se podría generar a largo plazo una respuesta que afectaría el desarrollo económico del país. En el contexto de lenta recuperación económica y crisis inflacionaria, cualquier posible sanción económica podría significar un golpe mortal para nuestra economía.
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Alexandro Méndez es doctor en Administración Pública por la Universidad Anáhuac del Norte y profesor de asignatura en la maestría en Administración Pública de la Universidad Tecnológica de México.