por Mario Luis Fuentes / Saúl Arellano
Escalofriante; no hay un adjetivo que permita calificar de mejor manera al nivel que ha alcanzado la violencia homicida en México. Entre los años 2012 y 2017 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) tiene registro de 145,535 homicidios dolosos en nuestro país; cifra que implica un promedio anual de 24,255 casos, o bien, 66 casos al día
Es interesante observar que la sangría que nos tiene atrapados en una espiral de fuego y sangre en los últimos años, comenzó en el año 2008, en el que se registraron 14,006 casos, cifra que representó un incremento de prácticamente 60% respecto de la cifra que se había registrado en el año 2007, la cual fue de 8,867 homicidios dolosos.
Sin embargo, es importante mencionar también que entre los años 2015 y 2017 el promedio anual de homicidios dolosos fue de 27,867 casos, es decir, 13% superior al promedio registrado en los últimos seis años, y que en el 2017 se llegó a la cifra récord de 31,174 casos.
En el 2018, entre los meses de enero y septiembre, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) ha contabilizado 24,769 homicidios dolosos, es decir, un promedio de 2,752 casos mensuales, esto es, una cifra de 92 homicidios diarios o prácticamente cuatro asesinatos por hora.
De mantenerse la tendencia, en los últimos tres meses del año podrían cometerse 8,256 nuevos homicidios dolosos, lo que llevaría a una cifra de 33,025 homicidios, una cifra que representaría la peor en los últimos 30 años, pues implicaría una tasa de aproximadamente 27 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes.
Para dimensionar lo anterior es importante decir que, de acuerdo con las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la tasa de mortalidad por homicidio intencional más alta del mundo se encuentra en la región de América Central, con un indicador de 41 homicidios por cada 100 mil habitantes, seguida de la región de África del Sur, con un indicador de 30.5 homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes.
Como se observa, la tasa de mortalidad por esta causa en México sería ya comparable con África del Sur, pues debe recordarse que hay un diferencial relevante entre los datos del SESNSP y los del INEGI. En efecto, mientras que en 2017 el primero tiene un indicador de 28,733 homicidios dolosos, el INEGI consigna una cifra de 31,174 casos, es decir, una diferencia de prácticamente 8% entre uno y otro dato; si esa diferencia es constante, y se llega efectivamente a los 33 mil homicidios en las cifras del SESNSP, entonces el INEGI podría informarnos de 35,640 homicidios para el 2018.
Hay además otros fenómenos a destacar, quizá los más notables es la exorbitante cantidad de homicidios que se están cometiendo en los estados de Guanajuato y de Baja California, entidades que en conjunto, concentran más del 20% del total de homicidios dolosos cometidos en el país, y específicamente, aquellos cometidos por arma de fuego.
Estos datos ratifican la urgencia de cambiar de estrategia en el país; y sobre todo, de construir un nuevo andamiaje de coordinación y cooperación entre Federación, Estados y Municipios, a fin de lograr la auténtica pacificación del país. De otro modo, México continuará su acelerado paso para convertirse en el mayor camposanto de América Latina.
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