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México: un fracaso en el combate al rezago educativo

Uno de los mayores ámbitos de rezago y brechas sociales en México, es el relativo al rezago educativo, define como el atraso que tiene una población respecto del nivel educativo que se asume como básico dentro de límites de edad establecidos. Así, en México una persona estará en rezago educativo cuando, siendo mayor de 15 años, no ha concluido la educación básica.

Escrito por: Saúl Arellano

Lo primero que debe considerarse al respecto, es que el límite etario para determinar el nivel del rezago del país debería ser de 17 años, pues la educación obligatoria, de acuerdo con el texto constitucional, debe incluir hasta el bachillerato, cuya conclusión se establece en la edad señalada.

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Aún con el umbral de los 15 años, los datos de que disponemos muestran que en los tres años que van del 2019 al 2021, el avance es prácticamente nulo en el abatimiento de esta condición, lo cual constituye un fracaso rotundo tanto en el CONAFE como en el INEA, instituciones que han pasado de ser irrelevantes durante el peñato, a ser prácticamente una nulidad en la presente administración.

Las estimaciones sobre el rezago educativo que da a conocer anualmente el INEA, actualizados respecto de los resultados del Censo del 2020 muestran un estancamiento inaceptable. En efecto, en el indicador relativo al porcentaje de personas analfabetas, es decir, aquellas que teniendo más de 15 años no saben leer ni escribir un recado, se muestra que en el 2019 había un 4.8% del total en el segmento etario señalado, esto es, 4.45 millones de personas. 

Para el año 2020, el porcentaje fue de 4.6% de los mayores de 15 años analfabetas, es decir, 4.4 millones de personas en la condición señalada; mientras que para el año 2021, el dato se ubicó en 4.5%, es decir, 4.31 millones de personas en condición de analfabetismo.

Como se observa, en el porcentaje hay una reducción de tres décimas de punto porcentual, pues pasamos de 4.8% al 4.5% del 2019 al 2021; mientras que, en números absolutos, el cambio fue de únicamente 140 mil personas; es decir, al ritmo que se va, si es que empeoran las condiciones y los presupuestos del sistema educativo nacional, al terminar el sexenio se tendría una suma de apenas alrededor de 300 mil personas analfabetas menos, respecto del inicio de la administración. A ese ritmo, en una proyección lineal, México tardaría 99 años en llegar a cero personas mayores de 15 años analfabetas.

Por otro lado, había en 2019, un 8.6% de personas mayores de 15 años (adicionales a las analfabetas) que no habían concluido estudios de educación en el nivel de primaria; esto es equivalente a una suma de 8.093 millones en esa circunstancia. Para el 2020 el porcentaje fue de 8.5%, el cual representa a 8.063 millones de 15 años; mientras que para el 2021 el porcentaje se ubicó en 8.3%, lo que equivale a una cifra absoluta de 8.030 millones. La cuestión en este indicador es aún más grave porque al ritmo de reducción que vamos, de 21 mil personas al año, México tardaría alrededor de 382 años en abatir el indicador señalado.

Finalmente, el registro de 2019, de personas mayores de 15 años sin secundaria concluida fue de 16.5% del total, lo que equivale a 15.44 millones; en el 2020 el dato fue de 16.4%, que equivale a 15.59 millones de personas; mientras que, en el 2021, se ubicó en un 16.3%, que representa a 15.69 millones de mayores de 15 años sin secundaria concluida. Como se observa, en este indicador el nivel de rezago es prácticamente el mismo para los tres años considerados, mientras que en términos absolutos la cifra creció en aproximadamente 250 mil personas.

En síntesis, México tenía, en 2021, a 28 millones de personas en rezago educativo, cifra ligeramente superior a la registrada en el 2019. Y esto, debe insistirse, es una descripción estrictamente cuantitativa con base en los propios datos del Gobierno de la República.

La erradicación de la pobreza, atemperar las desigualdades que persisten en el país, incrementar la competitividad y capacidades productivas de México; y sobre todas las cosas, convertirnos en un país de derechos humanos, implica garantizar plenamente el derecho a la educación de las personas.

Lo que los datos revelan es que, la llamada “contra reforma educativa” ha tenido un nulo efecto en estos rubros; y que las políticas y acciones que se han implementado han sido simplemente inefectivas pues, por donde se vea, no hay mejoría y sí, por el contrario, peores números que los registrados al inicio de la administración.

Poner primero a los pobres, implicaría poner primero a las personas analfabetas y sin primaria terminada, porque son ellas quienes en mayor proporción laboran en la informalidad, carecen de acceso a la seguridad social, prestaciones y servicios médicos, y también carecen de capacidades y conocimientos para hacer valer sus derechos, pero también para exigir el cumplimiento, por ejemplo, de los derechos de sus hijas e hijos.

Todas y todos sabemos que la educación es uno de los factores imprescindibles para una sociedad más cohesionada y tolerante; una sociedad en paz, pluralista y respetuosa de la diversidad; y una sociedad que busca el mejoramiento continuo, tanto material como espiritual, como está plasmado en nuestra Carta Magna.

Los datos muestran que, en esta administración, por la tendencia que tenemos, habrá un nuevo y rotundo fracaso en esta materia.

Investigador del PUED-UNAM

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