El Estado mexicano cuenta, al menos por lo establecido en el texto constitucional, con dos grandes instrumentos para conducir el desarrollo nacional. El primero es el Plan Nacional de Desarrollo (PND), y el segundo, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF).
El primero establece los grandes objetivos, estrategias y metas que deben alcanzarse en el país en un lapso de seis años; mientras que el segundo sintetiza los principales criterios de política económica mediante los cuales se alcanzan o no, las directrices del PND.
Al respecto es importante destacar el contenido del Artículo 26 de la Constitución, el que establece en su segundo párrafo: “los fines del proyecto nacional contenidos en esta Constitución determinarán los objetivos de la planeación… Habrá un plan nacional de desarrollo al que se sujetarán obligatoriamente los programas de la Administración Pública Federal”.
Como puede observarse, los objetivos del PND no pueden entenderse sino como el cumplimiento universal, integral y progresivo de los derechos humanos, en el sentido más amplio posible que puede asignárseles.
Desde esta perspectiva, debe hacerse notar que si algo caracterizó a las últimas administraciones es que los planes de desarrollo, y en general, los programas sectoriales e institucionales estuvieron disociados de las decisiones programáticas y presupuestales, reduciendo al PND y a los planes estatales y municipales de desarrollo a meros documentos elaborados con el propósito de cumplir con una responsabilidad legal, pero que en la práctica no eran asumidos como los ejes rectores y normativos del proceso de planeación del desarrollo.
Al respecto, el Presidente López Obrador, en su discurso relativo a los foros que se están discutiendo los ejes para la construcción del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, afirmó que éste se construirá con la idea de diseñar un nuevo periodo al que denominó como “pos-neoliberal”, lo cual se articulará mediante el siguiente grupo de lo que él denominó como “conceptos”:
Es esperable que en la estructura del nuevo PND esos conceptos se constituyan como los capítulos del documento que habrá de ser discutido y analizado por el Congreso, lo cual deberá ser tomado con suma seriedad, pues el PEF 2020 no podrá construirse sin considerar los objetivos, estrategias y metas que en él se establezcan.
Será importante que en este proceso se abra un auténtico diálogo, que el gobierno de la República ejercite una genuina escucha y que esté abierto a recoger las propuestas de todas y todos, como las 100 propuestas para el Desarrollo que recientemente fueron presentadas por la UNAM al Secretario de Hacienda.
Discutir el Plan Nacional de Desarrollo implicará, a partir del discurso del Presidente, un complejo proceso de armonización entre aspiraciones, anhelos y valores, y el articulado de la Constitución, para a su vez, definir nuevas prioridades de política pública y de gobierno, y con ello, definir cómo y con qué recursos podrá cumplirse la ambiciosa agenda que ha sido planteada.
@MarioLFuentes1
Investigador del PUED-UNAM
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