por Mario Luis Fuentes
En México fallecen cada año mil 192 mujeres durante el parto o a consecuencia de él. En el periodo que va del año 2003 al 2012, la cifra acumulada es de 11 mil 915 decesos, de los cuales pudieron haberse evitado cerca de 85 por ciento; Guerrero es la entidad con el peor indicador, al presentar una tasa de 91 decesos por cada 100 mil nacidos vivos
El 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer; más que una fecha para el festejo, este día ha sido asumido por las Naciones Unidas como un llamado a la reflexión y a la urgencia en la acción para frenar todas las formas de violencia y discriminación que se ejercen cotidianamente en contra de ellas.
En nuestro país estos elementos tienen una doble dimensión: por un lado, las acciones que en el mundo de lo privado se ejercen, mayoritariamente por las parejas, padres y hermanos de las mujeres, y por el otro, la violencia que por acción u omisión se ejerce desde el ámbito institucional, en detrimento de la garantía de los derechos de las mujeres.
En ese segundo ámbito recae el tema de la mortalidad materna, pues dados los recursos y desarrollo de la medicina con que contamos en el país, las muertes ocasionadas durante o a consecuencia del parto podrían evitarse, de acuerdo con diversos estudios, hasta en un 85%.
Dimensiones inaceptables
Reducir la mortalidad materna es uno de los objetivos centrales planteados por las Naciones Unidas en el marco de las Metas del Desarrollo del Milenio (ODM). Para México, se tenía como compromiso alcanzar una tasa de 22 decesos por cada 100 mil nacidos vivos en el año 2015; sin embargo, el último reporte del país ante el mecanismo de monitoreo de la ONU, indica que estamos aún muy lejos, pues en el 2012 el indicador era de 42.3 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos.
A pesar de que los reportes oficiales del país muestran avances, éstos se han dado de manera sumamente lenta, por lo que el cumplimiento de esta meta se encuentra comprometido y será muy difícil que se alcance para el año 2015.
En efecto, mientras que en el año 2002 la tasa era de 56.1 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos, años después, en 2011, era todavía de 43, y en 2012, el ya señalado indicador de 42.3.
Lo anterior significa, en números absolutos, que en los años que van de 2003 al 2012, en México se tiene un promedio de mil 192 decesos de mujeres que han perdido la vida al momento de dar a luz, o bien, como consecuencia del parto, debido a una mala o inoportuna atención médico-hospitalaria.
El año con mayor número de decesos en el periodo señalado fue precisamente 2003, con un total de mil 339 casos; cifra que ha ido descendiendo gradual, pero muy lentamente hasta llegar a mil 73 casos en 2012, cifra ligeramente superior a la registrada en el año 2011, en el que el INEGI contabilizó mil 67 casos de muertes maternas.
Estos datos son preocupantes porque implican que tanto a nivel nacional, como de los estados estamos muy lejos de la meta señalada en los ODM.
De hecho, de acuerdo con las estimaciones existentes, sólo en seis entidades de la República hay perspectivas positivas para alcanzar la meta de 22 decesos por cada 100 mil nacidos vivos; en el resto, los gobiernos locales tienen todavía mucho qué hacer.
Lo anterior tiene más sentido si se considera que los recursos del Ramo 33 que se han enviado a los estados han sido crecientes en los últimos años, pero los cuales, según las evaluaciones del Coneval, no se han distribuido en los municipios de mayores carencias, ni tampoco se han aplicado en las acciones de mayor relevancia e impacto social.
Desigualdades extremas
La mortalidad materna tiene una expresión regional diferenciada en el país, que muestra las inmensas desigualdades que existen en todo el territorio nacional; es decir, no sólo son las entidades más pobres las que presentan peores indicadores, sino que hay estados en los que ciertas regiones que contrastan con las localidades más urbanizadas.
En este contexto, es de señalarse que en el año 2011, el INEGI identificó a Tamaulipas como la entidad con más baja tasa de mortalidad materna, con un indicador de 17.5 decesos por cada 100 mil niñas y niños nacidos vivos; en segundo lugar se encuentra Sinaloa, con un indicador de 16.8; le sigue en tercer sitio Aguascalientes con 18.5; en cuarto lugar está Jalisco con 23.4 y Tlaxcala con 27.3 decesos por cada 100 mil nacidos vivos.
En términos estrictos, sólo estas entidades tendrían garantizado hasta ahora, por las tendencias mostradas, de mantenerse en el marco de cumplimiento de las Metas del Milenio, o de llegar al compromiso internacional contraído en 2002, de llegar a 2015 con el ya mencionado indicador de 22 defunciones por cada 100 mil nacidos vivos.
En el extremo opuesto se encuentra, con el peor indicador a nivel nacional, el estado de Guerrero, en donde la tasa registrada en el año 2011 es de 90.1 decesos por cada 100 mil nacidos vivos; en la segunda peor posición se encuentra Chihuahua con 67.7; en el tercer peor sitio Campeche con 63.1; y en cuarta y quinta peor posiciones se encuentran Oaxaca y Michoacán con 61.3 y 57.9 decesos por cada 100 mil niñas y niños nacidos vivos.
Grandes magnitudes
Aun cuando en el análisis estadístico es importante presentar la información en términos relativos, y con ello, evidenciar el peso real que tiene un indicador respecto del total de su población, cuando se habla de temas tan sensibles como el de la mortalidad materna es relevante presentar los números absolutos, a fin de mostrar todo lo que falta por hacer en determinados ámbitos.
Este es el caso de la mortalidad materna, indicador en el que el Distrito Federal, junto con el Estado de México, acumulan la mayor cantidad de decesos por mortalidad materna, con alrededor de mil 300 casos, en cada uno de ellos, durante el periodo que va de 2003 a 2012.
Es relevante destacar además que los estados de Chiapas, Puebla, Veracruz, Oaxaca y Jalisco, son entidades en las que se encuentran grandes cifras. Al respecto es pertinente señalar que Jalisco es una de las cinco entidades con menor razón de mortalidad materna; sin embargo, es el octavo con mayor número de defunciones por esta causa.
Lo anterior deja ver cómo aun en los estados en los que se tienen avances relevantes, todavía las cifras absolutas son muy altas, por lo que urge redoblar los esfuerzos pues, debe insistirse en el hecho de que la República Mexicana no cumplirá la meta en el marco de los Objetivos del Milenio.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 11- Marzo- 2014, p.26
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