por José Carlos García Fajardo
El profundo malestar que recorre el mundo se extiende exponencialmente a través de los medios, sobre todo electrónicos: ya nadie puede librarse de sus impactos al caminar por la calle, ir al cine, entrar en Google, abrir su correo electrónico, o ver a multitudes cada vez más solitarias con las que te cruzas cada día; hasta en nuestros sueños se abren camino y dejan sus trazas