Es bien sabido que a menudo son las mujeres quienes viven en mayores condiciones de desigualdad económica, social, política y experimentan altos niveles de hambre y pobreza. Particularmente en comunidades rurales e indígenas. Sin embargo, es imperante poner foco en las raíces estructurales que lo perpetúan. Lo anterior tiene sus raíces en un sistema patriarcal traducido en dinámicas de poder y discriminación que limitan el pleno ejercicio de los derechos de la mujer, la inclusión de su voz para la toma de decisiones a nivel familiar y su participación en espacios políticos y de la vida pública.
Un texto de The Hunger Project México. Sígueles en Twitter: @THPMexico
Cuando las mujeres se deciden a ser ciudadanas plenas y activas, pueden impulsar un cambio transformador que mejora las condiciones de vida de sus familias y comunidades. Por lo tanto, es fundamental incrementar y consolidar su participación, así como generar entornos propicios para su agencia, liderazgo y participación en la toma de decisiones.
Uno de los pilares de THP-México es el fortalecimiento del liderazgo de las mujeres como agentes clave de cambio; impulsar el liderazgo de las mujeres incluye por un lado, la identificación de las estructuras de poder que generan desigualdad (patriarcado, capitalismo, discriminación y neoliberalismo) y cómo estas permean su vida; y por el otro, las maneras romper y transformar las estructuras mentales de resignación que les impide percibirse como lideresas que pueden generar cambios para ellas, así como a nivel familiar y comunitario.
Este proceso de cambio de mentalidad viene acompañado del fortalecimiento de habilidades y la obtención de herramientas que les permitan tomar decisiones pensando en lo individual y en lo colectivo. Adicionalmente, la participación de las mujeres, particularmente en contextos rurales e indígenas, requiere también asegurar su autonomía económica para poder participar de las decisiones. El que el liderazgo de las mujeres se fortalezca no es suficiente para estar en espacios de toma de decisión, esto también requiere de ambientes habilitantes sostenibles que fomenten, acompañen y garanticen esa participación.
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Hablando particularmente de la participación política de las mujeres, existe un marco jurídico internacional y nacional amplio que habilita a nivel federal, estatal y municipal la inclusión de las mujeres en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial además de la existencia de protocolos para atender la violencia política contra las mujeres.
Si bien este marco jurídico incluye esfuerzos tales como cuotas de género, financiamiento para la capacitación y promoción de liderazgos femeninos y transversalización de la perspectiva de género en las políticas gubernamentales, no podemos perder de vista que aún hay un largo camino por andar.
“Desde 1993 se han modificado las leyes y normas federales y estatales con el fin de propiciar la llegada de mujeres a los puestos de elección popular”. (INE, 2021)
El incremento en el número de mujeres ocupando cargos públicos bajo la premisa de paridad marca un avance significativo considerando que, en el último proceso electoral, de las 15 gubernaturas a renovar, 7 fueron ganadas por mujeres. Este resultado es muy significativo si consideramos que hasta 2018, solo 9 mujeres habían sido titulares del Poder Ejecutivo en algún Estado.
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En cuanto a la participación de las mujeres en cargos municipales, de acuerdo a los datos de la CNDH en su publicación “La Participación Política de las Mujeres en México, 2020”, en las sindicaturas y regidurías, el aumento ha sido bastante significativo, sin embargo, a las presidencias municipales el aumento ha sido muy poco. Todavía en ningún Estado se ha tenido un porcentaje por arriba del 40% de mujeres en presidencias municipales.
En el ámbito municipal, ¿qué sucede con la participación de las mujeres cuando agregamos además los usos y costumbres y la combinación de éstos con los Sistemas Electorales por Partidos Políticos o por Sistemas Normativos Indígenas? Normalmente bajo este contexto, los hombres como titulares de las tierras y jefes de familia, suelen ser quienes ocupan cargos, participan y votan en las asambleas comunitarias. Aunque también se admite la participación de mujeres (principalmente madres solteras o viudas), su voz y voto no tiene el mismo peso y su participación suele estar pensada en representación de alguien, no de su propia persona.
Hablar de participación política de mujeres indígenas, no solo tiene que ver con quedar de titular de un cargo, sino con la oportunidad para discutir, proponer y generar acciones y estrategias. Si bien el sistema normativo se va transformando y hay casos en los que las mujeres cuentan con gran reconocimiento y apoyo de las comunidades, existen espacios que aún son muy cerrados donde, además, ocupar un cargo público las pone en riesgo. Estos riesgos tienen distintas aristas, que van desde el riesgo a su integridad física hasta su reputación dentro de la comunidad y su familia.
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A partir del análisis hecho desde THP-México con las socias comunitarias con quienes trabajamos, particularmente en los altos de Chiapas, las mujeres identifican más estas prácticas de violencia estructurales que afectan su liderazgo y participación en la toma de decisiones. Al mismo tiempo, también identifican la propia transformación que han tenido y cómo su liderazgo es un ejemplo para otras mujeres dentro de sus comunidades.
Por un lado, es de celebrarse todo lo que hemos avanzado en términos de participación política de las mujeres, pero no debemos perder de vista que un marco jurídico no es suficiente para generar ambientes habilitantes ya que no se transforman de raíz esas estructuras de poder (como el patriarcado y la discriminación).
Con todos los avances, resulta de gran importancia, pararnos en qué es lo que está faltando y donde es que debemos reforzar estrategias y acciones que creen estos espacios necesarios pero que también incluyan el rompimiento de estructuras mentales. Esto implica continuar identificando, analizando, y transformando las causas raíz traducidas en prácticas e ideas a nivel individual y colectivo en lo familiar, comunitario, municipal, estatal y federal.
Tener esta mirada, puede resultar una gran oportunidad que permita que, en esta nueva entrada de autoridades electas en el proceso más grande de la historia de México, los números se conviertan en transformaciones y una participación significativa para las mujeres en los distintos niveles de gobierno, particularmente a nivel municipal.
Frase clave: mujeres en espacios políticos
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