Una asignatura pendiente a nivel global es incentivar las vocaciones en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) en las niñas y promover la participación de las jóvenes y mujeres en los campos de ciencia, tecnología e investigación.
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Y es que la diferencia es enorme: solamente 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de Física, Química o Medicina, a comparación de 572 hombres que han sido reconocidos con ese premio. La primera mujer en recibir un Nobel fue la física Marie Curie, en 1903.
Asimismo, según la UNESCO, en la actualidad solamente el 28% de los investigadores en el mundo son mujeres, así como solo el 15% de los investigadores de alto nivel en México.
Esta desigualdad no solamente se ve reflejada en el campo de la ciencia. La discriminación, las normas sociales, las costumbres, las expectativas hacia las niñas y las mujeres impactan enormemente en las disciplinas hacia las que se decantan y la calidad de educación que reciben.
En la actualidad nos enteramos de casos de mujeres, esposas o parejas de científicos reconocidos que fueron parte fundamental en las investigaciones de estos, pero a quienes no se les dio ningún crédito en la participación de las investigaciones, ya que estaba prohibido para ellas involucrarse en cosas “de hombres”. En igual situación están varias otras que hicieron importantes aportaciones en el ámbito científico y tecnológico, y a quienes no se les ha dado el reconocimiento sobre su trabajo.
La UNESCO, en su documento “Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM por sus siglas en inglés)”, señala que es importante establecer políticas claras en cuanto a la educación y la igualdad de género para lograr los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Señala también que las niñas y las mujeres son personas clave para generar soluciones para mejorar vidas y generar crecimiento económico, constituyendo la población con mayor talento desaprovechado. Por ello es sumamente importante invertir para sacar a luz ese talento, a través de estimular desde temprana edad, combatir estereotipos, capacitar y alentar a las niñas a elegir carreras STEM, incluyendo las artes y el diseño y desarrollar planes de estudio que sean sensibles al género. Con esto se estarían respetando y promoviendo los derechos humanos y las perspectivas científicas y de desarrollo.
También en este documento la UNESCO muestra que las mujeres han demostrado su potencial y habilidades en las disciplinas STEM, ya que han contribuido, por ejemplo, a los avances en la prevención del cólera y del cáncer, ampliando la comprensión del desarrollo cerebral y las células madre y otros campos como la astrofísica y las matemáticas.
No incluir a las mujeres en el desarrollo científico perpetúa la desigualdad de género en la educación y el empleo, así como las desigualdades de género en cuanto a los puestos que ocupan las mujeres en estos campos y el ingreso menor que perciben en comparación con el de los hombres.
Si bien en las últimas décadas ha habido un progreso importante en cuanto a la participación de las niñas en educación, las tendencias muestran un leve pero consistente aumento en los porcentajes de las estudiantes matriculadas en todos los niveles educativos. A nivel mundial, en 2014 se logró la paridad de género en la educación primaria, secundaria y superior.
En el nivel superior, la matrícula femenina casi se duplicó entre los años 2000 y 2014, periodo en que las jóvenes fueron mayoría en el nivel de bachillerato y maestría. Sin embargo, el porcentaje de mujeres que continúan sus estudios de doctorado cae a más del 7%, comparado con quienes estudian una maestría.
Estas desigualdades se acrecientan en ciertas regiones y países, y hasta en ciertos grupos dentro de esos países.
Además, la UNESCO señala que estas barreras incrementan aún más en la adolescencia, que es cuando el rol de género se afianza y la discriminación de género es más pronunciada. Estas barreras se presentan con las responsabilidades del hogar, matrimonios a temprana edad y embarazos. Aunado a ello, algunas normas culturales dan prioridad a la educación de los niños, preocupación de los padres sobre la seguridad de las niñas en los trayectos hacia y desde las escuelas y la violencia escolar de género. Las adolescentes que viven en áreas rurales o que son desfavorecidas tienen mayor riesgo de exclusión a la educación.
Si bien en el acceso a la educación se han hecho importantes avances, siguen existiendo obstáculos que impiden a las niñas y las jóvenes completar una educación de calidad. Nuestro país no es la excepción; la discriminación de género, las normas sociales y culturales siguen teniendo impedimentos para lograr la igualdad de oportunidades y completar su educación en el ámbito que así lo deseen.
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Fuente: Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). UNESCO.
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