por Mario Luis Fuentes
De acuerdo con el INEGI, en México laboran 19.65 millones de mujeres: 58.3% recibe ingresos por debajo de los dos salarios mínimos y únicamente 19% tiene un trabajo que le da acceso a servicios médicos. Asimismo, 90.5% de quienes trabajan en labores domésticas remuneradas son mujeres. Sin duda, hay enormes brechas por cerrar
Las brechas entre mujeres y hombres siguen siendo parte de las agendas sociales pendientes de nuestro país. Su persistencia indica que hemos sido incapaces de romper con el machismo, el cual implica la reproducción de estereotipos y de prácticas discriminatorias que impiden el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, pero también a condiciones de igualdad sustantiva en todos los ámbitos.
Es importante decir que en las últimas décadas se han conseguido avances relevantes, particularmente en lo que se refiere al acceso a servicios de salud y a oportunidades educativas; sin embargo, en el ámbito laboral y de los ingresos en general persisten desigualdades que nos impiden transitar hacia una sociedad plenamente igualitaria y en la cual el sexo de las personas no sea una condicionante del nivel de oportunidades al que se tiene acceso.
La composición de la fuerza laboral
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), levantada por el INEGI, al segundo trimestre de 2016 había en el país 51.43 millones de personas ocupadas; de ellas, 31.78 millones son hombres (61.8% del total) y 19.65 millones son mujeres (38.2% del total).
Los datos que aporta la ENOE permiten dimensionar la desigualdad y los estereotipos que siguen operando en contra de las mujeres, pues esta condición se refleja no sólo en la desigual participación económica que tienen en el país, sino también en el acceso a determinadas ocupaciones. Así, el análisis del tipo de unidad económica en que laboran permite perfilar cuáles son las actividades en que predominantemente participan las mujeres.
El INEGI inicia su clasificación de los tipos de establecimientos laborales con la categoría de “Empresas y negocios”. En ellas se encuentran ocupadas 26.74 millones de personas, de las cuales el 30.7% son mujeres. La segunda categoría es la de “Empresas constituidas en sociedad y corporaciones”, en las cuales las mujeres representan el 33.6% de los 13 millones de personas que laboran en ellos.
La tercera categoría definida por el INEGI es la de “Negocios no constituidos en sociedad”, en los que laboran 13.69 millones de personas, y de las cuales el 28% son mujeres.
Asimismo, en el ámbito de las “instituciones”, el INEGI las segmenta en privadas y públicas. En las primeras laboran 1 millón de personas, de las cuales el 66.9% son mujeres, mientras que en las instituciones públicas laboran 5.53 millones de personas, de las cuales 2.73 millones son mujeres, es decir, el 49.5%. En esa misma categoría es interesante observar que se desglosa en “instituciones administradas por el gobierno”, en las que laboran 5.14 millones de personas de las cuales 2.6 millones son mujeres, es decir, el 49.4% del total.
Este dato es de suma relevancia pues implica que el “gran empleador” de las mujeres en México sigue siendo el aparato público, pues en él trabaja el 28% del total de mujeres que se encuentran ocupadas en el país.
Debe destacarse además que en el “Sector informal” se encuentran ocupadas 13.92 millones de personas, de las cuales, 5.58 millones son mujeres, cifra que equivale al 40.1% del total.
Asimismo -y en esto se sintetiza el brutal esquema de discriminación y estereotipos que siguen marcando la participación laboral de las mujeres en el país-, está la categoría de “Trabajo doméstico remunerado”, en el cual se estima que laboran 2.35 millones de personas, de las cuales 90.5% son mujeres.
A trabajo igual, salario desigual
La desigualdad de ingresos laborales entre hombres y mujeres sigue siendo muy elevada. En efecto, de acuerdo con los datos del INEGI, mientras que el 11.9% de los hombres que trabajan recibe ingresos de un salario mínimo o menos al día, para las mujeres el porcentaje es de 21.5%.
De igual forma, en el rango que va de 1 a 2 salarios mínimos de ingresos, entre los hombres el porcentaje es de 24.9% (uno de cada cuatro), mientras que para las mujeres es de 29.4% (casi tres de cada 10). En el rango de 2 a 3 salarios mínimos las diferencias son también notables: entre los hombres el 23.6% se ubica en este rango salarial, mientras que para las mujeres el indicador es de apenas 16.2%.
En el siguiente nivel, que es de 3 a 5 salarios mínimos, el porcentaje registrado para los hombres es de 14.5% del total, mientras que para las mujeres es de 9.6%. El escenario se repite entre quienes perciben más de 5 salarios mínimos, pues entre los hombres es de 6.5%, mientras que entre las mujeres de 4.6%.
Se encuentra además el capítulo relativo a las personas que no reciben ingresos por su trabajo: para los hombres el indicador es de 6.2% y, en contraste, para las mujeres es de 7.3%.
Estos datos permiten sostener que, a pesar de algunos avances en varios sectores, en términos generales las mujeres siguen siendo relegadas a los empleos de más baja remuneración, menor prestigio social y menor acceso a prestaciones sociales; así lo confirma la ENOE: sólo en 19.05% de los hogares en los que la jefa es una mujer y se encuentra ocupada su empleo le da acceso a servicios médicos; en contraste, en el caso de los hombres, el porcentaje es de 30.43%.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 20-Septiembre-2016, p.16.