Multiplicando la Cooperación Sur-Sur en América Latina

por Jorge Chediek / Bernardo Kliksberg

La Cooperación Sur-Sur, un esperanzador y renovador camino para un desarrollo integral e inclusivo, que se suma a la Norte-Sur y la triangular, avanza vigorosamente en América Latina y se está convirtiendo cada vez más en un instrumento clave para progresar de modo efectivo hacia las metas de desarrollo sostenible 2030 acordadas por la Asamblea General de la ONU


La primera de dichas metas es erradicar la pobreza en todas sus formas, lo que constituye un macrodesafío difiícil y exigente para América Latina y el Caribe, ya que, según los datos del Panorama Social de la Cepal, las cifras de pobreza han tendido a estancarse y ascender anualmente desde 2012.

En el año 2014 se estimaba que el 28.2% de la población de la región estaba por debajo de la línea de la pobreza y para el  2017 la cifra se había elevado al 30.7%, es decir, 186 millones de personas. Dichas cifras son más elevadas en los niños, adolescentes y mujeres. Hay una infantilización y una feminización de la pobreza.

La pobreza se vincula en muchos de los análisis de América Latina, continente de ingentes potencialidades económicas, con los altos niveles de desigualdad, que sigue siendo (aun con mejoras) una de las mayores de todas las regiones del planeta.

La región, que ha hecho importantes progresos en diversos planos, tiene por delante desafíos de gran envergadura, entre ellos: insertarse en la revolución tecnológica, subir sus niveles de productividad, desarrollar su infraestructura, hacer frente a las tendencias al debilitamiento del comercio mundial, seguir reduciendo desocupación al generar empleos “decentes” (como los denomina la OIT), encarar los impactos del cambio climático, invertir fuertemente en energías limpias y proteger su priviliegiada biósfera.  

Al mismo tiempo, América Latina debe continuar extendiendo la cobertura en salud y seguridad social, e innovar profundamente en educación, rubro en el que siguen siendo altas las cifras de deserción y bajo aprendizaje en secundaria.

En todos esos y otros campos críticos, la Cooperación Sur-Sur se está expandiendo aceleradamente y presta una ayuda sustancial.

Abriendo la décima edición, 2017, del acreditado informe de la Secretaría General Iberoamericana al respecto, dice su titular, Rebeca Grynspan, que la Cooperación Sur-Sur muestra que “todos tenemos algo para aprender y algo para aportar en la construcción de un desarrollo inclusivo y sostenible”.

En la última década, señala el informe, se han registrado 5,000 iniciativas de Cooperación Sur-Sur.  Su número se ha multiplicado ocho veces. En 2015, el número de iniciativas subió a 1475, superando ampliamente los promedios anuales que vienen creciendo. De ellas, 1206 iniciativas fueron bilaterales;  168, triangulares; y 101, regionales.

Los principales oferentes de iniciativas entre los 19 países de América Latina, fueron Argentina, con 180 proyectos; seguido por México, con 125; Brasil, con 110; y Chile, con 90.

Los proyectos y programas fueron realizados en campos críticos. En primer lugar, fortalecieron la economía de los países asistidos; en segundo, el bienestar social; y, en tercero, a las instituciones.

Cuantificándolos, el 40% apoyó a los sectores productivos y a la generación de infraestructura y servicios, el 33% asistió a las áreas sociales y el 15% fortaleció a instituciones del gobierno y de la sociedad civil. Desagregándolos por sectores, el 17.8% se concentró en salud, el 16% en agricultura y el 14.7% aportó al mejoramiento del desempeño de las instituciones gubernamentales.

Junto a la cooperación bilateral, la región desarrolló intensivamente su capacidad para generar cooperación triangular, donde un país de la misma actúa como primer oferente y otro país extrarregional u organismo internacional es el segundo oferente.

Las iniciativas triangulares pasaron de 21 en 2006, a 159 en 2015. Resulta significativo desde diversos aspectos, que un país de población reducida como Chile fuera el líder en este tipo de proyectos, el cual fue responsable del 29.8% de los proyectos. Es un indicador de la presencia de experiencias reconocidas internacionalmente como exitosas, la atracción que ejercen sobre otros países que quisieran emularlas, y el interés que concitan en terceros dispuestos a financiar y apoyar transferencias de casos ejemplares.

A Chile le siguieron Brasil, con un 18.1% de los proyectos; México, con un  16%; y Argentina, con un 9.6%. Entre los segundos oferentes estuvieron Alemania, con 20 % de los proyectos; España y Japón, con 18% cada uno; USA y diversos organismos internacionales.

En 2015 se realizaron 44 programas y 57 proyectos regionales de cooperacion. La región se conectó activamente con otras regiones en desarrollo a las que prestó Cooperación Sur-Sur. Fueron 400 iniciativas, realizadas principalmente con países del Caribe no iberoamericano, con África y con Asia. América Latina también fue receptora de 38 inicativas procedentes de otras regiones, el 80% de Asia.

¿Cómo se explica la historia de rápida difusión y aplicación creciente de la Cooperación Sur-Sur en la región? Parece haber una correspondencia entre las necesidades prioritarias de la misma y los contenidos de la cooperación, y sus modalidades, en muchos casos innovadoras, han tenido amplia acogida.  

Han ayudado asimismo cuestiones a las que los países son actualmente muy sensibles, como la no imposición de condicionalidades, el pleno respeto a la soberanía de los países receptores y a sus culturas e idiosincrasias; la transferencia efectiva de tecnologías y las posiblidades de que puedan apropiarse de ellas, adaptarlas, y desarrollarlas; el carácter interactivo de los proyectos, y la actitud abierta hacia un aprendizaje colectivo que los preside. Todas ellas son políticas de fondo adoptadas por la ONU y la Oficina para la Cooperación Sur-Sur (OSSC).

Un propósito claro anima la Cooperación Sur-Sur, orienta sus metodologías y ha impulsado a países oferentes, receptores, la ONU, la OSSC y a otras organizaciones colaboradoras; surge de las metas 2030 y lo acentuó el Secretario General de la ONU, António Guterres: se debe lograr un desarrollo donde “nadie debe quedar afuera”.

Jorge Chediek es Director de la Oficina Sur-Sur de la ONU y enviado especial del Secretario General para la CSS

Bernardo Kliksberg es Asesor estratégico de la Dirección de la Oficina Sur-Sur

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