por Mario Luis Fuentes
De acuerdo con la información del INEGI y del CONEVAL, hay millones de personas que carecen de lo indispensable para el acceso al bienestar: 9.85 millones de personas carecen de agua al interior de sus viviendas; 9.7 millones no cuentan con drenaje; 10.1 millones viven hacinadas; 40.8 millones carecen de lavadora; 19.1 millones no tienen refrigerador; mientras que casi 50 millones no tienen ni computadora ni internet.
Nuestro país transitó aceleradamente hacia las ciudades a partir de la década de los 30 en el siglo pasado, hasta el año 2000. A partir de esa fecha, se ralentizó la migración rural-urbana, y comenzó a generarse una intensa migración interestatal, pero sobre todo, caracterizada por ser una intensa migración interurbana; pasando de ciudades pequeñas a medias; y cada vez más, entre ciudades medias y zonas metropolitanas, en función de las oportunidades laborales disponibles.
A pesar de los cuantiosos recursos que se han invertido, también desde la década de los 90 en el siglo pasado, y hasta ahora, en obra pública para el desarrollo social, lo cierto es que se generó un impresionante desorden urbano, pues las ciudades han crecido con precarios criterios de planeación; se han dilapidado miles de millones de pesos en obras inútiles o suntuarias; y se ha provocado un enorme perjuicio a la población, pues se le ha sometido a dinámicas de exclusión y de pérdida de tiempo disponible para el cuidado y la convivencia familiar.
En esa lógica es importante decir que en todo el país todavía hay millones de personas que carecen de lo elemental en sus viviendas, cuestión que se expresa también en las zonas rurales e indígenas con mayor intensidad y profundidad.
La información disponible permite sostener que estamos ante mundos segregados, que es importante señalar a fin de insistir en que el ejercicio del Presupuesto 2016 no puede obviar esta realidad en el nivel estatal y municipal.
Millones son vulnerables
De acuerdo con la información del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), hay 55.3 millones de personas en condiciones de pobreza. Adicionalmente, hay 31.5 millones que son vulnerables por carencias sociales, lo que significa que tienen privación en el acceso bienes y servicios al interior de sus viviendas, o bien carecen de lo necesario para acceder a una adecuada alimentación.
La medición 2014 del CONEVAL indica que hay 22.3 millones de personas que son vulnerables por vivir en rezago educativo; 21.7 millones más son vulnerables por carencia de acceso a servicios de salud; 70 millones carecen de acceso a la seguridad social; 14.7 millones enfrentan la carencia por calidad y espacios en la vivienda; 25.4 millones carecen de servicios básicos en la vivienda; mientras que 27.9 millones enfrentan la carencia por acceso a la alimentación.
La carencia por calidad y espacios en la vivienda
De los 14.7 millones de personas identificadas en condiciones de vulnerabilidad por carencia en la calidad y espacios de la vivienda, el CONEVAL identificó en 2014 que hay 3.9 millones que habitan viviendas con piso de tierra; 1.98 millones más lo hacen en viviendas con techos de material endeble; 1.99 millones habitan en viviendas con muros de material endeble; mientras que 10.1 millones viven en condiciones de hacinamiento.
La carencia de servicios en la vivienda
Es difícil imaginar cómo es la vida de personas que carecen de agua al interior de las viviendas; más aún, porque hay millones de mujeres, niñas y niños a quienes les es asignada esa tarea, tanto en zonas urbanas, semiurbanas y rurales, en donde tienen que caminar hasta 5 kilómetros para obtener el líquido para la satisfacción de sus necesidades más elementales.
En tal condición se encontraban en 2014, de acuerdo con la información del CONEVAL, 9.85 millones de personas carecen de agua al interior de sus vivendas; 9.67 millones más habitaban en viviendas sin drenaje; 16 millones de personas habitan en viviendas en las que se cocina con leña o carbón y no cuentan con chimenea; mientras que todavía hay 768 mil personas que no tienen energía eléctrica en sus casas.
Bienes escasos
El argumento tendencioso respecto de que somos un país de clases medias, sustentado en los datos relativos a la disponibilidad de bienes en el hogar, es cuestionable desde su propia construcción, pues de acuerdo con los datos del INEGI, a través de la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo (ENUT, 2014), hay millones de hogares que no cuentan con los bienes considerados como indispensables para aligerar o facilitar la vida cotidiana.
En primer lugar, destaca que hay 33 millones de hogares en el país; de éstos, 5.3 millones no tienen plancha eléctrica, y considerando que el promedio de integrantes de los hogares es de 3.9, entonces habría al menos 20.6 millones de personas en cuyos hogares se carece de este bien.
Utilizando el mismo promedio de integrantes por hogar, habría 16.5 millones de personas sin licuadora; 19.11 millones carecen de refrigerador; 13.5 millones de personas carecerían de estufa de gas o eléctrica; 40.8 millones carecen de lavadora; 37.7 millones no tienen horno de microondas; 49 millones no tendrían computadora; mientras que 49.5 millones no tendría acceso al internet.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 17- Noviembre- 2015, p.28
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