por Iliana Yaschine
El 24 de septiembre de 2012 Felipe Calderón, durante su discurso pronunciado ante el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos en su última visita como presidente a ese país expresó que una de las transformaciones principales de México era que se estaba “convirtiendo en una nación de clase media” (I). Esta afirmación no se da en un vacío. En la última década, las clases medias han ocupado con mayor frecuencia un lugar en el discurso político, el debate público y la investigación tanto en México como a nivel regional e internacional
La relevancia del tema radica en que una predominancia y ampliación de las clases medias se valora no sólo como favorable para el devenir social, sino como un indicador de éxito del modelo de desarrollo de una sociedad. Por un lado, esto se relaciona con el rol que usualmente se les adjudica como garantes de la estabilidad política y social de las sociedades democráticas modernas, poseedoras de aspiraciones y valores positivos e impulsoras del crecimiento económico.
Por otro lado, el crecimiento de las clases medias suele equipararse con una reducción de la pobreza y de la desigualdad, con énfasis en el aumento de la igualdad de oportunidades y de la movilidad social. El argumentar que un país se ha convertido en una sociedad de clases medias conlleva una valoración positiva de las políticas implementadas, en la medida en que se percibe que éstas conducen a incrementar el bienestar de la población en condiciones de mayor igualdad y cohesión social. Este argumento tiene vínculos claros con la teoría de la modernización que, desde mediados del siglo pasado, sostenía la tesis de que el desarrollo de las sociedades capitalistas produciría sociedades de clases medias con estabilidad democrática, en contraposición con los planteamientos marxistas que vislumbraban que el capitalismo generaría polarización social (Benza 2012).
El discurso de Calderón ante el Consejo de Relaciones Exteriores en Washington es un ejemplo del razonamiento recién expuesto. En él, el ahora ex presidente presentó su balance de los éxitos logrados durante su gestión en materia económica, social y política, siendo uno de ellos el referido a las clases medias. Como prueba de su afirmación, citó un conocido texto de De la Calle y Rubio (2010). Adicionalmente, enumeró una serie de políticas instrumentadas durante su gobierno que contribuirían a explicar esta evolución favorable para la sociedad mexicana: la expansión de los servicios de salud y educación; la ampliación de la posesión de viviendas propias y la aplicación de programas sociales, particularmente de transferencias condicionadas para los hogares pobres (Oportunidades); pensiones para adultos mayores (70 y más); y estancias infantiles para el cuidado de menores.
Ante dichas aseveraciones cabe preguntarse si en realidad las clases medias, como consecuencia de la instrumentación del modelo de desarrollo vigente, han crecido en México en las últimas décadas y tienden a predominar sobre las demás clases sociales. Algunos indicadores darían pie para, al menos, poner en duda esta proposición. De acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en el país se observa que la incidencia de la pobreza no sólo continúa siendo elevada, sino que no ha tenido un decremento significativo en las últimas décadas e incluso se incrementó entre 2008 y 2010 a raíz de la crisis económica. En 2010, 46.2% de la población se encontraba en pobreza multidimensional y 57.7% en pobreza de patrimonio medida por ingresos; estas cifras eran de 44.4% y 52.3% en 2008, respectivamente (CONEVAL 2011: 79, 2012: 29).
Asimismo, si bien la desigualdad de ingreso medida con el índice de Gini se redujo de .543 en 1992 a .499 en 2010 (coneval2012: 38), es de resaltarse que el valor de este índice se ha mantenido cercano a .5 a lo largo del periodo, lo cual equivale a un alto nivel de desigualdad. Otros indicadores también dan señales de una situación crítica. La tasa de desocupación ha aumentado en los últimos años, pasando de 3.5% en el segundo trimestre de 2005 a 4.9% en el mismo trimestre de 2012, con un record máximo de 6.2% en el tercer trimestre de 2009, relacionado con la crisis económica iniciada en 2008 (CONEVAL 2012:20). La comparación entre la población nacional y aquélla que conforma el quintil más pobre muestra rostros adicionales de la polarización social, con brechas importantes en relación al acceso a educación, salud, seguridad social y alimentación, entre otros factores. Derivado de los indicadores sociales adversos y de las crisis económicas recurrentes, se ha generado una discusión tanto en nuestro país como a nivel internacional en torno a los resultados del actual modelo económico y la necesidad de considerar modelos alternativos.
Pero la presentación de estos indicadores es útil tan sólo a manera de contextualización y no permite dimensionar el tamaño de las clases medias en el país o evaluar su posible incremento. Aunque habría consenso en que las clases medias constituyen un sector que ocupa un lugar intermedio en la estratificación social, no existe un acuerdo en cuanto a los criterios que deben usarse para definirla e identificarla. Por tanto, para abordar la interrogante planteada se requiere una discusión y posicionamiento sobre la definición de “clases medias” y, derivado de ello, la metodología para identificarlas, medirlas y analizar empíricamente su evolución. Evidentemente, los resultados del estudio empírico dependerán de la definición conceptual que se adopte y de las decisiones metodológicas que se tomen para el análisis.
Las posturas podrían clasificarse en términos de su vinculación disciplinaria, principalmente con la Economía y la Sociología. Desde una perspectiva económica, las clases sociales comúnmente se definen teniendo como dimensión central el bienestar económico y se identifican principalmente mediante el nivel de ingreso (o en ocasiones el consumo), utilizando variables tales como fractiles de ingreso, umbrales de ingreso o criterios estadísticos. En cambio, desde una perspectiva sociológica, aunque existen diversas aproximaciones para conceptualizar las clases sociales (marxista, weberiana, durkheimiana), éstas tienen en común que se privilegia una definición vinculada con las características de la estructura productiva y de los mercados laborales. Desde una perspectiva neo-weberiana, por ejemplo, la identificación de la pertenencia a una clase social se basa en variables como el tipo de ocupación, las habilidades aplicadas en el trabajo y la posición en las relaciones laborales y productivas. Estas características se encuentran relacionadas con las oportunidades de vida de cada individuo, esto es, con las oportunidades de acceder a los bienes y servicios de una sociedad de acuerdo con su situación de clase (Breen, 2005).
Al proporcionar la evidencia empírica de su afirmación, Calderón se refiere al cambio en los patrones de consumo de los mexicanos, que equipara con la mejora en su calidad de vida. Específicamente menciona el mayor acceso a vivienda, automóviles, salud, educación, entretenimiento y bienes durables (como electrodomésticos y computadoras), los cuales considera bienes propios de la clase media. Cabría preguntarse si el mayor acceso a este tipo de bienes constituye una prueba del aumento de las clases medias o si es más bien consecuencia de la reducción de su costo, que los hace accesibles para un sector más amplio de la población. Si uno se remite a la fuente citada por el ex presidente, la definición de lo que entienden por clases medias resulta imprecisa, al igual que la metodología utilizada para su identificación y análisis. Con base en criterios de mercadotecnia y datos exclusivos para población urbana, los autores señalan que la clase media estaría integrada por 52.6% de la población urbana en 2002 y 52.9% en 2008 (De la Calle y Rubio, 2010: 17). Abundan los datos estadísticos que describen distintas características de la población nacional, pero la información presentada y la metodología utilizada no aporta evidencia para sostener de manera convincente la hipótesis de un predominio o incremento de este sector social.
Asimismo, un informe reciente del Banco Mundial concluye, con base en otro criterio de identificación, que durante la primera década de este siglo las clases medias aumentaron en México, así como en el resto de América Latina (Ferreira et. al., 2013).
Aún no se ha realizado un análisis empírico desde una perspectiva sociológica sobre la evolución de las clases medias en México en tiempos recientes. Una investigación de este tipo aportaría a la discusión al incorporar otros criterios teórico-conceptuales y metodológicos que podrían complementar los hallazgos de los estudios económicos.
En síntesis, la información con la que se cuenta no hace posible llegar a un juicio incontrovertible sobre el tamaño y la evolución de las clases medias en México como sugiere la afirmación de Felipe Calderón. Mientras que su gobierno se preció de haber puesto en práctica acciones que ampliaron este sector, la nueva administración ha expresado su intención de fortalecerlo y expandirlo mediante políticas que incrementen el bienestar social. Dada la importancia que este tema ocupa en el discurso político y en la valoración del éxito de la política pública, sería relevante avanzar en una discusión sobre qué entender por clases medias en el país y cómo medirlas para dar cuenta de los efectos de las políticas en este ámbito.•
Nota:
I. (Calderón 2012: minuto 14)
Bibliografía:
I. Benza, Gabriela (2012) Estructura de clases y movilidad intergeneracional en Buenos Aires: ¿el fin de una sociedad de “amplias clases medias”?, Tesis de Doctorado, El Colegio de México.
II. Breen, Richard (2005) “Foundations of neo-weberian class analysis” en E. O. Wright, Approaches to class analysis, Cambridge: Cambridge University Press, 31-50.
III. Calderón, Felipe (2012) Discurso ante el Consejo de Relaciones Exteriores, Washington D.C., 24 de septiembre 2012, en http://www.youtube.com/watch?v=puTkLPvXoEw, consultado el 31 de enero 2013.
IV. CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) (2012) Informe de evaluación de la política de desarrollo social en México 2012, México: CONEVAL.
V. —–,(2011) Pobreza en México y en las entidades federativas 2008- 2010, México: CONEVAL.
VI. Cruces, Guillermo, Luis Felipe López Calva y Diego Battistón (2011) Down and out or up and in? Polarization-based measures of the middle class in Latin America, Documento de trabajo 113, CEDLAS, febrero 2011.
VII. De la Calle, Luis y Luis Rubio (2010) Clasemediero. Pobre no más, desarrollado aún no, México: CIDAC.
VIII. Ferreira, Francisco H. G., Julian Messina, Jamele Rigolini, Luis Felipe López-Calva, María Ana Lugo y Renos Vakis (2013) Economic mobility and the rise of the Latin American middle class, Washington D.C.: The World Bank.
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