La empresa, que dice velar por la salud de los mexicanos mientras defiende un mercado de 55 mil millones, rechaza que los empaques informen sobre los ingredientes dañinos en sus productos, porque “desincentivará las ventas”
Por: Kennia Velázquez / @KenniaV
El discurso de Nestlé, una de las mayores empresas de alimentos del mundo, está plagado de contradicciones, pues por una parte dice estar a favor de la salud y asegura que sus productos contribuyen a la buena alimentación; y por otro se opone para que se conozcan con detalle los ingredientes que utilizan y a que se modere su mercadotecnia.
Esa actitud se entiende mejor cuando se sabe que su mercado tan solo en México, país donde se discute en estos momentos un nuevo etiquetado frontal de advertencia en los alimentos procesados, alcanza los 55 mil millones de pesos. Las actitudes de Nestlé México para oponerse a la medida suben de tono y también los recursos para cabildeo y propaganda.
Nestlé México ha solicitado a sus proveedores “su oportuna intervención” ante el gobierno federal para que se opongan al etiquetado frontal recientemente aprobado pues “desincentivará” el consumo de sus productos al calificarlos “como dañinos para la salud”.
Pese a que la empresa asegura que han añadido “13 millones de porciones de frutas y verduras a sus productos infantiles, se desarrollaron 300 productos de nutrición avanzada, se invirtieron 280 mdp en renovación e innovación y que el cereal de grano entero es su ingrediente número 1”, se oponen a que los consumidores mexicanos sepan con mayor precisión los ingredientes que contienen sus productos.
La multinacional considera que el etiquetado frontal de advertencia, que indicará a los consumidores si un alimento es alto en grasas, azúcares o sodio “trasgrede los principios establecidos en tratados comerciales internacionales”.
En 2016 México emitió una alerta epidemiológica por obesidad, sobrepeso y diabetes, para atender el asunto hace unas semanas se aprobaron una serie de medidas, entre ellas que en los empaques se advierta si el producto contiene nutrientes críticos, pero la empresa suiza que asegura que tienen más de “85 años de brindar nutrición, salud y bienestar a las familias mexicanas”, parece oponerse a estas acciones.
Fausto Costa, Presidente Ejecutivo de Nestlé México, quien firma la misiva, explica que la prohibición del uso de personajes llamativos para los niños y niñas o que se impida que contengan juguetes se extralimita. Esta misma medida se tomó en Chile y la evidencia proporcionada por el Ministerio de Salud de ese país revela que la compra de productos ultraprocesados ha disminuido.
Costa asegura que el etiquetado viola la propiedad intelectual e industrial, por las modificaciones que deberán hacer a los empaques de los productos, además la prohibición de publicitarse en redes sociales implicará hacer cambios en sus estrategias de comercialización y marketing.
También muestra preocupación porque la ley no toma en cuenta a los socios comerciales de México, Estados Unidos y Canadá, que no tienen regulación en las etiquetas y “se corre el riesgo de generar controversias internacionales”, además del costo adicional que les significaría hacer envases para los distintos países.
Finalmente, el ejecutivo de Nestlé México hace un llamado a los proveedores a intervenir para “evitar la destrucción de las fuentes de empleo”, idea que se ha utilizado en varios países para desalentar a los tomadores de decisiones a optar por políticas que protejan la salud de los ciudadanos. Un estudio realizado por el investigador Barry Popkin de la UNC Gillings School of Global Public Health, señala que no hubo ningún cambio significativo en los empleos ni en los sueldos de los trabajadores de la industria chilena con las medidas tomadas para informar a los consumidores sobre los alimentos procesados que adquieren.
La postura del CEO en México contrasta con la asumida por Leo Leiman, presidente ejecutivo de Nestlé Chile que define a la ley chilena de etiquetado como “algo interesante, innovador y ha sido exportada. Por lo tanto, no es algo malo”.
Nestlé ha señalado que cada año reformulan un tercio de sus productos “para hacerlos más saludables”, la empresa declaró que entre 2014 y 2017 invirtió 30 millones de pesos en investigaciones sobre nutrición que se reflejan en sus productos. Una cifra irrisoria en comparación con sus ganancias.
Según el informe financiero de 2018 de Nestlé, México es el sexto país donde más se vendieron sus productos, el año pasado sus ingresos alcanzaron los 2 mil 813 millones de francos suizos, es decir, 55 mil millones de pesos por ventas realizadas por sus 15 empresas de leches, cereales, chocolates, agua, sazonadores, alimentos infantiles y para mascotas.
En su informe más reciente, la Organización Panamericana de la Salud señala que los mexicanos consumieron 27.2 kilocalorías por día en 2016 provenientes de los cereales para el desayuno. Estos productos que miles de niños y niñas consumen cada mañana se exceden en la cantidad recomendada de sodio y azúcares libres.
La Unicef ha señalado que en México 1 de cada 20 niñas y niños menores de 5 años y 1 de cada 3 entre los 6 y 19 años padece sobrepeso u obesidad, por eso las estrategias para desincentivar el consumo de productos ultraprocesados incluyen dejar de utilizar personajes populares entre los infantes.
Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la administración federal le pagó a Nestlé 5 mil 350 millones de pesos por compra de productos para su programa “Cruzada contra el Hambre”, con la que se pretendía combatir la desnutrición en zonas marginadas.
En esos años en que se impulsaba una Estrategia Nacional para la Prevención y Control de Sobrepeso, Obesidad y la Diabetes, se le permitió a la empresa participar en otro programa, “Mi Dulce Negocio”, que buscaba capacitar a 15 mil mujeres de comunidades de escasos recursos para vender postres como una posibilidad de autoempleo, en el que se utilizaban las distintas marcas de Nestlé. Para el programa se destinaron 4 mil 400 millones de pesos, no hay información de cuánto de ese monto se le pagó a la empresa.
Ahora con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Nestlé ha anunciado la puesta en marcha de una planta de café en Veracruz con una inversión de 150 millones de dólares.
Caficultores de la entidad han manifestado su rechazo a la planta y han pedido al gobierno que no subsidie las plantaciones de café robusta para Nestlé, funcionarios federales han dicho a la prensa que se les dará apoyo a los interesados en sembrar esa variedad para la trasnacional: se dará cierta cantidad por hectárea (aún no determinada) y se les entregará un “paquete tecnológico: fertilizante, fungicida y la asesoría técnica”.
Los productores cafetaleros de Veracruz solicitaron a López Obrador y al gobernador Cuitláhuac García Jiménez que realicen una consulta pública en las 10 regiones productoras antes de instalar la planta de Nestlé, pues temen que los plantíos arábigos se vean desplazados y se importen granos de Brasil y Vietnam, pues Nestlé quiere incrementar su producción de café soluble mientras que los productores locales buscan promover el consumo de aromático de calidad.
Nestlé repite constantemente que será a través de la educación como se logrará reducir los índices de obesidad infantil. Y una de sus estrategias es acercarse a las secretarías de educación pública en los estados mediante las firmas de convenios de colaboración y así llegar a niños y niñas de preescolar y primaria.
Mediante el programa Nestlé por Niños Saludables (NXNS) que tiene una duración de seis años se “promueve la adopción de hábitos de estilo de vida saludables”, formando al personal docente y brindando orientación alimentaria a padres de familia.
Nestlé ha informado que el programa desde 2006 “ha impactado a 4.5 millones de pequeños de más de seis mil escuelas primarias de Veracruz, Ciudad de México, Estado de México y Guanajuato, e incluir a niños de comunidades indígenas y con capacidades diferentes”. Su meta es llevar su mensaje a cinco millones de niños y niñas mexicanos en los próximos años.
A pesar de que Nestlé dice ser una empresa “con responsabilidad social” y que sus acciones están alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, numerosas denuncias de organizaciones no gubernamentales muestran lo contrario. Algunas de las acusaciones que se han hecho en contra de la empresa suiza son:
La fundación Changing Markets informó en su estudio “Sacando el Jugo”, que los productos lácteos para bebés comercializados por Nestlé, no tienen base científica para respaldar los beneficios que dicen promover, sino que sólo toman en cuenta las preferencias de los consumidores, guiándose por un deseo de aumentar la cuota de mercado y los beneficios de los fabricantes.
La fundación analizó productos lácteos de la trasnacional y encontró que no han cumplido con sus compromisos de “eliminar los compuestos de sacarosa de sus productos para bebés menores de 12 meses”.
La empresa suiza dice que entre 2015 y 2018 se ha acercado a más de 3 millones de padres de familia para brindarles información nutricional. Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil han denunciado que Nestlé, mediante el patrocinio de investigaciones; el financiamiento que le otorga a la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud) y con otras actividades lo que realmente hace es desincentivar la lactancia en el país y promover la adquisición de sus productos como las fórmulas lácteas.
El informe de Greenpeace International Quemando la casa revela como Nestlé entre otras empresas han comprado aceite de palma a productores vinculados con los casi 10 mil incendios que han arrasado los bosques de Indonesia en el presente año.
“Las grandes marcas siguen queriendo mostrar una fachada verde y de sostenibilidad. Pero la realidad es que sus cadenas de suministro empiezan en un contexto de delincuencia y destrucción forestal. Las compañías responsables de los incendios y que se benefician financieramente de ellas deberían hacerse responsables de esta agresión ambiental y los devastadores impactos en la salud causados por los incendios”, dice la organización ambientalista.
El movimiento Break Free From Plastic Movement informó que Nestlé es la tercer marca más contaminante del mundo con plásticos de un solo uso y señalan sus voceros que “para abordar la crisis continúan confiando en soluciones falsas como reemplazar el plástico con papel o bioplásticos e impulsan un sistema de reciclaje global que no funciona.
Greenpeace México ha pedido a Nestlé que divulgue pública y anualmente la información completa sobre la huella plástica de los empaques que produce; que haga un compromiso inmediato de reducción en el total de los empaques plásticos innecesarios y más problemáticos. Y que invierta en reutilización y en sistemas de entrega, “de tal forma que los consumidores puedan adquirir los productos de sus compañías sin plástico de un solo uso en el punto de venta”.
En agosto de 2018 el Ministerio de Salud de Chile prohibió de manera preventiva de la distribución y el consumo de una leche NAN prematuros de Nestlé tras confirmar la presencia de la bacteria Staphylococcus aureus, la más peligrosa de todos los estafilococos y que pueden causar desde infecciones en la piel, hasta neumonía, infecciones de las válvulas cardíacas e infecciones óseas. Semanas antes del descubrimiento, habían detectado la presencia de mohoen más de 10 mil unidades de leche.
La asociación sin fines de lucro Healthy Babies Bright Futures (HBBF) probó entre 2014 y 2017 en 14 áreas metropolitanas de Estados Unidos, cerca de 170 alimentos para bebés en busca de metales pesados como plomo, arsénico, cadmio y mercurio. Lo que encontraron fue que el 95 por ciento de las muestras analizadas contenían dichos metales, y una cuarta parte de los alimentos para bebés analizados contenían los cuatro químicos. Entre las 60 marcas analizadas se encuentra Gerber, propiedad de Nestlé.
En concentraciones suficientemente altas, estas sustancias químicas podrían tener efectos perjudiciales en el desarrollo del cerebro de un niño, incluido su coeficiente intelectual. El informe detectó al arsénico como el “metal tóxico primario de preocupación”, y a los cereales a base de arroz como “la principal fuente de arsénico en las dietas de los bebés”. La exposición a esta sustancia se relaciona con problemas de desarrollo cerebral en los niños, incluida una función motora más lenta, memoria disminuida y coeficiente intelectual en las mismas condiciones. También puede provocar defectos de nacimiento y un mayor riesgo de cáncer, enfermedades cardíacas y diabetes.
Así Nestlé México dice que sus productos “han sido motor para que nuestra entidad ofrezca a su gente alternativas para proporcionar sustento a sus familias”. Y pone a disposición de sus proveedores a su equipo de Asuntos Corporativos de Nestlé México para que redacten las cartas para oponerse al etiquetado, parafraseando su eslogan, buscan seguir con su Bad food, good business.
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