El informe “Uniendo fuerzas por la educación de las personas refugiadas”, de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), alerta que con el COVID-19, el potencial de millones de niños refugiados de todo el mundo se verá aún más amenazado que antes de la pandemia.
Y es que los niños refugiados se han visto particularmente afectados por la crisis provocada por el nuevo coronavirus debido a las condiciones de extrema vulnerabilidad en las que vivían previamente.
La mitad de los niños refugiados del mundo no estaban escolarizados antes del cierre de las escuelas, y el informe de ACNUR plantea que su situación será cada vez más difícil:
“Antes de la pandemia, un niño refugiado tenía el doble de probabilidades de no asistir a la escuela que un niño no refugiado. Esta situación sin duda va a empeorar: muchos niños y niñas refugiados probablemente no tendrán la oportunidad de retomar sus estudios por el cierre de escuelas, las graves dificultades para pagar las tasas de matriculación, uniformes o libros, la falta de acceso a tecnologías o porque se ven obligados a trabajar para ayudar a sus familias”.
ACNUR señala que las cifras de escolarización en niños y jóvenes refugiados son más bajas que el promedio mundial. Y alerta que el COVID-19 podría echar para atrás cualquier avance que se haya logrado en los últimos años para cerrar esta brecha.
“Aunque la tasa bruta de matriculación en enseñanza primaria es del 77%, solo el 31% de los jóvenes está matriculado en secundaria. A nivel de educación superior, solo el 3% de los jóvenes refugiados han podido matricularse”.
Las situación de las niñas refugiadas es aún más alarmante: “ya tenían un menor acceso a la educación que los niños y tienen la mitad de probabilidades de continuar sus estudios en educación secundaria”.
Peor aún: ACNUR estima que, tras la crisis de 2020 la mitad de las que cursan estudios de secundaria no regresarán a clase cuando las escuelas reabran.
“En los países donde la tasa bruta de matriculación de las niñas refugiadas en secundaria ya era inferior al 10%, todas las niñas corren el riesgo de abandonar sus estudios definitivamente, una predicción alarmante que tendría un impacto en las generaciones venideras”.
La organización hace un llamado a que gobiernos, sector privado y sociedad civil, entre otros, unan fuerzas para fortalecer los sistemas educativos. Advierte que, de lo contrario, se corre el riesgo de producir una generación perdida de niños y niñas refugiados privados de educación.
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