Las organizaciones Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global Justice Now y Oxfam han advertido que en los 70 países más pobres solamente una de cada diez personas tendrá acceso a la vacuna contra COVID-19.
En contraste, las naciones más ricas han comprado dosis suficientes para vacunar casi tres veces a toda su población antes del final de 2021, señala Amnistía Internacional.
Todas las dosis de Moderna y el 96% de las de Pfizer/BioNTech han sido adquiridas por países ricos y a lo largo de este año sólo podrán llegar al 18% de la población mundial como máximo.
“Canadá encabeza la lista con vacunas suficientes para vacunar cinco veces a cada canadiense. Los datos actualizados muestran que los países ricos, que representan sólo el 14% de la población mundial, han comprado hasta el 53% de las vacunas más prometedoras hasta la fecha”.
Las organizaciones, que forman parte de la Alianza Vacuna del Pueblo, piden a los gobiernos y la industria farmacéutica tomar medidas urgentes para garantizar la producción de dosis suficientes para todos.
De acuerdo con esta alianza, hasta el momento 67 países de ingresos bajos y medianos bajos podrían quedarse atrás mientras los países ricos avanzan hacia la salida de la pandemia. Cinco de esos países, Kenia, Myanmar, Nigeria, Pakistán y Ucrania, suman al momento un total de casi 1.5 millones de casos.
“Nadie debería quedarse sin una vacuna que salva vidas por el país en el que vive o por la cantidad de dinero que tiene en el bolsillo. Pero, a menos que algo cambie radicalmente, miles de millones de personas en todo el mundo no recibirán una vacuna segura y efectiva contra la COVID-19 en los próximos años”, señaló recientemente Anna Marriott, responsable de políticas de salud de Oxfam.
La alianza señala que una sola empresa no puede esperar abastecer a todo el mundo y que sólo el intercambio abierto de tecnología entre productores de vacunas puede hacerlo posible, por lo que pide a las farmacéuticas que trabajan en vacunas contra la COVID-19 que compartan su tecnología y la propiedad intelectual abiertamente a través del Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19 de la Organización Mundial de la Salud.
Pide asimismo, que los gobiernos que hagan todo lo que esté en su mano para garantizar que las vacunas contra la COVID-19, que son un bien público mundial, sean gratuitas para la población, y se distribuyan de forma equitativa y basada en las necesidades.
“El acaparamiento de vacunas socava activamente los esfuerzos mundiales para garantizar que todas las personas, en todas partes, puedan estar protegidas contra la COVID-19. Los países ricos tienen obligaciones claras en materia de derechos humanos: no sólo deben abstenerse de acciones que puedan perjudicar el acceso a las vacunas en otros países, sino que han de cooperar y prestar asistencia a los países que la necesiten”, lamentó Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional.
Cockburn asegura que, al comprar la inmensa mayoría del suministro de vacunas del mundo, los países ricos están incumpliendo sus obligaciones en materia de derechos humanos.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha advertido que el mundo está alcanzando un “hito desgarrador” mientras las vacunas llegan rápidamente a los países ricos y los pobres no reciben ninguna.
“Estamos viendo un vacío de vacunas. La ciencia tiene éxito, pero la solidaridad falla. El mundo debe actuar con mucha más solidaridad”, ha declarado António Guterres, secretario general de la ONU.
Naciones Unidas coincide con lo expuesto por AI: las vacunas están llegando rápidamente a los países de ingresos altos, mientras que los más pobres del mundo no tienen ninguna, lo que ha dado lugar a una brecha enorme.
El organismo internacional insiste en que se requieren fondos que financien el mecanismo COVAX, creado con el fin de que las vacunas estén disponibles y sean asequibles para todos y que los fabricantes “profundicen su compromiso de trabajar con el COVAX y con los países de todo el mundo para garantizar un suministro suficiente y una distribución justa de las inmunizaciones”.
En este contexto, Guterres lamenta que la pandemia sea cada vez más grave por “la ausencia de un esfuerzo coordinado a nivel mundial” y afirma que las principales economías del mundo tienen una responsabilidad especial; sin embargo, existe una “fiebre nacionalista de vacunación” que resulta contraproducente y retrasa la recuperación global.
“El COVID-19 no se puede vencer en un país a la vez”, afirma Guterres.
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