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Panorama de la diabetes en México

por Mario Luis Fuentes / Saúl Arellano

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Cómo citar este documento:

  • Fuentes, Mario Luis; Arellano, Saúl. “Panorama de la diabetes en México, 2018”. México Social. [Fecha de consulta]. Recuperado de: liga del documento

Introducción y contexto

[1]

La diabetes mellitus tipo II es la epidemia del siglo XXI en México. La mortandad que está generando es de una magnitud que no tiene precedente en la historia epidemiológica del país, y su presencia y expansión creciente se debe a la suma de múltiples factores, tanto individuales como ambientales.

Se trata de un padecimiento que se debe mayoritariamente a la combinación de determinantes sociales de la salud, cuya persistencia no puede explicarse sin considerar un estado de incumplimiento generalizado de los derechos económicos, sociales y ambientales (DESCA) de la población.

A partir de la década de los 90, México comenzó a atestiguar un acelerado incremento en el número de personas con diabetes mellitus y comenzaron a producirse estudios para determinar si el problema se debía a una cuestión genética o más bien a factores ambientales o socioculturales y económicos, como la composición de la dieta de las personas.

Así, por ejemplo, en un estudio desarrollado en comunidades indígenas otomíes del estado de Michoacán, se llegó a la conclusión de que la prevalencia de la diabetes mellitus era más bien baja, y que su incremento estaba asociado a la dieta de las personas.

En efecto, en las conclusiones del artículo mediante el cual se difundieron los resultados dice:

“Se sabe que existen diferencias metabólicas de origen genético que hacen a los indoamericanos especialmente susceptibles a enfermedades crónico-degenerativas.28 Las evidencias sugieren que la dieta ha jugado hasta la fecha un papel protector en los indígenas mexicanos. Del presente trabajo se hace evidente la necesidad de un estudio que precise los factores de la dieta implicados en el fenómeno de la nutrición de grupos indígenas, que apoye el diseño de medidas preventivas ante la inminente transculturación de los tradicionales patrones de alimentación en las comunidades indígenas mexicanas”.[2]

Igualmente, de acuerdo con el sitio electrónico sobre diabetes de la Organización Panamericana de la Salud, la obesidad constituye quizá el principal factor de riesgo para adquirir esta enfermedad. En este sitio se afirma lo siguiente:

“La epidemia de obesidad, causante del aumento de la diabetes, está impulsada en gran parte por dos tendencias que van de la mano: un cambio en los hábitos alimentarios de la población (aumento del consumo de alimentos con un denso contenido energético, ricos en grasas saturadas, azúcares y sal) y la reducción de la actividad física (entre el 30 y el 60% de la población en las Américas no alcanzan el nivel mínimo recomendado de actividad física como por ejemplo, caminar durante 30 minutos al día). Se considera que un adulto está en sobrepeso si tiene un índice de masa corporal (IMC) de entre los 25 y 29,9 kg/m2 y es obeso si posee un IMC superior a 30 kg/m2. Algunas investigaciones han demostrado una sólida relación entre la obesidad y la diabetes. De este modo, el aumento del IMC se asocia con un mayor riesgo de sufrir diabetes así como, la obesidad abdominal se ha convertido en un factor predictivo fiable de sufrir esta enfermedad”[3].

Debe decirse adicionalmente que, si bien la obesidad es un factor de riesgo, esta a su vez también está determinada por factores que van mucho más allá de lo individual; a saber:

  1. La pobreza, la cual que impide a las personas más pobres adquirir alimentos nutritivos e inocuos; pero también evita que las personas desarrollen actividades físicas o deportivas debido a la falta de tiempo libre; en efecto, de acuerdo con información del INEGI, dada a conocer a través del Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico (MOPRADEF) 2017, en México hay más de 5 millones de personas, que viven en 32 áreas urbanas de 100 mil habitantes o más, que son inactivas físicamente debido a los siguientes factores:
  2. La marginación y la violencia, que, como se observa en el cuadro anterior, son factores que inhiben la activación física de las personas. A este dato hay que agregar el hacinamiento en las viviendas y la falta de servicios sociales complementarios indispensables para la práctica deportiva o el ejercicio, como la disponibilidad de agua o contar con baño en la vivienda.
  3. La debilidad regulatoria del mercado de los alimentos, como, por ejemplo, la venta indiscriminada de comida chatarra, ya sean en escuelas de educación básica o en sus alrededores, en parques públicos o en espacios de convivencia social como son los centros comerciales en las principales zonas metropolitanas y ciudades medias del país.
  4. Lo anterior se traduce también en débiles normas de producción y etiquetado de alimentos, que llevan a la venta indiscriminada de productos dañinos a niñas y niños, así como en el diseño de productos altamente dañinos, privilegiando el interés económico sobre la salud de la población. Tal es el caso de las bebidas azucaradas o la comida con altos contenidos grasos.

Al combinar estos y otros factores, se ha generado un “caldo de cultivo” que facilita la reproducción y la pervivencia de las condiciones determinantes de la epidemia, lo cual, a su vez, está llevando a un círculo vicioso que tiene severas consecuencias para las familias: personas amputadas, ciegas o que fallecen por diabetes o causas asociadas, como la insuficiencia renal, amén del gasto en servicios de salud que, de continuar así, llevará al país (en un no muy lejano horizonte) a una lógica de gran presión financiera.

De acuerdo con algunas estimaciones, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) gasta ya alrededor de 50 mil millones de pesos anuales en la atención de este padecimiento. De continuar la tendencia, en el año 2050 el IMSS requeriría un presupuesto de 340 mil millones de pesos (a valores actuales) para hacer frente a esta problemática[4].

Asimismo, según los datos de la ENSANUT, las personas con diabetes gastan cada año alrededor de 700 dólares per capita (alrededor de 14,000 pesos), lo cual representa una enorme erogación, sobre todo para los más pobres, considerando que en el país hay al menos 7 millones de personas viviendo con esta enfermedad. El costo es estratosférico, pues equivale a una suma de alrededor de 98 mil millones de pesos anuales.

Como puede verse, los costos en calidad de vida, en pérdidas humanas y en gasto de recursos públicos y privados son insostenibles y constituyen quizá el mayor reto de política social para la próxima administración, la cual debería cambiar el enfoque y pasar de una visión que tiene el objetivo de “combatir la pobreza” a otro en el que la prioridad se encuentre en reducir drásticamente el número de muertes evitables que tenemos en el país[5].

Lo que es evidente es que México no puede continuar por esta ruta y que lo urgente es construir un nuevo curso de desarrollo que implique modificar radicalmente las políticas de salud, alimentación, desarrollo social y desarrollo sostenible. Solo así, de la mano de una nueva ética de consumo, podremos darle la vuelta a este letal capítulo de la salud pública en nuestro país.

Magnitud de la morbilidad y la mortalidad por diabetes en México

De acuerdo con el Anexo Estadístico del VI Informe de Gobierno del Poder Ejecutivo Federal, la tendencia de la morbilidad por diabetes en el país es aceleradamente creciente: entre los años de 2000 y el 2017 se confirmaron 7.32 millones de casos nuevos, y debe destacarse que entre 2000 y 2009 el promedio anual de nuevos casos diagnosticados fue de alrededor de 370 mil, mientras que de 2010 a 2018 el promedio anual se incrementó a poco más de 402 mil casos anuales. Esto implica, en términos relativos, un incremento promedio de 8% entre ambos periodos.

El incremento que se tiene en números absolutos también es creciente en términos relativos, pues, según el Informe de Gobierno citado, la tasa de morbilidad por esta enfermedad ha tenido incrementos estadísticamente significativos en los últimos 20 años.

En efecto, mientras que en el año 2000 la tasa de morbilidad por este padecimiento era de 284 casos por cada cien mil habitantes, para el año 2018 se ubicaría, según las proyecciones realizadas, en 343.4 casos por cada 100 mil.

Así, puede afirmarse que, de continuar las condiciones de pobreza, malnutrición, rezago, marginación social y violencia, aunadas a la insuficiencia de servicios sociales y de salud y al acelerado proceso de envejecimiento de la población, estas tasas podrían incrementarse aceleradamente en los siguientes 10 años.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) tiene un registro de 1.37 millones de defunciones por diabetes en el periodo que va del año 2000 al 2017 y, utilizando una proyección para estimar el número esperado para 2018, la cifra ascendería a 1.48 millones de personas.

A fin de dimensionar la magnitud de este dato, es pertinente señalar que el estado de Quintana Roo tenía en el año 2015 una población total de 1.5 millones de personas, por lo que es válido sostener que entre 2010 y 2018 ha fallecido en el país por diabetes una cantidad de personas similar al total de los habitantes de esa entidad. 

Este acelerado crecimiento en el número anual de defunciones por diabetes se corresponde con un importante incremento en la tasa de mortalidad registrada en el país por esta causa, la cual pasó de 46.1 defunciones por cada 100 mil habitantes en el año 2000, a un indicador de 72.6 en el año 2010, y a uno estimado de 92.8 en el año 2018.

Debe señalarse, además, que entre los años 1998 y 2017 se han acumulado 1.46 millones de defunciones por diabetes en el país y que son las entidades más pobladas las que proporcionalmente concentran también el mayor número de casos, destacando en ese sentido que la Ciudad de México, que, con una población de alrededor de 45% menos que la del Estado de México, concentra un número absoluto mayor respecto de esa entidad, tal como se muestra en la siguiente gráfica:

La tendencia, como ya se dijo, es aceleradamente creciente y, de no modificarse su trayectoria, en el año 2030 el número de defunciones por diabetes mellitus podría llegar a 149 mil casos anuales, y para el año 2040 a 182,786 defunciones solo por esta causa.

Fuente: elaboración propia con base en las estadísticas de mortalidad de www.inegi.org.mx

En términos de tasas, esta tendencia se traduciría en una muy elevada tasa de mortalidad por la causa en análisis, llegando, si el estado de cosas no se modifica, a prácticamente 120 casos por cada 100 mil habitantes en el año 2030, indicador que representaría un incremento de aproximadamente 260% en solo 30 años, tal y como se muestra en la siguiente gráfica.

Tendencias estatales

México es un país con marcadas diferencias y desigualdades regionales. Por ello es importante tener claridad respecto de cómo se comportan las trayectorias de la mortalidad por diabetes en cada una de las entidades de la República.

En términos de política pública, lo anterior permite definir prioridades de intervención, así como una mejor distribución de los recursos y capacidades, tanto para la atención, como para la prevención de este padecimiento.

En esa lógica, se presentan a continuación los datos disponibles, sintetizados en gráficos, respecto de dos indicadores clave: a) el número de defunciones anuales y su trayectoria para el periodo 2000-2017 y b) el porcentaje que el número de defunciones por diabetes representa respecto de la mortalidad general en la entidad, a fin de mostrar el nivel de carga que tiene esta enfermedad en la mortalidad general del estado respectivo.

Debe decirse, además, que este indicador se compara en cada estado con la tendencia nacional, a fin de tener como indicador de referencia lo que ocurre como promedio en el país[6].

2.1. Aguascalientes

2.2. Baja California

2.3. Baja California Sur 

2.4. Campeche

2.5. Coahuila

2.6. Colima

2.7. Chiapas

2.8. Chihuahua

2.9. Ciudad de México 

2.10. Durango

2.11. Guanajuato

2.12. Guerrero

2.13. Hidalgo

2.14. Jalisco

2.15. Estado de México 

2.16. Michoacán 

2.17. Morelos

2.18. Nayarit

2.19. Nuevo León 

2.20. Oaxaca

2.21. Puebla

2.22. Querétaro

2.23. Quientana Roo

2.24. San Luis Potosí

2.25. Sinaloa

2.26. Sonora

2.27. Tabasco

2.28. Tamaulipas 

2.29. Tlaxcala

2.30. Veracruz

2.31. Yucatán 

2.32. Zacatecas

  1. Trayectorias probables del número absoluto y porcentaje de defunciones por diabetes, respecto de las defunciones totales por entidad federativa, 2018-2030[7]

Una vez determinadas las tendencias que registra la mortalidad por diabetes en las 32 entidades federativas, se llevó a cabo un análisis de proyección que permite visualizar cuál es el panorama en el mediano plazo, para cada una de las entidades, de continuar las tendencias actuales.

Esta proyección estima la trayectoria probable del porcentaje de defunciones por diabetes, con respecto del total de defunciones en la entidad. Al respecto, es importante considerar que la mortalidad general puede estar influida en varias entidades, sobre todo en los últimos 10 años, por las tendencias de mortalidad por homicidio, como son los casos de Chihuahua, Guerrero, Baja California y Guanajuato, en los cuales, el incremento en el número anual de defunciones debido a la violencia puede generar una “distorsión” en la percepción del peso específico de la mortalidad por diabetes en el marco de la mortalidad general en la entidad[8].

De manera adicional, es pertinente señalar que no hay un solo estado de la República en el que se registre una tendencia a la baja en el número absoluto de defunciones anuales; y, de hecho, la tendencia que se registra para todo el país es aceleradamente creciente.

Lo anterior muestra un estado generalizado de incumplimiento de los derechos económicos y sociales de las personas; lo que refuerza el argumento planteado inicialmente: México requiere construir, y urgentemente, un nuevo estilo de desarrollo que permita reducir la mortalidad evitable.

3.1. Proyección nacional

Proporción esperada de defunciones por diabetes, respecto de la mortalidad general en México, 1998-2030

3.2. Aguascalientes

3.3. Baja California

3.4. Baja California Sur

3.5. Campeche

3.6. Coahuila

3.7. Colima

3.8. Chiapas

3.9. Chihuahua

3.10. Ciudad de México

3.11. Durango

3.12. Guanajuato

3.13. Guerrero 

3.14. Hidalgo

3.15. Jalisco

3.16. Estado de México

3.17. Michoacán

3.18. Morelos

3.19. Nayarit

3.20. Nuevo León 

3.21. Oaxaca

3.22. Puebla

3.23. Querétaro

3.24. Quintana Roo

3.25. San Luis Potosí

3.26. Sinaloa 

3.27. Sonora

3.28. Tabasco

3.29. Tamaulipas

3.30. Tlaxcala

3.31. Veracruz 

3.32. Yucatán

3.33. Zacatecas 

[1] Nota técnica: Este documento se divide en tres secciones. A) en la primera de ellas, se describirán las tendencias nacionales de la morbilidad y la mortalidad por diabetes mellitus; b) la segunda contiene los datos disponibles para cada una de las entidades de la República a fin de dimensionar la magnitud de la mortalidad por diabetes en cada estado, comparándola con las tendencias que se tienen a nivel nacional; y c) en la tercera se presentan proyecciones lineales de la trayectoria probable del porcentaje de defunciones por diabetes, respecto de las defunciones totales de cada entidad, con el fin de presentar el panorama que tendríamos en el mediano plazo, de continuar las tendencias actuales.

[2] https://www.scielosp.org/scielo.php?pid=S0036-36342001000500010&script=sci_arttext&tlng=pt

[3] https://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=6718:2012-obesity-as-precursor-diabetes&Itemid=39448&lang=es Consultado el 08-11-2018

[4] Así lo declaró en 2017 el entonces director general del Instituto, Mikel Arriola: https://expansion.mx/economia/2017/08/28/este-es-el-costo-de-tratar-y-prevenir-la-diabetes Así se documentó también por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), en su edición de “Medio Camino” de 2016: “Dados los efectos de la obesidad en el aumento en riesgo de diabetes y otras enfermedades crónicas y dado su alto costo (alrededor de 67,000 millones de pesos en 2008) y la presión sobre los sistemas de salud, es importante incorporar la prevención de la obesidad como parte de la política de desarrollo social de México”. https://ensanut.insp.mx/documentos_analiticos.php

[5] Para el desarrollo e implicaciones del concepto de mortalidad evitable, véase: http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/DOCSAL7820.pdf

[6] La fuente de los datos de las gráficas que se presentan en adelante son las Estadísticas de Mortalidad con base en la CIE-2, de www.inegi.org.mx

[7] Estas proyecciones fueron construidas con base en la tendencia de mortalidad registrada entre 1998 y 2018; la fuente de información son las “estadísticas de mortalidad” de www.inegi.org.mx El ejercicio es una proyección con base en un Modelo ARIMA, cuyo resultado del R Cuadrado es de .767 por lo que se considera que es un modelo apropiado de estimación de las proyecciones, tal como se muestra en su tabla de resultados:

[8] Es importante decir que en este apartado se presentan dos imágenes para cd entidad, con los mismos datos; se consideró importante hacerlo así, porque en la primera se muestra gráficamente la tendencia observada; mientras que en la segunda se presentan los datos a fin de permitir su uso en otras investigaciones que busquen profundizar o verificar las estimaciones aquí presentadas.

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