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Parcialización educativa

Retomo el tema sobre el que comencé a divagar en mi artículo anterior. Decía que la polarización de los modelos de desarrollo socioeducativo que compiten en el mundo —y en nuestro país—, entre el esquema “neoliberal” de la capacitación para el trabajo y de la provisión de “competencias” profesionales, contra el proyecto idealista de la educación para la justicia social y el solidarismo, ha llevado a auténticos equívocos, que afectan a las autoridades que de manera coyuntural se hacen cargo de fijar las políticas públicas en este campo, provocando una parcialización educativa.

Por Luis Miguel Rionda*. Puedes seguir al autor en Twitter @Riondal

La SEP de la 4T, por ejemplo, ha querido imponer diques al crecimiento de las instituciones que conciben el proceso formativo como un esquema de libre competencia, donde se accede a los niveles superiores en función de las capacidades cognoscitivas registradas y documentadas mediante evaluaciones rigurosas y “científicas”. Esto en particular en las Instituciones de Educación Superior (IES), públicas y privadas. La 4T no acepta este modelo y lo etiqueta como “neoliberal”. Se está apostando a otro esquema donde se privilegia un acceso irrestricto, sin filtros, a los espacios de formación. A esto responden las Universidades para el Bienestar Benito Juárez, que definen su acceso mediante el “democrático” método del sorteo. Se privilegia así una pretendida justicia social por sobre los talentos cultivados o naturales de los aspirantes.

Desde mi punto de vista, los dos modelos tienen vicios y virtudes que deben ponderados. Creo firmemente en que la justicia no está peleada con la calidad educativa. Un egresado sin formación ni capacidades es un candidato idóneo a la frustración ante un mercado de trabajo que busca la excelencia en el desempeño ejecutivo u operativo. Vivimos en un esquema de libre mercado, donde la fuerza laboral forma parte de las mercancías en circulación. Una mercancía de mala calidad baja su precio o es desplazada por los mejores productos. Es la ley de hierro de la competencia liberal. Hay que aceptarla o rechazarla; pero en este caso cabe preguntarse con seriedad: ¿con qué?

Las instituciones educativas deben reforzar su esquema de becas al desempeño para garantizar la justicia ante los desamparados. El hijo, la hija de una familia en situación de carencia no debe encontrar obstáculos materiales a su formación, siempre que invierta su esfuerzo personal en su ilustración y formación, al mismo tiempo que reciba los contenidos cualitativos de una educación humanista, solidaria y crítica, que incida en la construcción de su ciudadanía plena. Para ello se requieren fuertes inversiones, constantes y evaluadas.

El actual castigo presupuestal a las IES “burguesas”, “fifís” o “neoliberales” es un error de dimensiones históricas. El crecimiento cuantitativo de la educación superior no puede darse en demérito de la calidad; eso sería un fraude a la nación. Pero esas IES tampoco pueden aplicar medidas de ahorro presupuestal sacrificando áreas del conocimiento que son consideradas marginales por su baja demanda, para concentrarse en aquéllas que son reclamadas por un mercado laboral determinado por la competencia económica.

Las universidades, en particular las públicas, deben mantener su abanico profesional, e incluso ampliarlo. No lo contrario. Lo universal viene inscrito en su nombre. Lo menciono teniendo en mente la pretensión de las autoridades de la Universidad de Guanajuato (UG) de cerrar “temporalmente” programas que no alcancen en su primera inscripción un umbral —al parecer— de 30 o 35 alumnos. Considero que eso dejaría fuera a la mitad de los programas de licenciatura de la UG, e incrementaría la afluencia a programas “tradicionales”, que tienen campos laborales saturados. Las humanidades y las ingenierías perderíamos presencia, empobreciendo la vida académica, alineándonos a la fuerza implacable de la demanda, que más bien es consecuencia de un severo problema de orientación vocacional de nuestra juventud. Viejos odres para nuevos vinos…

(*) Antropólogo social. Consejero electoral del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato. Profesor ad honorem de la Universidad de Guanajuato. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net – rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal

También puedes leer: “De cara al día de las y los maestros”

Saúl Arellano

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