Con el gusto de compartir un análisis desde las antípodas, ahora un acercamiento al papel del poder legislativo y la manera en la cual esta institución fundamental, se enfrenta al desafío de ser realmente un poder representativo, que legisle conforme a las demandas y necesidades de los nuevos tiempos.
Puedes seguir al autor José Ojeda Bustamante: @ojedapepe
Partamos así, de que la Ley no es algo pétreo, e inmodificable, sino un instrumento fundamental en la vida democrática y que, en México, por la constitución de nuestro sistema de gobierno, en tanto democracia representativa, la función de legislar, recae en el poder legislativo federal y los respectivos congresos locales.
Ocurren sin embargo algunos aspectos a resaltar antes de entrar en materia.
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Hace ya unos años, Foucault señalaba que “El poder, si se le miraba de cerca, no era algo que se dividía entre los que lo ostentaban y los que no lo tenían, sino que el poder, era y debía ser analizado como algo que circulaba y funcionaba —por así decirlo— en cadena.”
Hoy, justamente las tecnologías de la información, las redes sociales, la proliferación de organizaciones civiles y el ascenso de micropoderes en los puntos más remotos del mundo están teniendo un doble efecto en la vida de las naciones con regímenes democráticos como el mexicano.
Por una parte, abren un abanico de posibilidades para la participación, el diálogo, y la toma de decisiones cada vez más cercana al sentir realmente popular.
El ideal de la democracia directa parece en ocasiones no tratarse ya de una simple quimera, sino de un mecanismo tecnológicamente posible, pero aún con ciertas aduanas que pasar y verificar.
Esto es positivo en tanto, las opiniones y el dialogo se puedan dar en condiciones y espacios plurales, donde predomine el pensamiento crítico e informado.
Caso contrario, como hemos visto en fechas recientes es posible también abrir una caja de Pandora para un gobierno de las emociones, que en lugar de abonar a sociedades mejores, tienda a la polarización y la generación de encono social.
Se corre el riesgo así, para el gobernante de perder foco, perdiéndose en una nebulosa de opiniones generadoras de ruido que muchas veces van en detrimento de favorecer esquemas efectivos de gobernabilidad.
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Visto de esta forma, el papel del Estado y sus poderes podría figurarse a la de un Gulliver, atado con mil hilos al que un denso entramado de intereses le genera una paralización en su actuar o legislar.
En medio de estas perspectivas, me gustaría resaltar en tono positivo las experiencias que, partiendo de la existencia de nuevos mecanismos de participación, combinan las nuevas tecnologías con aquellos espacios ya de sí destilados por el paso de los años, como lo son los Congresos Federales y estatales.
Los Parlamentos Abiertos, son de esta manera una figura a destacar que permiten la interacción entre la ciudadanía y los poderes legislativos, que fomentan la apertura parlamentaria, con el fin de garantizar la transparencia y el acceso a la información pública, la rendición de cuentas, la participación ciudadana y la ética y la probidad parlamentarias.
Un ejemplo de esta iniciativa acorde a los nuevos tiempos son las que diferentes Congresos a nivel estatal han emprendido a propósito de la publicación de la reciente Ley de Educación Superior a nivel federal, la cual como compete a la lógica legislativa implica la adecuación a nivel estatal de la legislación homologa.
En Puebla, una de las primeras entidades federativas en entrar a la discusión parlamentaria, por ejemplo a través de esta figura en semanas recientes se inició el proceso del ejercicio de Parlamento Abierto para el análisis, la discusión y su próxima publicación de la Ley a nivel estatal, la cual congregó a través de las herramientas digitales, con una clara vertiente ciudadana y académica los puntos de vista y las perspectivas de Instituciones públicas y privadas como la UPAEP, La IBERO, la UDLAP, el ITESM, varias voces de Institutos y Universidades Tecnológicas, así como especialistas de la educación de instituciones formadoras de docentes, entre otros más participantes.
El ejercicio resultó positivo en tanto la riqueza de las propuestas y perspectivas abonando, así a un proyecto de ley robusto y transversal, el cual permite incorporar múltiples perspectivas regionales y locales; para así, fomentar la cogestión, la investigación educativa, la perspectiva de género, esquemas de colaboración y participación que conforme a las distintas vocaciones productivas existentes en el estado, permitan la implementación de proyectos educativos regionales en el que las Instituciones de Educación Superior sean agentes de transformación social, innovación, transferencia de tecnología, en el desarrollo de capacidades locales y fortalezcan las vocaciones productivas, bajo el esquema de abajo hacia arriba.
Todo lo anterior gracias a una mirada que bajo un dialogo informado y crítico permitirá la incorporación en la propuesta de Ley de diferentes saberes provenientes justamente de los actores objeto de la misma Ley. Las Universidades. Un gran acierto de la legislación federal y de su congreso, ahora lo propio viene para Puebla y su congreso local.
Mencionado lo anterior y desde una postura propositiva, a la luz ya de un proceso electoral que traerá consigo la renovación de los poderes legislativo locales, es posible vislumbrar que uno de los retos principales de los próximos legisladores, ha de ser caminar hacia esquemas que les permitan reconvertir sus usos y costumbres, implementando ejercicios democráticos acorde a las nuevas realidades.
Porque recordemos que las leyes, al final son reflejos de su tiempo y si los tiempos cambian, en cierta medida y de manera progresiva los esquemas bajo los cuales ser elabora y discuten las leyes también han de hacerlo.
Recordemos que anterior a los congresos existían las plazas públicas y mucho antes que éstas, existió el ágora griega…Estaremos ya encaminados hacia ágoras o plazas públicas digitales.
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Frase clave: Parlamentos Abiertos Legislar desde la ciudadanía
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