El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes.
Frase atribuida a Arrigo Sacchi o Jorge Valdano
Sin importar nuestra percepción sobre el fútbol, algo es cierto, el mundo hoy tiene en la mira una competencia deportiva mundial que se celebra cada cuatro años: la Copa Mundial de Futbol, que por segunda ocasión se celebra en el continente asiático, la primera ocasión fue en Corea-Japón 2002, en Qatar.
Escrito por: Andrea Samaniego Sánchez
Ahora bien, habría que reflexionar sobre algo trascendente que a veces se deja de lado, una de las grandes interrogantes en la conformación de los Estados-Nación en el siglo XIX era respecto al arraigo de la población hacia esa entidad gubernamental. Es decir, los intelectuales de la época se preguntaban cómo era posible que la gente de determinado Estado se sintiera identificada con el mismo, y una de las respuestas brindadas fue a partir la relevancia de los relatos identitarios vinculados a la Nación como un mecanismo cohesionador.
Así se idearon discursos enmarcados en valores culturales propios que pudieran identificarse con el Estado: los himnos nacionales, las historias políticas, los héroes y heroínas, así como los villanos, la propia gastronomía y festividades son unos tantos de estos elementos.
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En este mismo sentido, habría que preguntarnos ¿por qué no pensar las competencias deportivas, tal como es la Copa Mundial, como una reafirmación de los valores nacionales y una reivindicación de la legitimidad de los Estados en pleno siglo XXI? Es en estas contiendas deportivas que las poblaciones de cada estado reafirman, con sus vestimentas, lengua, himnos aquello que los distingue de los demás.
Antes los campos de batalla con guerreros y sus diversas armas: infantería, caballería, arma blindada, artillería; ahora, las distintas posiciones de los jugadores, delanteros, defensas, laterales, porteros. Antes, los ejércitos reunidos enarbolaban cánticos de guerra, como preludio para infundir miedo y dar valor a los camaradas; ahora, los himnos nacionales y cánticos específicos sobre el estatus del partido.
Visto de este modo el futbol y todas las contiendas deportivas son un escenario más de lucha, de contienda, por la primacía de un Estado sobre los demás, esto no es algo nuevo, lo entendieron bien durante la Guerra Fría, es una forma de reafirmar el poder de uno sobre los otros.
Todavía es temprano para saber quién se alzará como campeón, sin embargo, es de notar las porras, los aficionados que como cada cuatro años se congregan y apoyan a su equipo, se visten con colores y figuras alusivas a su Estado, que cantan, luchan, corean y lloran por los triunfos y derrotas de 11 jugadores que durante esos minutos nos hacen soñar, ilusionarnos, y posicionarnos. Un triunfo de los poderes simbólicos que despliegan los Estados.
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Muy interesante