Este mes, ya podemos observar en la pantalla grande una representación del mítico Comala, que Juan Rulfo nos presentó en Pedro Páramo. Por lo que, se vuelve ineludible el recurrir a tan magna obra de la literatura mexicana; que es un reflejo de la idiosincrasia de México, no solo del pos-revolucionario, porque su influencia todavía nos alcanza hasta nuestros días.
Autor: Pablo Brito Jaimes
¨Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo¨, así inicia un viaje por un universo desconocido, con el cual me embarcaba en el mundo de la literatura, he de confesar que en más de dos ocasiones tuve que regresar al inicio, pues mi joven mente no lograba entender los saltos en el tiempo y en la vida, pero al final logré encontrar la ubicación de Comala, en un lugar sin tiempo ni espacio. En ella, esta el México pasado, parte del presente y unos rayos del futuro; observamos a un Juan Preciado criado por su madre, donde todo este universo se desarrolla gracias a ella, y su encargo de cobrárselas todas a su padre, una madre que cría sola a su hijo, el pan de cada día de México con las madres solteras; a un Pedro Páramo, el Don Juan Tenorio y macho mexicano, que no entiende de razón, pues su palabra es ley, y sino se ha de hacer, la pistola los hará entender. El misticismo de Comala es propio al México provincial, siendo este su reflejo. En esos pueblos llenos de fantasmas y recuerdos, donde todos se conocen y añoran una antigua gloria. Una existencia detenida en el tiempo, sin importar los cambios que se sufrieron. Ya que los muertos y los vivos son los mismos, al igual que el aire abrazador y el día que parece nunca ha de acabar.
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La obra literaria de Rulfo se reduce a tres grandes libros, Pedro Páramo, El Gallo de Oro y El Llano en Llamas. Una cantidad muy reducida respecto a otros autores contemporáneos que tienen una relevancia similar. Esto es por la calidad, algo que siempre fue bandera de Rulfo, incluso llegando a destruir varios textos, por no cumplir con los estándares autoimpuestos. Muchas personas insisten en separar al autor de las obras, que craso error. No podemos entender a la obra sin el autor, al final este deja una parte de si en ellas, tal como lo hace Rulfo con su afán de perfección. Si bien, los sentimientos pueden no ser de una cierta realidad, la visión con la que se nos presentan es genuina. No podemos saber del todo lo que se quiso escribir, sino nos abocamos a significar y comprender el texto, reflejando una realidad que se vuelve universal.
Por ello, la lectura debe de ocupar una posición importante en nuestra vida. Con ella podemos descubrir mundos conocidamente desconocidos, como el Comala de Rulfo, el Ixtepec de Garro o el Macondo del Gabo. Siendo un escape a otras realidades que nos abrazaran con su irrealidad. Nutriendo, la mente, a la vez que el espíritu. Conociendo lenguajes olvidados, navegando por mares del caos, recordando sentimientos futuros o que se perdieron en el amanecer. Ahí, podemos ser un rey, un mendigo, un huérfano con padres, pues no solo es creación de la imaginación, sino es el mundo la inspiración. En la literatura encontramos aquello que fue o lo no pudo nacer, lo que es o lo que se cree que es, y lo que será o lo que jamás podrá ser. Posdata: Les recomiendo, que vean la película inspirada por la novela de Rulfo, como ejercicio artístico, es preferible primero leer el libro, teniendo así una experiencia paranormal.
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