Una de las principales similitudes entre Pérez Galdós, Balzac y Zola es una férrea vocación crítica en torno a la pobreza. En los tres se afirma que la clase media es el nuevo “sujeto histórico” que habrá de modificar la realidad política, económica y social de sus países, pero también de Europa, sobre todo por su vocación libertaria y democrática. En este breve ensayo se exploran cómo en la literatura se enfrentan los elementos del realismo y el naturalismo: Pérez Galdós frente a Balzac.
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En el capítulo IX de la novela Marianela puede leerse: “Nosotros -indicaba Teodoro-, aunque descendemos de las hierbas del campo, que es el más bajo linaje que se conoce, nos hemos hecho árboles corpulentos. ¡Viva el trabajo y la iniciativa del hombre! Yo creo que los Golfines, aunque aparentemente venimos de maragatos, tenemos sangre inglesa en nuestras venas… Hasta nuestro apellido parece que es de pura casta sajona. Yo lo descompondría de este modo: Gold, oro… to find, hallar… Es, como si dijéramos, buscador de oro… He aquí que mientras mi hermano lo busca en las entrañas de la tierra, yo lo busco en el interior maravilloso de este universo en abreviatura que se llama ojo humano”[1].
Con esa figura del “universo abreviado” que es el ojo humano, desde esta novela, Pérez Galdós estaba dando ya pistas respecto de su posterior consolidación como un autor realista. Y, sin duda, tendría una fuerte influencia de otros autores como Balzac y Zola.
El ojo humano tiene el privilegio de la vista, pero entendida como fuente primigenia de conocimiento. Aristóteles le consideraba como el sentido más relevante para el acto del conocer, pues no debe olvidarse que si existe en la historia de las ideas un “creador” de lo que en filosofía se considera como una actitud epistemológica realista, éste fue precisamente el filósofo estagirita.
Leopoldo Alas precisa en ese sentido: “En los Episodios nacionales aparece ya quizá allí menos reflexiva, la tendencia presente de Galdós; pero en Gloria, en Doña Perfecta, en Marianela y en León Roch, en Gloria y en Marianela, sobre todo, nuestro novelista sigue distinto camino y parece que vuelve a la novela idealista, filosófica, que crea tipos, aunque verosímiles y naturales, simbólicos, con una acción determinada también por un fin que responde a una tesis”[2].
En efecto, Alas define al naturalismo como el advenimiento del arte a la vida plena en la sociedad; y esto significa, retratarla en todos sus alcances, complejidad y consecuencias; para Alas, Galdós lo logró como nadie más, manteniendo un lenguaje que si bien recogía el carácter del populacho, no caía en las “exageraciones y vulgaridades” que podían leerse, desde su visión, en varios de los autores franceses.
En esto quizá se encuentra una de las principales similitudes entre Pérez Galdós y autores como Balzac y Zola, pues en los tres autores se encuentra una férrea vocación crítica en torno a la pobreza, y en los tres se afirma que la clase media es el nuevo “sujeto histórico” que habrá de modificar la realidad política, económica y social de sus países, pero también de Europa, sobre todo por su vocación libertaria y democrática.
Así, en Pérez Galdós se encuentran distintos temas que le caracterizan y lo sitúan, partiendo de su propio análisis, respecto de la literatura europea y de su propio país; algunos de los más relevantes son:
La crítica al positivismo, al materialismo capitalista y al individualismo de las sociedades decimonónicas se encuentra presente también en la obra de Pérez Galdós, y será ese impulso vital, ese afán de justicia, el que le llevará a fortalecer su propuesta literaria: hablar del mundo tal y como es; y no precisamente sobre cómo debiera ser.
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[1] Pérez Galdós, Benito, Marianela, EDITER, México, 1998., p. 63.
[2] Alas, Leopoldo, en Sotelo Vázquez, M. L. (2013). Realismo y Naturalismo en España. La novela. Antología de textos. Barcelona: Universitat de Barcelona. Textos Docents, n.º 382. Pp. 22-23.
[3] Así se lee en sus “Observaciones sobre la novela contemporánea en España”, en Ibidem, p. 5
[4] En su “«Avant-Propos » a La comedia humana”, Balzac afirmará que el hombre no es ni bueno ni malo; en franca crítica y contraposición a la idea del “buen salvaje” de Rousseau. Balzac, en, Ibidem, P.3.
[5] Pérez Galdós, en Ibidem, P. 8.
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