Suman ya 18 días de la inundación en la mina Pinabete en el municipio de Sabinas, Coahuila se desconoce todavía el estado de los diez mineros que quedaron atrapados, sin embargo, con el correr de los segundos sus oportunidades de supervivencia disminuyen.
Escrito por: Andrea Samaniego Sánchez
Esto debería llamar la atención al análisis sobre diversos puntos en lo concerniente a la gestión de conflictos medioambientales y la responsabilidad de los Estados al respecto.
En una sociedad globalizada, con una economía de mercado propia de la etapa neoliberal, las empresas buscan generar más ganancias y reducir costos, en algunos casos, esto se traduce en salarios mal pagados, menor equipo de seguridad, obtención de recursos naturales a partir de prácticas prohibidas en otros lugares o que son altamente peligrosas o contaminantes, sólo por mencionar algunos ejemplos, mismos que ocurren casi siempre en economías en desarrollo tal como es el caso de México.
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La situación de Pinabete bien podría ocurrir en otras entidades federativas y países de donde se extraen recursos naturales sin mucha regulación o inspección por parte de la autoridad, y no sólo porque de suyo la minería es una actividad con alto riesgo, sino porque por ahorrar costos se somete a los trabajadores a efectuarla con menor equipo y propensos a sufrir daños o la muerte misma.
Estos hechos, los accidentes que lamentablemente se contabilizan en pérdidas de vida o con daños permanentes en aquellos que los padecen laceran a las comunidades que ven en la omisión de las autoridades, en la negligencia de sus empleadores, en el silencio del resto de la población que sus opciones laborales son nulas o muy riesgosas: tomar un trabajo que puede costarles la vida y que, de ocurrirles algo, no habrá responsables, o buscar en otro sitio algún sustento.
Frente al cambio climático deberemos entender que para seguir accediendo a recursos naturales necesarios para mantener el estilo de vida que hemos desarrollado será necesario que la extracción de estos se haga en condiciones cada vez más complejas, lo hemos visto con el caso de la extracción petrolera en aguas profundas, si el Estado no empieza a regular en la materia, y dejar de ser omiso en las faltas que se cometen, entonces, estos hechos seguirán repitiéndose.
Es momento de pensar en los costos ambientales, humanos y de salud que tiene la explotación de estos recursos energéticos y transitar hacia otro modelo de desarrollo.
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