En esta entrega se continúa con el análisis de las cifras oficiales de pobreza para los años comprendidos entre 2016 y 2022, publicadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) con base en la información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Antes de continuar es necesario señalar que adoptar esta perspectiva de análisis no invalida los cuestionamientos sobre la confiabilidad y validez de la medición de ingresos en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) correspondiente al año 2022 (Cortés F. 2023, Economía UNAM, en proceso de publicación); en otros términos, se ha optado por estudiar los resultados oficiales y perfilar características de la información que no han sido suficientemente destacadas.
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En la evolución reciente de la medición de la pobreza multidimensional destaca la reducción de la prevalencia de la pobreza en el año 2022 con relación a 2018, que alcanzó 5.6 p.p., ó 5.1 millones de personas menos en esa situación, lo que equivale a que salieran de la pobreza todos los habitantes de Irlanda o de Costa Rica. Por otra parte, se enfatizará 2018 considerando que es un buen punto de comparación para examinar la actual gestión gubernamental pues en diciembre de ese año tuvo lugar el cambio de gobierno, de modo que las cifras de 2022 muestran el comportamiento de la pobreza a casi cuatro años del inicio de la actual administración. La reducción de la pobreza en el cuatrienio 2028 a 2022 ha sido considerado como un éxito sin precedentes por los analistas, que sin duda lo es, aunque no debe olvidarse que la información oficial no está exenta de reparos. En lo que sigue se profundizará en el estudio de las características más sobresalientes de la caída de la pobreza multidimensional medida por el CONEVAL.
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Ahora bien, la gráfica 1, construida con las cifras oficiales, muestra que la reducción de la pobreza entre los años 2018 y 2022 estuvo alimentada por el grupo de los pobres moderados, mientras que el porcentaje de pobres extremos prácticamente permaneció inalterado.
De acuerdo con esta información el éxito en la disminución de la pobreza debe tomarse con cautela en tanto el grupo de personas que viven las peores condiciones de pobreza (una persona está en situación de pobreza extrema si sus ingresos no le alcanzan para comprar los bienes de la canasta alimentaria, que no incluyen los gastos de preparación de los alimentos y, a la vez, tienen tres o más carencias sociales) ha permanecido más o menos constante en términos relativos y crecido en alrededor de 400,000 personas, en los cuatro años de la actual administración.
Además, este resultado deja claro que quienes abandonaron la condición de pobre estaban cerca de los umbrales que la definen: de acuerdo con su ingreso (ámbito del bienestar) y de los derechos sociales (en función de la combinación de carencias en salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios de la vivienda, alimentación y rezago educativo). El transito observado a la no pobreza, desde la pobreza moderada, es un cambio corto, por ejemplo, una persona con un ingreso unos pocos pesos por debajo de la línea de pobreza monetaria en 2018 puede pasar a la categoría vulnerable por carencias en 2022 como consecuencia de los aumentos sostenidos en el salario mínimo real y si, a la vez, solventa las carencias que lo clasificaban como pobre moderado, pasará a engrosar la categoría no pobre y no carente.
Gráfica 1
El grupo de personas en situación de pobreza moderada aumentaron sus ingresos en 7.7% en 2022 con respecto a 2018 (Ver gráfica 2).
Gráfica 2
El crecimiento en los ingresos se combinó con el alza en el número de las personas sin carencias, debido a la reducción sistemática del tamaño del grupo con una carencia (Ver gráfica 3).
Gráfica 3
Ahora bien, la distribución del número de carencias sociales en la clase de los pobres moderados (ver gráfica 4) permite apreciar que, en 2022 respecto a 2018, disminuyó el contingente personas en pobreza moderada que tenían una y dos carencias (todas las demás aumentaron) de lo que se deriva que es muy posible que hayan transitado hacia la categoría “no pobres ni vulnerables” por la combinación del aumento en sus ingresos y la eliminación de sus carencias o bien al grupo de los vulnerables por carencias, en aquellos casos en que a pesar de incrementar sus ingresos permanecieron con alguna carencia.
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En el análisis de esta información hay que cuidar de no caer en la falacia de nivel equivocado que consistiría en afirmar comportamientos individuales con información referida a grupos. La interpretación de los datos desplegados se refiere a grupos y se ofrecen explicaciones coherentes con la información disponible. Los datos adecuados para analizar los cambios de las personas respecto a las diferentes categorías de pobreza sería los que proporcionan los estudios de panel.
Gráfica 4
La gráfica 5 muestra, entre 2018 y 2020, que la disminución de la categoría de pobres moderados se debió a una reducción generalizada de todas sus carencias sociales, con excepción de “acceso a la salud”; a su vez entre las caídas destaca la reducción que experimentó en seguridad social; debe recordarse que este concepto incluye a quienes perciben apoyos de programas de adultos mayores con valores superiores al promedio de las líneas de pobreza rural y urbana.
Gráfica 5
En cuanto a la pobreza extrema hay que recordar que de acuerdo con su definición el abandono de esta categoría implicaría aumentar los ingresos por encima de la línea de pobreza extrema y disminuir las carencias a dos o menos.
La información disponible muestra que la categoría de las personas en pobreza extrema tuvo la mayor alza en los ingresos (14.8%, ver gráfica 2) en los cuatro años que median de 2018 a 2022, pero, en general, no fue suficiente para alcanzar la línea de pobreza extrema, para lograrlo debería haber aumentado en, aproximadamente, un tercio más[1], en adición al 14.8%.
La insuficiente alza en los ingresos se combinó con el hecho de que, a partir de 2018, ha crecido la proporción de personas que no tienen satisfechos tres o más derechos sociales, como lo muestra la gráfica 6. En efecto, la distribución del número de carencias sociales de las personas en situación de pobreza extrema muestra que aumentó el promedio de carencias sociales (ver gráfica 6). En efecto, en el año 2018 el grupo de los pobres extremos tuvo 3.63 carencias sociales en promedio, cifra que se elevó a 3.82 en 2022.
Gráfica 6
La profundización de las carencias sociales, entre los años de interés, fue impulsado primordialmente por la carencia en salud y, secundariamente, en seguridad social. Todas las demás disminuyeron.
Según la medición multidimensional de la pobreza, la prevalencia de la pobreza extrema fue de 7.0 por ciento en 2018 y 7.1 por ciento en 2022, prácticamente permaneció inalterada en términos relativos como consecuencia de los efectos contrapuestos de (i) el alza en los ingresos para escapar a la pobreza monetaria y (ii) del aumento de las carencias sociales de este grupo.
En síntesis, entre los años 2018 y 2022 las cifras oficiales marcan una pronunciada reducción en la prevalencia de la pobreza multidimensional como consecuencia de la disminución de la pobreza moderada, pero también muestran que la pobreza extrema se mantuvo sin variaciones. En parte la caída de la pobreza responde al reajuste al salario mínimo, acelerado durante la actual administración, apoyado por la tendencia a distribuir dinero a través de los programas sociales que se contabilizan como transferencias del gobierno en el ingreso corriente total de los hogares. Lo que no parece estar ocurriendo es que estos apoyos gubernamentales lleguen a los bolsillos de los más pobres de los pobres. En particular llama la atención que el programa de adultos mayores, por su cobertura y monto de los apoyos, no haya reducido la carencia en seguridad social[2] de los pobres extremos, ¿Será que a pesar de ser concebido como un programa universal no consigue llegar a los adultos mayores más pobres?
La información desplegada en este escrito muestra que la prevalencia de la pobreza extrema se mantuvo estable durante los últimos cuatro años inmediatamente anteriores a 2022 debido a que el alza en los ingresos no fue suficiente para superar las líneas de pobreza extrema y a que sus carencias tendieron a profundizarse, aumentando notablemente la población con 4 o más carencias. Las variaciones contrapuestas entre la insuficiente alza de los ingresos y el aumento en el número de carencias que experimentan las personas, mantuvieron relativamente constante el porcentaje de personas en situación de pobreza extrema, aunque, debido al crecimiento demográfico aumentó el volumen de personas en esa condición.
Volviendo al inicio, la información oficial, publicada por CONEVAL, registra entre 2018 y 2022 una reducción pronunciada de la prevalencia de la pobreza multidimensional, en efecto, se redujo en 5.6 p.p. al pasar de 41.9 a 36.3 por ciento, lo que significó que 5.1 millones de personas salieron de la pobreza. Sin embargo, en este artículo se ha mostrado, que este contingente provino fundamentalmente de la población que se encontraba en situación de pobreza moderada, fue un movimiento de trazo corto. Adicionalmente, se ha argumentado, apoyado en la información oficial, que los pobres extremos tuvieron alzas de ingresos más acentuadas que el resto de la población, sin embargo, fueron insuficientes para escapar de la pobreza extrema y al mismo fueron sumidos en ellas por el aumento en las carencias de acceso a la salud y a la seguridad social, a pesar del esfuerzo de los programas sociales.
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[1]Se calculó con base en la relación entre la línea de pobreza y el ingreso per cápita promedio per cápita de las personas en situación de pobreza extrema. El valor de la línea de pobreza extrema para 2018 y 2022 resultó del promedio ponderado de los valores de las correspondientes líneas urbana y rural, en que los factores de ponderación fueron los tamaños relativos de la población en cada ámbito.
[2] La carencia en seguridad social se considera inexistente si, entre otros criterios, las personas adultas mayores reciben un apoyo económico de un programa social dedicado a esa población, siempre que el monto percibido sea mayor o igual que el promedio simple de los valores de las canastas rural y urbana.