Poder y cambio institucional

La democracia puede germinar y consolidarse en aquellas sociedades en las que existe una ciudadanía social activa y en donde hay liderazgos auténticamente demócratas que ejercitan y promueven cotidianamente los valores democráticos, pero, sobre todo, la democracia puede mantenerse en el tiempo, cuando existe un entramado institucional diseñado para proteger y arraigar la lógica democrática


Construir un nuevo modelo de desarrollo sostenible tiene como premisa que existe un régimen democrático que permite procesar el conflicto de los intereses en juego en una sociedad, pero también generar los consensos necesarios para establecer como prioridades nacionales, aquellas agendas dirigidas a la equidad y a la igualdad sustantiva.

Dentro de 20 días se llevará a cabo la elección presidencial, pero también del Congreso y, por ello, quien gane, deberá actuar como un auténtico demócrata, pues desde el periodo de transición estará obligado a promover un amplio diálogo nacional para definir un programa de gobierno incluyente, no sólo de personas en el gabinete, sino, sobre todo, para redefinir las prioridades nacionales.

Por lo que hemos escuchado en las campañas, los tres candidatos con probabilidades de triunfo han presentado propuestas muy similares en lo económico: mantener la estabilidad macroeconómica y no cobrar más impuestos; lo que implica una renuncia a construir una nueva
generación de políticas para el combate a la desigualdad y reducción efectiva de la pobreza en todas sus dimensiones.

En lo moral, los tres candidatos son portadores de visiones conservadoras respecto de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, aceptan a regañadientes lo ya establecido en la Constitución y en las tesis de la corte respecto de la diversidad sexual; y ninguno ha presentado una propuesta integral que incorpore a la agenda de la no discriminación como un eje transversal de las políticas públicas en el país.

Para un auténtico demócrata, las creencias personales en lo religioso y lo moral deberían ser intrascendentes en términos políticos, porque de llegar a un cargo de elección, el que sea, se está obligando a cumplir con la Constitución y con el orden jurídico establecido, así que debería dar lo mismo qué se piensa, cuando lo relevante es cómo se va a dar cumplimiento al texto Constitucional.

Lo que no se ha reconocido ampliamente, es que el mandato del artículo 1º constitucional es incompatible con el modelo de desarrollo vigente. Que la garantía, interpretación y cumplimiento integral de los derechos humanos implica la construcción de un poderoso Estado de Bienestar, sustentado a su vez en una sólida arquitectura institucional garante de las libertades, pero también capaz de ampliar los marcos de referencia y ejercicio de las mismas.

Por ello, preocupa el contexto de la elección: los asesinatos de candidatos continúan, la violencia homicida se ha recrudecido en todo el territorio; hay evidencia para pensar que la pobreza y muy probablemente la desigualdad se han incrementado de 2016 a la fecha. La polarización social se ha agudizado, y los discursos en torno a lo público se han hecho cada vez más virulentos e irreconciliables.

Por ello, a partir del 2 de julio, quien resulte elegido estará obligado a convocar a un diálogo auténtico: no a los ejercicios tradicionales de foros y coloquios, sino a un genuino intercambio de visiones y posiciones que permitan encauzar un proyecto de país en el que todas las aspiraciones legítimas tengan viabilidad y posibilidad de realización.

En los países con mayores niveles de igualdad y justicia social se ha comenzado con la definición consensada de un “nosotros” que decide, en diversidad y pluralidad, avanzar hacia la equidad, la legalidad y el bienestar generalizado, todo en un marco de renovación del entramado institucional.

Los objetivos, como puede verse, son incontrovertibles, pero también, incompatibles con la corrupción, la acumulación grosera de la riqueza, y con la prevalencia de la destrucción y el crimen. Por eso, quien gane, debe ser capaz de romper con esa lógica perversa.

Twitter: @mariolfuentes1

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