Saúl Arellano

Coronavirus, ¿por qué tenemos tan pocos casos?

En una nota de www.bloomberg.com firmada por Andrea Navarro el 11-03-2020, se destaca una cuestión crucial relativa a la pandemia del coronavirus en nuestro país: se tiene un inusual bajo número de casos de infecciones con este virus, desde la confirmación del primero, el pasado 28 de febrero.


A diferencia de lo que ha ocurrido en otros países, la diseminación del coronavirus en México ha seguido un patrón lento, lo que ha llevado a varias expertas y expertos a preguntarse si lo que ocurre no es un problema de mal diagnóstico y de insuficiencia de reportes de calidad en el Sector Salud respecto de la probable presencia del virus en nuestro país.

Sobre el tema no hay muchas opciones: o definitivamente algo está ocurriendo con el coronavirus, que no se está esparciendo con la velocidad que lo hace en otras regiones, o hay una deficiente política y acciones de detección que, si se confirmaran, podrían tener gravísimas consecuencias para la salud y vida de las personas, y para la economía en su conjunto.

Lo anterior cobra una dimensión mayor, sobre todo si se considera que no hay aún una campaña de información adecuadamente articulada, ni dirigida a la construcción de capacidades de las personas para prevenir posibles contagios. Y si en el gobierno de la República, y particularmente en la Secretaría de Salud, suponen que es a través de las declaraciones del Subsecretario López Gatell como se puede informar adecuadamente a la población, están cometiendo un grave error porque sus entrevistas en medios y los boletines de la dependencia, no podrían jamás ser tomados como campañas preventivas.

Una de las afirmaciones que preocupan en el artículo de Bloomberg, es que, al parecer, las autoridades mexicanas están esperando a que el problema aparezca para actuar, en lugar de poner en operación acciones que retomen las experiencias desarrolladas a partir de la aparición del coronavirus en otros países. La apuesta del Gobierno de la República es en ese sentido, muy arriesgada, pues si llegase a ocurrir algo similar a lo de Italia o, más recientemente en Madrid, España, y en California, en los Estados Unidos de América, las consecuencias sociales, económicas y políticas son imprevisibles.

A lo anterior debe agregarse una especulación. El presidente de la República ha afirmado en distintas ocasiones que, en 2009, cuando apareció la pandemia del virus H1N1, “se exageraron las medidas”. Partiendo de estas afirmaciones, no es descabellado pensar que las decisiones de la Secretaría de Salud se estén tomando a partir estrictamente de la lógica argumentativa del presidente, la cual no es necesariamente compatible con la de la Organización Mundial de la Salud, desde la cual se han hecho reiterados llamados a México a tomarse el tema en serio y a generar las acciones necesarias para prevenirlo y contenerlo en caso de presentarse.

Es cierto que los brotes y capacidad expansiva del Covid-19 han variado significativamente de país en país; es cierto que las tasas de contagio y mortalidad se comportan de manera diferenciada, en función de la edad, comorbilidades y capacidades instaladas de los sistemas de salud. Pero aún con ello, y sobre todo por ello, México no puede tomarse el tema a la ligera desde las instituciones públicas, las cuales, también debe decirse, enfrentan una de sus más severas crisis en términos de mantenimiento, disponibilidad de medicamentos y equipamiento.

Si se presentara, por ejemplo, un brote expansivo, cabe preguntar si México tiene el número camas y respiradores necesarios para dar la atención requerida. ¿Tendríamos la capacidad, como en China, de ampliar la infraestructura hospitalaria en el corto plazo? ¿Nuestra economía, con crecimiento negativo en 2019, resistiría una parálisis semejante a la del país asiático o a la de Italia?

Son preguntas que comienzan a plantearse de manera generalizada en distintos espacios, y que exigen de una respuesta contundente del gobierno mexicano, no a quienes las plantean, sino ante la población, que hoy se mueve entre la incertidumbre, la desinformación y el miedo.

Investigador del PUED-UNAM

lee también: ESTAS SON LAS MEDIDAS DE PREVENCIÓN FRENTE AL CORONAVIRUS

Saúl Arellano

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