El pasado 24 de marzo, los gobiernos de México y Francia presentaron una resolución a la Asamblea General de la ONU, copatrocinada por más de medio centenar de países, y que recibió el voto mayoritario de 140. Dicha resolución titulada Consecuencias humanitarias de la agresión a Ucrania, condena la agresión de la Federación Rusia a ese país, recuerda la obligación de todos los Estados de acatar el artículo segundo de la Carta de las Naciones Unidas de abstenerse de recurrir al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, así como la obligación de arreglar sus controversias internacionales por medios pacíficos.

Mensaje presentado por Mariclaire Acosta en la manifestación ante la Embajada Rusa en México, a favor de la paz en Ucrania

Una resolución por Ucrania

La resolución en cuestión reafirma su compromiso con la soberanía, independencia, unidad e integridad territorial de Ucrania, dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente, incluyendo sus aguas territoriales. Deplora la grave situación humanitaria provocada por la agresión rusa, especialmente contra la población civil, entre la que destacan los ataques a mujeres y niños, así como a la población refugiada y desplazada por el conflicto. Exige el cese inmediato de las hostilidades y del asedio a las ciudades; la protección de la población civil y sus bienes, de la infraestructura y personal médico y humanitario, y a respetar el paso seguro de los civiles que huyen del conflicto y la violencia, entre otras cosas, También alerta sobre las consecuencias de la guerra de Ucrania en la disponibilidad de alimentos básicos en el mundo.

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En estos días el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres se entrevistó personalmente con Putin, jefe de estado ruso, a quien le reiteró estas mismas demandas, adoptadas por la comunidad internacional, antes de partir a Ucrania en donde se reunió con el Presidente Zelensky.

Una demanda de paz

Hoy estamos aquí para reiterar estas demandas, mostrar nuestro apoyo a las gestiones de las Naciones Unidas en el conflicto, y exhortar a la sociedad mexicana y al gobierno de México a que siga insistiendo en que la Federación Rusa cumpla cabalmente con la resolución del 24 de marzo.

¡¡Exigimos el cese al fuego, el establecimiento de corredores humanitarios seguros en la zona de conflicto,  el alto local a las hostilidades, el tránsito seguro de civiles y suministros, y el acceso pleno a la ayuda humanitaria!!

No es la primera vez que los gobiernos de México y Francia lanzan una iniciativa diplomática conjunta en el contexto de un conflicto armado. Recordemos la célebre Declaración Franco Mexicana de agosto de 1981 en la que se reconoció al FDR-FMLN como “fuerza representativa” de El Salvador, y por lo tanto con plena legitimidad para participar en la solución política de esa larga y cruenta guerra civil. Quienes, en aquel entonces, participamos solidariamente con el pueblo salvadoreño en su lucha por la democracia y el derecho a su libre autodeterminación, recordamos con orgullo el impacto   positivo que tuvo esa acción en el desarrollo de la contienda, toda vez que supuso el reconocimiento de la legitimidad de la lucha del pueblo salvadoreño por una sociedad más justa, libre e igualitaria, en un contexto de Guerra Fría.

Un llamado al gobierno de México

La resolución franco-mexicana del 24 de marzo y la declaración franco-mexicana de 1981, resaltan lo mejor de nuestra tradición diplomática y de los principios de nuestra política exterior. Conminamos al gobierno de México a ser consistente con éstos y con su legado de proveer refugio, protección y solidaridad a quienes huyen de la violencia y la guerra.  Pedimos a gobierno y sociedad honrar esta herencia de solidaridad que nuestro país ha mostrado con aquellos que solicitan refugio y tengan razones fundadas para obtenerlo: sean haitianos, cubanos, hondureños, salvadoreños, venezolanos, guatemaltecos, afganos, y ahora ucranianos, entre otros.

Recordemos la solidaridad de México con la República Española, a Gilberto Bosques y a los diplomáticos mexicanos que trabajaron incansablemente para proteger a los perseguidos por el fascismo; a los exiliados que hemos acogido huyendo de los golpes de estado propiciados por la CIA en este continente. Primero el golpe contra el gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala, y años después contra el de Salvador Allende en Chile. A los exilios sudamericanos que tanto nos han enriquecido, al propio León Trotsky, y a tanto otros.

Hoy estamos aquí para recordar que México no se lavó las manos en aquellos momentos ¡y no se las puede lavar ahora!

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