Han pasado 69 años y 364 días desde que a las mujeres se les reconoció el derecho a votar y ser votadas a nivel federal en México y será en 2024 la primera ocasión que en nuestro país tendremos una mujer primera mandataria.
Escrito por: Andrea Samaniego Sánchez
La situación para esta mujer primera mandataria no será sencilla, los tiempos demandan que se tenga altura de miras, se convierta en una jefa de Estado, no sólo trabaje por su administración ni tenga sesgos marcados de tinte partidista. En este escenario, se plantean algunas de las problemáticas más acuciantes que deberá de tomar en cuenta quien ejerza esta titularidad.
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Un ambiente de crispación social, producto de enemistades que superan los seis años de la actual administración, y que se remontan a nociones clasistas y racistas que datan de la formación del Estado Mexicano y que tendrá que sortear y reconstruir en aras de una nación más robusta y fortalecida, una nación con reconocimiento a la pluralidad, la diversidad y la inclusión en democracia.
Un ambiente económico en donde si bien se pregonan las cualidades de la nueva tendencia global, vía el nearshoring, esta también tiene su dificultad ante un México en donde campea la inseguridad y la impunidad, así como la corrupción a todos los niveles y que dificulta, en gran medida que lleguen nuevas y más inversiones para mejorar las condiciones de vida de miles y millones de mexicanos.
Un ambiente de seguridad difícil por el incremento de las actividades delincuenciales, producto de la inefectividad o inacción de las autoridades, que destruyen la vida y comunidades de los lugares donde pisan, y que demandarán un análisis profundo sobre las acciones a emprender en torno a esta situación.
Además, en el ámbito internacional, un ambiente tenso en ambos lados de nuestra frontera, donde al norte, es probable que una parte del electorado norteamericano no esté de acuerdo con los comicios y luego, los resultados de las elecciones y que pudieran generar descontento social; y por si eso no fuera poco, en el sur de nuestro territorio, las situaciones asociadas con vulnerabilidad y pobreza generan mayor presión hacia el Estado Mexicano.
Y por si esto no fuera suficiente, se deben considerar nuevas amenazas producto de situaciones que trascienden las fronteras nacionales, tales como el crimen organizado trasnacional, el cambio climático, la actividad y delitos cibernéticos, así como la presión existente desde el sistema económico, por sólo mencionar algunas.
Así en estos y otros aspectos se deberán buscar soluciones complejas a problemas que son igual, complejos, donde la política de la ocurrencia o la inacción tiene saldos en vidas humanas, en donde, la inmadurez o la incapacidad sí tiene un impacto en la vida de las personas gobernadas.
A este escenario se enfrentará la primera mujer mexicana que es electa presidenta: este panorama se vislumbra poco sencillo, sin embargo, confío plenamente en que primará la capacidad y entereza de quien tenga la titularidad del mando, no por su condición de mujer, sino por su capacidad. Sólo el tiempo dirá si el trabajo desempeñado consiguió resolver estos problemas.
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