La elaboración de un presupuesto de egresos implica que los políticos tienen que decidir entre dar prioridad a las preferencias de sus electores, o destinar más recursos a rubros indispensables para el crecimiento económico y el bienestar social. Si las propuestas de las campañas electorales no estuvieron directamente relacionadas con estos fines, el presupuesto puede tener sesgos al definir las prioridades del gasto público.
Por Jonathan Rubio
Las inmediaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro estuvieron tomadas durante varios días por asociaciones ganaderas y campesinas que exigen más presupuesto para el fomento al campo. Debido a que los legisladores no habían podido ingresar a la Cámara, la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2020 quedó pendiente desde el pasado 6 de noviembre. Para cumplir con el mandato constitucional, la Comisión de Presupuesto se trasladó a una sede alterna.
Luego de un 6 de noviembre que pareció eterno para el Presupuesto 2020, finalmente fue aprobado el pasado viernes 22 de noviembre, y con ello, quedó vigente el principal documento de política pública del Gobierno de México, y de esta manera, quedaron plasmadas las prioridades gubernamentales.
¿El presupuesto fomentará el crecimiento?
Durante el proceso de aprobación, en la Cámara de Diputados el Proyecto de Presupuesto de Egresos fue ampliado por un monto de 11 mil 397 millones de pesos, con lo cual, el gasto autorizado para 2020 asciende a 6.11 billones de pesos.
Tomando en cuenta los efectos inflacionarios, en términos reales este presupuesto tuvo un incremento de 0.8% comparado con el que se aprobó para 2019[1], cuando se estimó un gasto de 5.84 billones de pesos.
Por un lado, se trata de un presupuesto equilibrado, ya que si bien se prevé un déficit de al menos 547 mil millones de pesos, esta cifra representa el 9% del total de los recursos que se ejercerán para el próximo año.
Pero cuando los representantes deciden en qué se gastará el dinero de los mexicanos, se enfrentan a un gran reto, puesto que los políticos tienen que averiguar cuáles son las preferencias de la población. Es cierto que en las elecciones del año pasado quedó claro cuáles eran las preferencias de los mexicanos que salieron a votar el 2 de julio de 2018, pero es importante recordar que el sistema de elección pública por votación no permite expresar todas las preferencias del electorado, es decir, los políticos tienen información incompleta sobre las preferencias sociales.
Otro problema en la elaboración del presupuesto es determinar a qué preferencias sociales se les dará una mayor prioridad. Si los recursos presupuestarios son limitados, significa que se le tiene qué restar importancia a determinados rubros el gasto público para priorizar lo que el gobierno en turno considere pertinente.
Si las propuestas de campaña no consideran un gasto público dirigido hacia elementos que generan desarrollo y crecimiento sostenido, se presenta una disyuntiva entre satisfacer las preferencias de la mayoría ciudadana que votó por un determinado candidato o gastar en lo que sí genera un incremento en la actividad económica. Además, gastar en algo en lo que no se basó una campaña electoral de quien resultó electo, podría no ser redituable en términos políticos.
Más allá de que los gobiernos tienen información imperfecta; de que todos los ciudadanos tienen preferencias y prioridades distintas, y de que el presupuesto se diseña bajo una restricción presupuestaria, no debe de soslayarse que hay elementos necesarios para que se logre un nivel de desarrollo económico y social, por ejemplo, el gasto en salud, cultura y en ciencia y tecnología.
¿Cuánto se gastará en ciencia, tecnología y cultura?
Para identificar el gasto que el Gobierno Federal ejercerá para la cultura se tomó el Ramo 38, un ramo administrativo del gasto público que incluye los recursos que para este fin ejercerán las dependencias del gobierno federal durante 2020.
Para la cultura, se presupuestó un total de 13 mil 517 millones de pesos, lo cual representó un aumento de solo 1% en términos reales, si se compara con lo que se ejerció en 2019.
Por su parte en el Ramo 48 de la clasificación administrativa del gasto, se encuentran los recursos que se destinarán para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), la entidad encargada de promover el desarrollo de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación.
Para este objetivo, el próximo año se aprobó un gasto de 25 mil 659 pesos, que si se compara con los recursos que fueron destinados para este Consejo en 2019, se tiene una disminución de 0.2% en términos reales.
De acuerdo con el análisis histórico que se presenta en los Criterios Generales de Política Económica, el gasto en estos dos rubros como porcentaje del PIB destinado para la el CONACyT, entre 2013 y 2019 tuvo una disminución del 23% en términos reales. Por su parte, las variaciones del presupuesto para la cultura no tuvieron variaciones significativas durante el mismo periodo.
Por su parte, el gasto aprobado para la salud también presentó una disminución de 0.1% en términos reales comparado con lo que presupuestó en 2019. Esta disminución viene de las asignaciones para el Ramo 12, que incluye el gasto del Gobierno Federal destinad para este fin, cuyo presupuesto para 2020 es de 128 mil 826 millones.
Bajo estos indicadores, es evidente que estos rubros del gasto no son prioritarios para la administración actual, sin embargo, son dos elementos de suma importancia para fomentar el crecimiento económico, la productividad y el bienestar social, sobre todo cuando el país atraviesa por una crisis de violencia que se mantiene en máximos históricos y cuando la economía presentará un crecimiento muy cercano al 0% en 2019.
[1] Calculado con el deflactor del INPC de 1.0379.