Junto con más casos de alerta, la contingencia atmosféricas en el Valle de México y otras ciudades, las emergencias en el sistema eléctrico nacional, la suspensión de clases en Campeche por el calor, los casos de hipertermia en la Huasteca Potosina, la sequía en el 94 por ciento de los municipios, todo eso reportado entre el 7 y el 9 de este mayo de 2024, ilustran clara y simultáneamente que ya está presente lo que antes era solo un escenario de incremento de temperaturas cercanas a dos grados Celsius por encima de promedios históricos.
Escrito por: Enrique Provencio D.
El cambio climático es un proceso que viene sucediendo desde décadas atrás, no un fenómeno que ocurrirá en el futuro. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de lanzar su informe Estado del Clima en América Latina y el Caribe 2023, confirmando que el año pasado fue el más cálido desde que se tienen registros, que el huracán Otis es el más potente “jamás identificado” en el Pacífico oriental del continente y uno de los que más rápido se intensificó, que están aumentando las muertes en exceso por las olas de calor, y que las sequías severas e intensas están al alza, agravando la inseguridad alimentaria. Hay variantes por regiones, pero el diagnóstico global es similar, y los primeros meses de 2024 ya marcaron también temperaturas récord.
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Según este informe de la OMM, en comparación con América Latina y el Caribe, México es el más afectado por las alzas en la temperatura, en la sequía y en el incremento del nivel del mar, y en 2023 recibió el impacto de los huracanes de primer orden. La evaluación del impacto del cambio climático en la salud es deficiente, y a México se le agrupa entre los países que tienen capacidades básicas en los servicios para monitorear y alertar sobre los riesgos sanitarios derivados de las anomalías del clima.
Por su lado, el informe Estado y perspectivas del cambio climático en México: un punto de partida, publicado por el Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM en 2023, muestra que “El incremento y la tasa de aumento en la temperatura del aire anual promedio en México son mayores que el promedio global”, y que “La temperatura media del aire en México ha aumentado alrededor de 1.69 oC (1.59 oC-1.81 oC) con respecto a inicios del siglo XX”, que ha aumentado la duración de los periodos cálidos en los últimos treinta años, que casi se ha duplicado el porcentaje de días con temperaturas máximas superiores, y que las sequías observadas son más severas y frecuentes. Este informe del PINCC abunda en evidencias y explora las preocupantes tendencias y los escenarios para lo que resta del siglo.
Estos son solo dos de los reportes que dan el contexto para ubicar los fenómenos que de manera tan palpable estamos observamos en México a principios de mayo de 2024. Siempre se pueden relativizar los hechos, y decir que son transitorios o que se deben a la confluencia de anomalías específicas, que no constituyen un patrón establecido y que se reestablecerán las condiciones más regulares en las que operan los sistemas de energía, salud, de producción agrícola y en general los servicios y las infraestructuras sociales y económicas. Por no alarmar a la población, por ignorancia, o por cálculo político, o por una mezcla de estos y otros motivos, lo que ocurre es que negamos las evidencias o las minimizamos, y terminamos por hacer como nada o poco ocurriera, como si se tratara solo de mala suerte, apostando a que las cosas se compongan solas y vuelvan a ser como antes.
Pues no, todo apunta a que el cambio ya viene ocurriendo, que la nueva normalidad es más incierta que regular, a que los riesgos se están acentuando y que en el futuro seremos más vulnerables si no nos tomamos en serio las alertas que se vienen haciendo desde hace treinta años con toda claridad. Diversos servicios esenciales están fallando ya por la reducción de las lluvias, entre ellos el abasto de agua para la población y para la agricultura, e incluso para la generación de energía en las hidroeléctricas. Varias enfermedades asociadas a la modificación de los patrones de clima vienen aumentando, y en los días de temperaturas extremas, ahora más fecuentes, los efectos en la salud son notorios, sobre todo para niños y personas mayores. La respuesta ante los calores extremos pone a prueba el sistema eléctrico nacional por la mayor demanda en los días y horas críticas, con repercusiones sociales y económicas ante las que no hay capacidad inmmediata de atención.
Nada de esto es novedoso, se viene anticipando desde hace tiempo, esta dicho y vuelto a decir inumerables veces en la documentación de organismos internacionales y en los diagnósticos nacionales y hasta en varios programas de gobierno, que están en el abandono esperando tiempos mejores. Aún más, se están destruyendo capacidades institucionales, por ejemplo con el inexplicable empeño en cerrar el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, en lugar de fortalecerlo para que tome el liderazgo en la coordinación de tantos esfuerzos que tenemos que hacer en esta materia. Estamos perdiendo el tiempo al no desarrollar capacidades de adaptación ante los impactos del cambio climático, al no acelerar la mitigación de emisiones a las que nos hemos comprometido como país, y, sobre todo, al no proteger a nuestra sociedad ante una de las más grandes amenazas a las hemos estado expuestos.
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El informe Estado del Clima en América Latina y el Caribe 2023, de la Organización Meteorológica Mundial, en: https://bit.ly/3UCyzO7
El informe Estado y perspectivas del cambio climático en México: un punto de partida, del PINCC, en: https://bit.ly/3UGO0VB