Durante mucho tiempo la mujer ha vivido a la sombra de la historia hecha por hombres. Como bien menciona Geneviève Fraisse, y Michelle Perrot el siglo XIX (Perrot, 2002) fue un siglo sombrío y triste, austero y restrictivo, pero en el que inesperadamente se presentó de manera espontánea un cambio de mentalidad. Fue el momento en el que aparece la ideología feminista, que demandaba urgentes cambios en las estructuras del trabajo y salario, autonomía del individuo civil, derecho a la educación, y la aparición de la mujer en la escena política.
Escrito por: Mónica Muñoz
Desde el siglo XVIII hubo magníficas aportaciones como el libro de Mary Wollstonecraft, “Vindicación de los derechos de la mujer”, y la francesa Olympe de Gouges con su obra “la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” en 1791. No obstante, en el siglo XIX el pensamiento feminista fue innovador, enarbolado por teóricos como Clara Zetkin (1857-1933), Alejandra Kollontai (1872-1952), Rosa Luxemburgo (1871-1919), Augusto Bebel (1840-1913) y John Stuart Mill (1806-1873), entre otros. Flora Tristán (1803-1844) por ejemplo, vinculó las demandas de las mujeres con las luchas obreras, y fue la primera en convocar a una reunión Internacional Obrera de hombres y mujeres; un año antes de su muerte, en 1844, publicó La Unión Obrera, texto en donde se pronunció por la igualdad absoluta del hombre y la mujer.
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Así, la mirada feminista comenzó a ser nombrada y hacerse visible, pues las mujeres por mucho tiempo estuvieron silenciadas y esclavizadas en el espacio privado de lo doméstico, y sin ningún tipo de reconocimiento. (Ruiz, 2015). El feminismo acuñó sus propios conceptos: género, violencia de género, patriarcado, etc., con la finalidad de crear herramientas de análisis que visibilicen las relaciones de poder que colocan a las mujeres en una situación subordinada con respecto a los hombres, en todos los ámbitos de lo social, entre ellos la historia.
Aquí en México las mujeres de clases media y alta empezaron a permearse de estas ideas que se discutían y hablaban en los clubes políticos creados en un inicio para criticar a Porfirio Díaz. Posteriormente, la Revolución Mexicana aportó lo que puede llamarse “los feminismos mexicanos”. Allí aparece en escena Hermila Galindo, una mujer valiente en la historia del feminismo mexicano. Hermila fue secretaria particular de Venustiano Carranza, y destacaría en el grupo de mujeres carrancistas que presentaron en 1917 la solicitud de sufragio para la mujer, aunque de manera restringida, pues consideraban que sólo un grupo reducido de mujeres estaba apto para votar y ser votado, posición que se entiende si se toma en cuenta que en 1910 el país contaba con una población de 15 millones de personas, de las cuales 75 por ciento eran analfabetas.
Hermila Galindo fue la impulsora del Primer Congreso Feminista en Yucatán realizado del 13 al 16 de enero de 1916. Por cierto, el Estado de Yucatán era en esa época liberal y progresista. El encuentro se efectuó en el Teatro Peón Contreras de la ciudad de Mérida y fue el Segundo Congreso Feminista de América Latina, pues en 1910 se había realizado el primero en Buenos Aires, Argentina. (Ruiz, 2015) Asistieron 617 mujeres de diversas clases sociales y de varias entidades del país, según se afirma en las memorias sobre el evento, editadas en 1975 por el Instituto Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit). Lo interesante de este evento, fue que desde la convocatoria, el gobernador de Yucatán, Salvador Alvarado, calificaba como “error social” educar a la mujer a la antigua para una sociedad “que ya no existía, habituándola a que, como en la antigüedad, permaneciera recluida en el hogar, el cual sólo abandonaba para asistir a los saraos y fiestas religiosas”. Hablaba en favor de la revolución constitucionalista que había permitido que las mujeres tuvieran derechos que antes no tenían, como los derivados del divorcio.
En el Primer Congreso Feminista en México se cuestionó ¿cuáles son las funciones públicas que puede y debe desempeñar la mujer a fin de que no solamente sea elemento dirigido sino también dirigente de la sociedad? Allí, Hermila Galindo abordó un tema candente sobre todo para esa época, que fue el de la sexualidad de la mujer. Ella relacionó el tema con la educación y afirmaba, que se procuraba en la mujer el desarrollo de lo que se llama “vida del corazón y del alma”, mientras se descuidaba y omitía el desarrollo de su razón. Exhortó a que se orientara y educara a la mujer en relación a los cuidados higiénicos de su cuerpo que eran desconocidos en la mayoría de las familias…
Otro tema escabroso fue el del sufragio femenino, incluso hubo una protesta firmada por 31 mujeres en contra del voto femenino. Lo cual mostró las enormes dificultades para que las mujeres participantes acordaran la inclusión del sufragio. Otra idea de la que se habló fue que el cerebro de la mujer era más pequeño, por lo tanto, sus ideas también, y que según fuera el tamaño del cerebro, se pensaba (estaba en relación con el peso del cuerpo del individuo) llevando la desventaja total la mujer. Sin embargo, Lola Puerto, afirmó en el Congreso que la mujer por la cultura que tuviera sólo podía desempeñar cargos que no tuvieran una alta potencia mental, como los de educadora, concejal e inspectora o vigilante del cumplimiento de las leyes.
El tema de que las mujeres casadas no deberían trabajar para que no descuidaran a sus hijos fue otro. Se justificaba que las madres eran madres y no pertenecían más que a sus hijos y que si querían hacer de ellos hombres y mujeres fuertes, debían dedicarse exclusivamente a su educación. Se abogó por la educación pues se argumentó que al marido le convenía una esposa inteligente capaz de brindarle su apoyo. En ese encuentro fue difícil proponer la participación de la mujer en la política. Se afirmó que debían abrirse las puertas a las mujeres en todos los campos de acción, pues podían desempeñar cualquier cargo público ya que no existía diferencia alguna entre su estado intelectual y el del hombre, era tan capaz como éste de ser elemento dirigente de la sociedad.
Finalmente, Galindo logró ver concluida la lucha por el voto de las mujeres mexicanas en la Constitución, en 1953. Con sus logros en el ámbito de la política, la feminista consiguió mostrar de manera pública que las mujeres podían y debían ser elegidas para ocupar puestos públicos.
Es importante conocer y tener consciencia de que en México también se han librado batallas ideológicas y se han propuesto encuentros para discutir el papel de la mujer. Asimismo, han existido mujeres valientes que se atrevieron a dar ese primer paso rompiendo paradigmas. En la actualidad, ¿cuántas mujeres conocen este episodio de la historia?, ¿qué tan conscientes serán de lo que implica ejercer el derecho al voto? Sabemos que hoy en día en pleno siglo XXI las mujeres nos seguimos enfrentando a muchos obstáculos incluso para desarrollarse profesionalmente.
La situación de hoy no tiene que ver con las competencias y habilidades, sino con prácticas discriminatorias vigentes en las cuales deben luchar y sacrificar mucho más que un hombre para alcanzar un lugar profesional. Por ejemplo, la participación laboral de las mujeres después del nacimiento de un bebé se reduce en un 28% y en un 33% su ingreso laboral. Continúan siendo “el ángel del hogar” sobre las que recaen los cuidados y responsabilidades de los hijos. Un hombre no se cuestiona si le conviene entrar a trabajar o no, para no descuidar a los hijos, ni lo despiden por decidirse a ser papá…
El INEGI en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2021, nos muestra que las mujeres ocupan tan solo un 29% de los empleos mejor pagados en México, y apenas un 2% de la población total femenina en el país cuenta con un trabajo de ingresos superiores a 21mil 500 pesos al mes. Esto significa que un 38% de las mujeres trabajadoras accede con dificultad a la canasta básica. ¡Aún queda mucho camino por hacer! ¿No crees?.
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