“Qué bella es la democracia” es un texto de Eduardo Galeano publicado originalmente en el siguiente enlace de Servicios Koinonía
Un grupo de extraterrestres ha visitado recientemente nuestro planeta. Ellos querían conocernos, por pura curiosidad o quién sabe con qué ocultas intenciones.
Los extraterrestres empezaron por donde tenían que empezar. Iniciaron su exploración estudiando al país que es el número uno en todo, número uno hasta en las líneas telefónicas internacionales: el poder obedecido, el paraíso envidiado, el modelo que el mundo entero imita. Empezaron por ahí, tratando de entender al mandamás para después entender a todos los demás.
Llegaron en tiempo de elecciones. Los ciudadanos acababan de votar, y el prolongado acontecimiento había tenido a todo el mundo en vilo, como si se hubiera elegido al presidente del planeta.
La delegación extraterrestre fue recibida por el presidente saliente. La entrevista tuvo lugar en el Salón Oval de la Casa Blanca, ahora reservado exclusivamente a los visitantes del espacio sideral para evitar escándalos. El hombre que estaba concluyendo su mandato contestó, sonriendo, las preguntas.
Los extraterrestres querían saber si en el país regía un sistema de partido único, porque ellos sólo habían escuchado a dos candidatos en la televisión, y los dos decían lo mismo.
Pero tenían, también, otras inquietudes: ¿Por qué han demorado más de un mes en contar los votos? ¿Aceptarían ustedes nuestra ayuda para superar este atraso tecnológico?
¿Por qué siempre vota nada más que la mitad de la población adulta? ¿Por qué la otra mitad nunca se toma la molestia? ¿Por qué gana el que llega segundo?
¿Por qué pierde el candidato que tiene 328.696 votos de ventaja? ¿No es la democracia el gobierno de la mayoría?
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Y otro enigma los tenía preocupados: ¿Por qué los otros países aceptan que este país les tome examen de democracia, les dicte normas y les vigile las elecciones? ¿Será porque este país los castiga cuando no se portan como es debido?
Las respuestas los dejaron todavía más perplejos. Pero siguieron preguntando.
A los geógrafos: ¿Por qué se llama América este país que es uno de los muchos países del continente americano?
A los dirigentes deportivos: ¿Por qué se llama Campeonato Mundial (“World Series”) el torneo nacional de beisbol?
A los jefes militares: ¿Por qué el Ministerio de Guerra se llama Secretaría de Defensa, en un país que no ha sido nunca bombardeado ni invadido por nadie?
A los sociólogos: ¿Por qué una sociedad tan libre tiene la mayor cantidad de presos en el mundo?
A los psicólogos: ¿Por qué una sociedad tan sana engulle la mitad de todos los psicofármacos que el planeta fabrica?
A los dietistas: ¿Por qué tiene la mayor cantidad de gordos este país que dicta el menú de los demás países?
Si los extraterrestres hubieran sido simples terrestres, este absurdo pregunterío hubiera acabado mal. En el mejor de los casos, hubieran recibido un portazo en las narices. Toda tolerancia tiene un límite. Pero ellos siguieron curioseando, a salvo de cualquier sospecha de impertinencia, mala educación o mala leche.
Y preguntaron a los estrategas de la política externa: Si están ustedes amenazados por enemigos terroristas, como Irak, Irán y Libia, ¿por qué votaron junto con Irak, Irán y Libia contra la creación del Tribunal Penal Internacional, nacido para castigar el terrorismo?
Y también quisieron saber: Si ustedes tienen, aquí cerquita, una isla donde están a la vista los horrores del infierno comunista, ¿por qué no organizan excursiones, en vez de prohibir los viajes?
Y a los firmantes del Tratado de Libre Comercio: Si ahora está abierta la frontera con México, ¿por qué muere más de un bracero por día queriendo cruzarla?
Y a los especialistas en derecho laboral: ¿Por qué MacDonald´s y Wal Mart prohiben los sindicatos aquí y en todos los países donde operan?
Y a los economistas: ¿Por qué, si la economía se duplicó en los últimos 20 años, la mayoría de los trabajadores gana menos que antes y trabaja más horas?
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Nadie negaba respuesta a estos raritos, que seguían con sus disparates.
Y preguntaban a los cuidadores de la salud pública: ¿Por qué prohiben que la gente fume, mientras fuman libremente los autos y las fábricas?
Y al general que dirige la guerra contra las drogas: ¿Por qué las cárceles están llenas de drogadictos y vacías de banqueros lavadores de narcodólares?
Y a los directivos del Fondo Monetario y del Banco Mundial: Si este país tiene la deuda externa más alta del planeta, y debe más que todos los demás, ¿por qué ustedes no lo obligan a recortar sus gastos públicos, ni a eliminarsus subsidios? ¿Será porque hay que ser cortés con los vecinos?
Y a los politólogos: ¿Por qué los que aquí gobiernan hablan siempre de paz, mientras este país vende la mitad de las armas de todas las guerras?
Y a los especialistas en medio ambiente: ¿Por qué los que aquí gobiernan hablan siempre del futuro del mundo, mientras este país genera la mitad de la contaminación que está acabando con el futuro del mundo?
Cuantas más explicaciones recibían, menos entendían. Poco duró la expedición. Los extraterrestres empezaron su visita por la potencia dominante, y por ahí terminaron. La normalidad del poder estaba fuera del alcance de estos turistas.
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