Una de las reacciones más lamentables y cuestionables frente a las movilizaciones y protestas del movimiento de los feminismos en México (y también en otros países) es la que cuestiona la legitimidad de las formas en cómo se llevan a cabo. Los argumentos desde los que se descalifica a la protestas son tan absurdos como insostenibles.
Que sí protesten, pero que por favor lo hagan bonito…

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