Desde hace siglos, en la génesis del pensamiento griego, ya era posible encontrar diferencias entre los hombres. La sociedad ateniense tenía roles muy específicos; las mujeres eran relegadas y su participación en la sociedad estaba muy sesgada; los esclavos no tenían ni voz ni voto, y en general, el pueblo era malo e ignorante; los inmigrantes eran sirvientes del emperador, los únicos perfectos eran los aristócratas quienes por haber nacido en buena cuna, eran virtuosos. La época moderna demuestra que hay grupos humanos que necesitan una revolución para no seguir en el estigma del pasado.
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El poeta griego Teognis de Mégara, retomado por Platón decía: “De los nobles aprenderás cosas elevadas, pero si te relacionas con el vulgo, perderás tu buen sentido. Los buenos se corrompen debido a los malos, por tanto, uno debería mezclarse con gente semejante” (Citado por Knoll, 2017).
Entre los aristócratas griegos y la élite poderosa contemporánea no hay mucha diferencia. Ambos dictan las leyes y las normas sociales. Los “virtuosos” están involucrados en diversos sectores, desde el económico-financiero, el político, cultural, intelectual, científico; en todos estos estadios existen hombres y mujeres que establecen reglas de convivencia de acuerdo con el perfil de estatus sociales.
El racismo y la agenda pública
En estos días, la agenda setting reabre la polémica discusión sobre el racismo. Bajo la constelación de lo diverso y lo diferente varias voces se levantan para sumarse a la lucha de las minorías. Por ejemplo, el cineasta mexicano Alfonso Cuarón, no deja de explotar el recurso de la mujer violentada por su trabajo y condición social, y continúa en la lucha por el reconocimiento de las trabajadoras del hogar, tema que lo llevó a ser el ganador del Oscar como mejor director por Roma. Casi al mismo tiempo la activista y actriz en la misma cinta, Yalitza Aparicio debuta como columnista en el New York Times y aborda el tema de la discriminación y el racismo.
Una película, una campaña (Cuida a quien te cuida), reportajes periodísticos son sólo acciones de buenas personas a favor de sí mismas y después por la causa que dicen defender; la propaganda es una de las estrategias mejor planteadas por el cerebro, para implantar ideologías que favorezcan el posicionamiento de su operador. La lucha en contra del racismo y la discriminación debería empezar por quienes la padecen, no por aristócratas modernos envueltos en bandera de altruistas.
Tanto Cuarón como Aparicio, en este ejemplo, parece que se apegan a la moral del amo, de quién tiene el poder de la imagen, de la opinión pública y del alcance económico. La moral del amo (aristócrata, noble) es la que determina quién es el bueno y quién el malo, sobrepasa la moral del resentimiento atribuida al desfavorecido. (Nietzsche, p. 2)
Otra perspectiva
Y quién no esté de acuerdo con el que organiza el “bien”, para los demás es malvado. Cabe la reflexión en torno a las trabajadoras del hogar, quienes se consideran un grupo vulnerable, abusado y discriminado; quienes hoy en día exigen una reivindicación social y económica. Al respecto, el filósofo alemán suscribiría que al aceptar su debilidad reconocen su resentimiento y envidia hacía los poderosos. Nietzsche en ningún momento defiende al oprimido. Afirma que no pueden culpar a los demás de su condición. Así como en la naturaleza los corderos no pueden enfrentar a las aves de presa. (p. 2)
Uno de los principales problemas del racismo y la discriminación es que ha sido un acuerdo conciliado entre el opresor y el oprimido. No podría existir un amo si no hay un esclavo (Hegel). El oprimido, a lo largo del tiempo, ha aprendido a ceder sus derechos porque supone que así gana tiempo para permanecer en su condición, el cambio, como no se conoce no es deseado por el oprimido, sino por el opresor en un acto de narcisismo.
El rechazo a lo diferente se ha fortalecido por las políticas públicas del mismo Estado en complicidad con la sociedad y los medios de comunicación. El virus del racismo, en lugar de desaparecer, sigue creciendo, porque existe en la memoria y duele cada vez que se observa algún acto de soberbia y de abuso. Pero no se acaba porque al final es una lucha de la moral, en la que las personas “se miden” entre sí. El hombre que siempre mide se considera tasador por naturaleza. (Nietzsche, citado por Faigenbaum, 2020.)
Ética e injusticia
Así que el racismo no es solo una injusticia; es también un conjunto de actos morales entre los buenos y los malos, entre los poderosos y sus seguidores, entre el egoísmo y la compasión… la debilidad como mérito, así como la pobreza como virtud. La calidad de las relaciones entre grupos, se ganan a través de la lucha, no del sometimiento ni del resentimiento. Si se quiere encontrar la vacuna contra el racismo, no se debe buscar en la compasión ni el altruismo, sino en la formación ética y la educación para construir acciones de empatía y reciprocidad, como dice la frase popular “No hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
La epigenética del racismo se puede detener si hay un reconocimiento del otro en lo social y lo biológico, a través de las neuronas espejo. Habrá un cambio cuando los grupos vulnerables no sean considerados objetos o trofeos, sino iguales, como personas que necesitan un trabajo digno, de acuerdo con sus habilidades y no se les considere piezas de una apología de la miseria, exhibidas en un escaparate de moda.
Bibliografía
Knoll, Manuel. 2017. Aristóteles y el pensamiento político aristocrático. Revista de Filosofía, 73, pp. 87-106. Consultado de https://revistafilosofia.uchile.cl/index.php/RDF/article/view/47649/57419
Nietzsche, Friedrich. 2003. Genealogía de la moral. Ed. Tecnos
Warburton, Nigel. Crítica de la Genealogía de la moral. Recuperado de http://www.alcoberro.info/pdf/nietzsche16.pdf
Hegel, Friedrich. 2011. La dialéctica del amo y el esclavo. Programa Filosofía aquí y ahora. Canal Encuentro. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=R197Rr2zppE
Faigenbaum, Gustavo. 2020. Genealogía de la moral de Nietzsche. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=iVlcQWR04BA
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Frase clave: El Racismo o la debilidad como mérito
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