Escrito por 12:00 am Especial, Salud

Rápida y grave

por Salvador Villalpando / Teresa Shamah

La diabetes mellitus es una enfermedad crónica, con larga duración, que comienza cerca de los 40  años, aunque recientemente en México se ha visto que los jóvenes entre 20 y 39 años la sufren con más frecuencia.


La diabetes se ha convertido  en los últimos decenios en un problema serio para la salud y bienestar de los mexicanos. En los últimos años ha sido la primera causa de muerte en el país y ha sido la primera causa de egreso hospitalario en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Además es la primera causa de ceguera, de amputaciones no traumáticas de las piernas y una causa frecuente de insuficiencia renal que conduce al trasplante de riñón y es factor de riesgo para los infartos del miocardio y embolias cerebrales.

La enfermedad le cuesta al país y a las familias cerca de 343 millones de dólares al año, lo cual es muy alto en comparación con cualquier enfermedad; y su prevalencia ha aumentado de manera muy rápida y grave, al mismo tiempo que ha aumentado la obesidad. De acuerdo a las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición, llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Salud Pública, los casos diagnosticados por un médico fueron entre la población mayor de 20 años de edad, en 2000 de 5.7% (2.1 millones), en 2006 de 7.3% (3.7 millones) y en 2012 de 9.7% (6.9 millones). A esto hay que aumentar un porcentaje casi igual de sujetos que fueron diagnosticados como diabéticos mediante la medición de glucosa durante las encuestas.

En la Encuesta Nacional de 2006, primera que tuvo mediciones de glucosa en ayuno, se encontró que 7.1% (3.4 millones) más tenían diabetes, dando un total de 14.4% (6.8 millones) de diabéticos, sumados a los previamente diagnosticados por un médico. A los diabéticos previamente diagnosticados se les midió la concentración de una sustancia en la sangre conocida como Hemoglobina glucosilada (HbA1c), la cual es indicativa del grado de control de la glucosa que tiene un diabético y cuyo nivel normal en la sangre es menor a 7% de la hemoglobina total. Los resultados de la HbA1c fueron alarmantes en 2006 porque solamente el 5.3 % de los diabéticos previamente diagnosticados tenía niveles compatibles con un buen control de la glucosa, el 38% fueron clasificados arbitrariamente como en control malo (7.1- 11%) y 56.2% en control muy malo (≥11.1%). En 2012, la situación mejoró con un total de 24% de sujetos con HbA1c compatibles con buen control.

Según los datos de la ENSANUT 2012, en el año anterior 63.2% de los diabéticos acudieron a consultas médicas, donde al 70.6% les midieron colesterol y triglicéridos y al 44.1% les midieron la presión arterial al menos una vez al mes. En 2012 un porcentaje pequeño se le midió la glucosa en sangre (21.7%) o la hemoglobina glucosilada (7.7%) para evaluar su control metabólico; solamente el 8.6% tuvo una revisión oftalmológica y al 14.7% le revisaron los pies para buscar gangrena.

Esta descripción hace ver un problema que constituye una de las primeras prioridades de salud del país, no solamente por las implicaciones económicas, sino porque no ha sido enfrentado de manera consistente por el sistema de salud. Aunque la mayor parte de los diabéticos reciben tratamiento, ya sea con pastillas o con insulina, su control es muy malo, lo cual significa que las complicaciones a mediano y largo plazo aparecerán más temprano y serán de mayor gravedad. Esto significa que el número de atenciones por parte de los oculistas, los especialistas en riñón y los ortopedistas serán cada vez mayores.  Pero lo más grave es que las embolias y los infartos producen algún nivel de incapacidad, cuando no son la causa de muerte en el primer evento. La diabetes ocasionó en 2010 pérdidas de 264 mil años de vida saludable por muertes prematuras, representando 82,964 defunciones o sea el 14 % del total de muertes registradas en el país  durante ese año. Además de los 171 mil años de vida saludable perdidos por discapacidad.

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