Hace casi un siglo William I. Thomas hizo ver la capacidad del grupo para convertir en reales situaciones que suponen como tales, al adecuar su conducta a esa situación, de lo que resulta la llamada “profecía autocumplida”. Así, en una colectividad se dará como cierta una definición dada de la realidad a partir de la información de la que se disponga o lo que se diga respecto a esa misma realidad. Luego, impresiones proyectadas sobre lo que ocurre llegan a ser verdaderas para quienes perciben la realidad a partir de dichas subjetividades.
Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias”. William I. Thomas[2].
Por Ricardo de la Peña; sigue al autor en Twitter: @ricartur59 [1].
Ahora bien, recordemos: el 17 de marzo de 2020 el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, declaró que “no podemos frenar esta pandemia si no sabemos a quién está infectando. Nuestro consejo a los países es sencillo: pruebas, pruebas, pruebas“[3].
Y por ello en algunas naciones de Europa Occidental se inició un paulatino, pero sostenido, aumento del número de pruebas de laboratorio que se realizan para constatar si alguna persona se ha contagiado o no con el SARS-CoV-2 y, por ende, si ha contraído la COVID-19. Y como resultado de este aumento de pruebas se ha dado una elevación del número de contagios conocidos y reconocidos con este virus, lo que ha llevado a hablar de una “segunda ola” de la pandemia como un rebrote Europeo, como veremos adelante, no es consistente con los datos duros disponibles, pero que ha ido creando una idea de que existe en realidad un claro y serio aumento de casos, que obligaría a tomar de nuevo medidas de confinamiento.
Estoy seguro de que no importa que algún medio acepte dar cabida a estas afirmaciones. Su difusión será sumamente limitada e incapaz de afectar en forma alguna a una corriente de opinión que se ha impuesto: estamos en una “segunda ola” de la COVID-19 rebrote Europeo, así la evidencia no lo constate.
En la era de la posverdad, suele prevalecer la distorsión deliberada y muy factiblemente interesada de una realidad supuesta, en la que las apelaciones a la emocionalidad y a las creencias individuales tienen mayor influencia que los hechos objetivos, propalando versiones sobre lo que ocurre con el fin de crear y dar forma a la opinión pública e influir en las actitudes sociales. Pero vayamos a la evidencia y luego retornemos al análisis.
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LOS DATOS DEL REPUNTE
Escojamos tres países de Europa Occidental para los que contamos con datos casi siempre diarios sobre pruebas aplicadas, casos confirmados y decesos ocurridos desde mayo o antes. En dos de ellos, Francia y Reino Unido, es claro que se ha impuesto la decisión de tomar medidas contra el rebrote Europeo de contagios, mientras que en Italia esta decisión es más dubitativa. Excluimos España y Alemania porque, aunque sería muy interesante analizar sus números, no se cuenta con datos diarios sobre todo de pruebas realizadas en la fuente que tomamos y que es hoy en día uno de los recursos convencionales y confiables sobre el desarrollo del fenómeno de la actual pandemia de COVID-19: Owr World in Data, de la Universidad de Oxford.
Cuando uno ve los “columpios” que describen los contagios confirmados por día, tomando sus medias móviles semanales (que se presentan en el gráfico 1), pareciera indudable que se presenta un repunte a partir de agosto en los casos de contagio luego de un abatimiento en el período junio-julio respecto a lo ocurrido previamente. Esta es la lámina que típicamente se difunde para apoyar la idea de que se está ante una “segunda ola” en esa región del mundo.
También es cierto que a lo largo de los últimos meses, sobre todo desde el mes de julio, ha habido un aumento sistemático en el número de pruebas de laboratorio que se practican en dos de los países considerados y que en Italia este aumento se registra desde mediados de agosto (ver gráfico 2).
¿Cómo afecta este aumento en pruebas y casos en la tasa de positividad que se observa en estos países? Como puede verse en el gráfico 3, el aumento de casos no es producto en su totalidad de un aumento de la positividad, sino que sólo lo es parcialmente: las curvas de positividad registradas recientemente, si bien muestran un aumento, apenas igualan niveles previos, pero no llegan para nada a las alturas observadas en mayo pasado o durante la fase más álgida de la pandemia. De hecho, los niveles de positividad que hoy se observan mostrarían alturas más de diez veces menores a lo alcanzado en la llamada “primera ola” en Reino Unido y en Francia apenas estaría superando los niveles estimados para mayo; igualmente, en Italia el repunte es insuficiente para mostrar alturas que se aproximen a lo visto en primavera.
Tal vez ello explique que a pesar del aumento de casos confirmados, se da un descenso en los niveles de decesos diarios confirmados por millón de habitantes (gráfico 4) o por millar de pruebas de laboratorio aplicadas (gráfico 5). Incluso, cuando vemos la caída de la proporción estandarizada de decesos según pruebas aplicadas, todo haría suponer que el aumento del número de pruebas y su consecuente repercusión en la detección de más casos de contagio ha llevado a corroborar vía laboratorio a más casos de contagio leve o incluso asintomático, por lo que su inclusión en la contabilidad lleva a un descenso en las tasas de fallecimiento de los contagiados detectados.
EL SIGNIFICADO DE LOS DATOS
Una paradoja es algo contrario a lo que la opinión general considera como verdadero. Es algo que, conforme su origen etimológico, supone apartarse del “buen juicio”. Es claro que decir que la “segunda ola” es en parte un artificio producto del esfuerzo promovido por la OMS de hacer más pruebas en algunos países de Europa Occidental y no realmente la presencia de un mayor nivel de contagios y menos que el “Rebrote Europeo” esté produciendo más casos graves que deban atenderse. Pero pareciera que a la agencia internacional le conviene propiciar la idea de que la COVID-19 sigue presente y repunta, sin atender a las evidencias que podrían cuestionar si se está efectuando la misma cantidad de pruebas y si ello tiene repercusiones en los requerimientos de atención sanitaria en las naciones que han decidido responder al llamado de hacer más pruebas.
Así, se podría estar cayendo en una falacia al argumentarse que estamos ante una “segunda ola”. En ocasiones, los engaños con argumentos que parecen válidos se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás. En ocasiones, pueden ser muy sutiles y persuasivos. Pueden apoyarse en premisas e incluso en conclusiones verdaderas, pues lo que hace falaz a un argumento es la invalidez del argumento en sí. ¿Estaremos ante un caso de esta naturaleza? ¿Por qué la instancia internacional no advierte y difunde las consecuencias de sus propios llamados y matiza con base en ello sus juicios sobre la situación presente? ¿Por qué los gobiernos caen en un juego que tiene sus bemoles?
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Frase clave: REBROTE EUROPEO: PROFECÍA AUTOCUMPLIDA
[1] Presidente Ejecutivo de ISA Investigaciones Sociales Aplicadas.
[2] Del original: “If men define situations as real, they are real in their consequences”. William I. Thomas, The child in America: Behavior problems and programs, Knopf, New York, 1928, pp. 571-572. Conocido como Teorema de Thomas.
[3] “OMS exigió a México intensificar los mecanismos contra el Coronavirus”, Infobae, 17 de marzo de 2020; disponible en: https://www.infobae.com/america/mexico/2020/03/17/oms-exigio-a-mexico-intensificar-los-mecanismos-contra-el-coronavirus/.
