Escrito por 2:52 pm Alejandro Sahuí, Democracia, Desigualdades, Economía, En Portada, Política

RECESIÓN DEMOCRATICA EN MÉXICO Y AMÉRICA LATINA

No trae buenas noticias para la democracia el Informe 2023 de Latinobarómetro publicado en días pasados. En toda la región existe un bajo apoyo para este tipo de régimen, con una tendencia pronunciada hacia la indiferencia y, bastante peor, el autoritarismo. Para México los datos que arroja son preocupantes. Somos el país en donde la población manifiesta una preferencia mayor por un gobierno autoritario: el 33% frente al promedio de 17% de la región que incluye a 17 países. Entre 2020 y 2023 aumentó 11 puntos porcentuales.

Escrito por: Alejandro Sahuí

Un tercio de los mexicanos está de acuerdo con la siguiente frase: “En algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”. Además, se incrementaron las actitudes no democráticas que el informe asocia con rasgos populistas. Dichas actitudes son reflejadas en estas cuestiones:

  • 1. “No me importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si resuelve los problemas” (56%);
  • 2. “En caso de dificultades está bien que el presidente controle los medios de comunicación” (48%); y
  • 3. “Apoyaría a un gobierno militar en reemplazo del gobierno democrático, si las cosas se ponen muy difíciles” (42%). Estamos peor en todas ellas que el promedio.

No sorprende que seamos clasificados como democracia débil o en retroceso. En este escenario ha crecido la indiferencia hacia la idea de que “La democracia es preferible a cualquier forma de gobierno”, descendiendo del 43% al 35%. Quizá no deba obviarse que, además de la pobreza, la violencia e inseguridad en la mayor parte del territorio nacional generan condiciones de desesperación.

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Junto con estos indicadores de apoyo al régimen político, el Informe revela datos interesantes relacionados con el desempeño de los gobiernos en Latinoamérica y el Caribe. El documento observa la percepción de los resultados que ha traído la ola de democratizaciones. Como es predecible en la región más desigual en el mundo, con elevados índices de pobreza, marginación y exclusión, además de escandalosos casos de corrupción, menos de un tercio de la ciudadanía expresa satisfacción con la democracia. En este indicador favorable México se encuentra 9 puntos arriba del promedio. Guillermo O`Donnell[1] destacó la diferencia entre la democracia como régimen y como aparato estatal que es importante para distinguir las exigencias que pesan sobre uno y otro.

En gran medida varias de las crisis de legitimidad de la democracia derivan de asuntos sobre los que el régimen político -sistema de partidos, elecciones, competencia- poco puede hacer. Sin embargo, las expectativas generadas por las transiciones y el nuevo constitucionalismo latinoamericano con sus catálogos generosos de derechos generan presión en la administración y las políticas públicas. El Estado de bienestar tiene problemas y contradicciones[2] que causan ansiedad a la ciudadanía. El desempeño exige eficacia y eficiencia en el cumplimiento de las metas de derechos y bienestar.

Hay otras cuestiones que merece la pena señalar: la poca adhesión de las personas jóvenes (16-25 años) a la democracia comparativamente con las mayores (61 y más años): 43% frente a 55% respectivamente. Esta orienta una propensión mayor al autoritarismo (20%), que las personas de edad (13%). Como dice el informe: “Tal distribución sugiere que la socialización en estas democracias imperfectas (…) no produce nuevas generaciones más demócratas sino que, por el contrario, genera más partidarios del autoritarismo”. Creo que a esta lectura cabe añadir lo siguiente: en primer lugar, las nuevas generaciones no pasaron las experiencias de dictaduras militares y gobiernos autoritarios; en segundo, la crisis económica que atrinchera a las élites y les niega derechos y oportunidades de bienestar. Si a esto se suma el anuncio de la ralentización del crecimiento relacionada sobre todo con el cambio climático es explicable la indignación de la juventud ante la grave falta de solidaridad intergeneracional. Su situación precaria en el empleo y el abandono absoluto de las redes de seguridad estatal son acelerantes de esta reacción anti-democrática juvenil que hipoteca el futuro.

El informe no lo expresa, pero varias actitudes populistas parecerían justificadas si se aprecia que “mientras más alta es la clase social, menos apoyo hay a la democracia”. A pesar de sus diatribas contra los movimientos y liderazgos populares, las personas más ricas defienden en los hechos una rígida estratificación social que demanda gobiernos autoritarios, no mayor calidad democrática. Una más de las contradicciones de los Estados de bienestar: las clases más altas y más bajas son refractarias a la democracia. Aunque es cierto que la educación es una clave para mejorar, la de nivel superior presenta obstáculos prácticamente insalvables para estas últimas. De modo que el pronóstico no es halagüeño en el corto plazo. Con apenas un tercio de la población dispuesta hacia los valores y deberes de la democracia cuesta pensar que se consoliden bases amplias y resistentes contra tentaciones autoritarias. Mientras tanto, como el informe pone de manifiesto, los gobiernos se han convertido en lugares de privilegio para poderes políticos corruptos y arbitrarios, y para su perpetuación.

Es urgente recordar el contexto anterior a las transiciones democráticas, lo que positivamente hemos dejado atrás. No existen atajos no democráticos para conquistar derechos y desarrollo. Incluso el combate a la pobreza extrema implica democracia, como demostró Amartya Sen[3]. No nos dejemos arrebatar el poder del autogobierno popular que la democracia habilita como condición necesaria, aunque no suficiente. Para que cada persona cuente con el mismo poder de participar y disputar el desempeño de los gobiernos se debe fortalecer el régimen político; garantizar y ser leales a las reglas elementales del juego.

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[1] Guillermo O’Donnell, Democracia, agencia y Estado. Teoría con intención comparativa, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2010.

[2] Claus Offe, Contradicciones del Estado de bienestar, Madrid, Alianza, 2004; Jürgen Habermas, Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Buenos Aires, Amorrortu, 1989.

[3] Amartya Sen, El valor de la democracia, Barcelona, El Viejo Topo, 2006.

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