Reconstruir al mundo urbano

La población nacional vive, mayoritariamente, en centros urbanos y la transición demográfica del campo a la ciudad continúa, mientras que la concentración de la población pasa de forma cada vez más rápida, de las ciudades pequeñas y medias, a las grandes zonas metropolitanas. 


De acuerdo con el Conapo, en el 2015 había 74 zonas metropolitanas en el país, en las que vivían 75.1 millones de personas, esto representó un incremento de 56.8% de la población nacional viviendo en zonas metropolitanas en el 2010, a 62.8% en el 2015.

En esa misma lógica es importante destacar que el número de zonas metropolitanas con un millón de habitantes o más, se incrementó de 11 a 13. El paisaje urbano que tenemos en nuestro país ha asumido una nueva lógica de organización “vertical”, lo cual modifica formas y esquemas de relación entre personas y familias, al mismo tiempo, que se vincula con complejos procesos de desarticulación de la convivencia e interacción social.

Debe comprenderse en un sentido mayor, que en “la cuestión urbana” de hoy, sintetiza los dilemas del poder: dominación, desigualdad, crisis ecológica, concentración tecnológica, desarrollo económico y social; y todo ello tiene como primer referente a los gobiernos municipales, los cuales, luego de 20 años de la reforma al artículo 115 constitucional, mediante la cual pretendió fortalecerlos, enfrentan severas crisis de gobernanza, particularmente en lo relativo a la seguridad pública y el caos urbano que se vive en varias de las más grandes ciudades del país.

Hay que reconocer que las ciudades mexicanas se han convertido en masas amorfas, en territorios sin delimitaciones precisas, en las que conviven tanto centros de concentración de conocimiento y tecnología, con barrios marginales, cuya “periferia” no está determinada por su posición geográfica, sino por la ruptura del tejido social y la imposibilidad de una vida democrática, convivencial y con posibilidades de realización de los derechos humanos de sus habitantes.

En la lógica del poder, la próxima administración deberá ser capaz de construir un nuevo modelo de gobernanza de lo urbano, nuevas políticas públicas que permitan orientar y darle un sentido mínimo de orden al acelerado proceso de urbanización que vivimos, el cual va acompañado de varias transiciones demográficas, que van, desde el acelerado envejecimiento de la población, la prevalencia de los embarazos adolescentes, así como la transición epidemiológica que va de la diabetes a las enfermedades alcohólicas del hígado, las discapacidades generadas por accidentes y violencia, así como también las infecciones de transmisión sexual y otras epidemias latentes como la de la tuberculosis.

A la par de la población, la infraestructura de cientos de ciudades se encuentra envejecida, deteriorada y sigue siendo a todas luces insuficiente: seguimos teniendo amplias franjas territoriales que, debido a la depredación inmobiliaria e industrial del suelo, han provocado auténticos enclaves de marginación y rezago, que están provocando cada vez más la existencia de miles de manzanas y hasta colonias enteras que ahora son auténticas zonas fantasma.

Todo lo anterior obliga a reconstruir el mundo urbano, es decir, dar mantenimiento y renovar la infraestructura, equipamiento y mobiliario de las ciudades. Construir para reducir los déficits que se mantienen, así como planear con perspectiva de sostenibilidad su inevitable crecimiento.

A lo anterior se suma la urgencia de dotar a las ciudades de mayores capacidades de resiliencia ante el cambio climático y los fenómenos naturales como los sismos, lo cual implica, no sólo reconstruir lo que se ha destruido, sino ante todo construir para evitar que esas tragedias vuelvan a repetirse.

Cómo priorizar, por dónde comenzar, en dónde y cuánto invertir, son cuestiones clave que el equipo de transición del presidente electo debe estar pensando, sobre todo, de cara a la discusión del PEF, 2019, porque es ahí en donde se define el presupuesto de entidades y municipios, y en donde se define el presente y futuro de nuestras ciudades.

Investigador del PUED-UNAM @mariolfuentes1 

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