Entre las principales causas de muerte en niños menores de cinco años se encuentran los nacimientos prematuros, la neumonía, las complicaciones durante la labor y el parto, la diarrea y la malaria
La mortalidad infantil en México ha disminuido en el último medio siglo, como resultado de un esfuerzo tripartita: sociedad-gobierno-personal de salud[1]. No obstante, nuestro país está lejos de alcanzar las bajas cifras de mortalidad infantil y preescolar de los países desarrollados.
En el año 2000 la tasa anual de mortalidad infantil en nuestro país en menores de un año era de 20 por cada 1,000 nacidos vivos, y en menores de 5 años, de 16. En 2013 los decesos en menores de cinco años pasaron a 13.7 por cada mil.
Actualmente, las principales causas de fallecimiento —accidentes en preescolares (la primera) y anomalías congénitas (la tercera)— permanecen en el mismo orden que en 2010, con tendencia a la baja en enfermedades infecciosas.
Según el UNICEF, México es uno de los 62 países que alcanzó la meta de reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad en niños menores de 5 años, principalmente en las localidades de menor tamaño donde la mortalidad infantil ocurre en mayor número.
Para nuestro país ésta es una agenda inconclusa, representada por las infecciones más comunes, entre ellas, la diarrea infecciosa, problema que es uno de los principales retos a enfrentar, fundamentalmente en zonas rurales.
Pese a los avances significativos en la atención de la salud de infantes menores de cinco años, un buen número murió por causas evitables o prevenibles, como la diarrea, cuya incidencia, de acuerdo con las estimaciones internacionales, se puede reducir en 37%.
Además, es posible incrementar el acceso al agua potable en un 25% y el saneamiento en 32%, y estas tres acciones combinadas pueden disminuir la mortalidad, infantil en 33%.
En la India cada año las diarreas matan más de 117,000 menores de cinco años y millones más luchan contra infecciones intestinales crónica[2], las cuales les impiden absorber nutrimentos y medicamentos.
Este ciclo de sufrimiento se perpetúa: las mujeres con bajo peso engendran niños con bajo peso, quienes son más vulnerables a las infecciones, más propensos al retraso en el crecimiento y menos capaces de beneficiarse con las vacunas. El 39% de los niños presentaba retraso del desarrollo.
Las moscas que se reproducen y alimentan de las heces son uno de los principales vectores que diseminan organismos infecciosos a las personas. Estos patógenos nos infectan al entrar por aberturas minúsculas en la piel o contaminando el agua y los alimentos.
Desde mucho tiempo atrás descubrimos el nexo de higiene y salud, en particular, la importancia de evitar el contacto con las heces, pero millones de personas continúan con esta práctica, la mayoría de ellas viven justamente en la India.
Entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que defeca al aire libre disminuyó en todo el mundo, y las reducciones más drásticas fueron en algunos de los países menos desarrollados. No obstante, millones de personas mantienen esta práctica que amenaza la salud pública.
En 2015 la ONU buscó poner fin a la defecación abierta para 2030, de alcanzarse esta meta, el número seis de la ONU, mejoraría de manera drástica la salud pública, pues actualmente «las enfermedades provocadas por malas condiciones sanitarias y el agua insalubre matan más niños que el sarampión, el paludismo y el SIDA combinados».
También contribuiría a aliviar la pobreza, el hambre y a mejorar la educación. Los niños enfermos faltan a clase, así como las niñas menstruantes cuyas escuelas no cuentan con retretes limpios y seguros.
Se ha descubierto que los sistemas de alcantarillado conectados a plantas de tratamiento de agua residuales son la mejor manera de eliminar el peligro de los deshechos humanos, pero son cinco veces más costosos que recolectar y disponer de las excreciones fecales. No obstante, este método es más oneroso para los propietarios de viviendas, quienes son responsables de sus letrinas y sus fosas sépticas.
En las alcantarillas, conectadas a plantas de tratamiento de aguas residuales, solo 56% de los desechos se gestiona con seguridad, porque las alcantarillas tienen fugas y casi un tercio de las ciudades en crecimiento no están conectadas.
Muchas letrinas desaguan en drenajes abiertos, pero los costos de construcción y mantenimiento son muy altos. Una opción es recoger las excreciones de las letrinas y las fosas sépticas, con la condición de que se disponga debidamente de ellas. En los últimos 25 años Vietnam casi ha erradicado la defecación abierta, al pasar de 39% en 1990 a 0.7% en 2015.
En la India rural la publicidad patriarcal refuerza la conducta de construir retretes, no para cuidar la salud de toda la familia, sino para brindar protección a sus esposas e hijas del acoso sexual en el campo y de la vergüenza de levantarse los saris al aire libre. Por extraño que parezca a los occidentales, la defecación abierta ofrece a los jóvenes un grato paréntesis de confinamiento doméstico y de la vigilancia de sus maridos y parientes políticos.
Una estadística de la ONU afirma que, entre 1990 y 2015, la tasa de defecación abierta cayó de 75% a 44% entre la población, pero ese cálculo únicamente refleja la cantidad de letrinas construidas y no la cifra real que utiliza cada miembro de la familia de manera regular.
Recientemente se publicó en un diario de circulación nacional un artículo titulado Muerte infantil rebasa cifras de asesinatos[3], en el que se menciona que en 2015 se reportaron 20,762 homicidios en México, mientras que en el mismo año fallecieron 26,057 niños menores de un año de vida (según INEGI).
De ellos, 12,992 (es decir, 35 niños) mueren diariamente por enfermedades prevenibles durante el periodo perinatal. De estas muertes, 7,121 son causadas por trastornos respiratorios y cardiovasculares, 2,687 por infecciones bacterianas y 1,139 por trastornos durante la gestación (INEGI, 2015).
En México ocurren más muertes de niños que asesinatos de personas. La mitad de ellos fallecen por enfermedades prevenibles
El incumplimiento de la Ley General de Salud se observa en la desatención materno infantil y la inexistencia de Comités de Prevención de Mortalidad Infantil y Materna que vulneran el derecho a la vida y a la protección de la salud[4].
Manuel Campa ESPECIALISTA RECERTIFICADO “INTEMPORE” POR EL CONSEJO MEXICANO DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA JUBILADO POR LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA COMO PROFESOR DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA DE LA FAC, DE MED. DE VERACRUZ EL 1º. DE FEBRERO DE 2016 POR 50 AÑOS DE SERVICIO. COMISIONADO DE ARBITRAJE MÉDICO DE VERACRUZ 1999-2008 |
[1] Héctor Fernández Varela, Director Servicios Médicos UNAM. (Gaceta Digital UNAM 07/04/2016)
[2] Elizabeth Royte. “Un lugar donde hacerlo”. (NATGEO EN ESPAÑOL, agosto 2017 p. 90)
[3] Astrid Rivera. “Muerte infantil rebasa cifras de asesinatos”. (El Universal 21/VIII /17 p. A26)
[4] Luis Fernández. Director de Nosotros. (El Universal 21/VIII-17 p. A26)
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