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Ocho riesgos para el desarrollo

Esta vez no es diferente. Ante las circunstancias críticas que atestiguamos, de nuevo surgen las interrogantes sobre el futuro del desarrollo, la prosperidad y el progreso. Flota en el ambiente global la sensación de que están concretándose grandes cambios que rebasan las preocupaciones convencionales de los ciclos económicos, las recesiones, las oscilaciones de corto alcance.

Escrito por:  Enrique Provencio D.

Con todo y la gran incertidumbre, y luego de tantos anuncios previos, se afianza la idea de que nos adentramos en una época diferente. ¿Diferente respecto a qué? Hay dos referencias clave: la primera, la del arreglo globalizador consolidado tras la caída del Muro de Berlín, la desarticulación de la Unión Soviética y su segundo mundo, y el ascenso de China; la segunda, la del orden articulado al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la formación de las Naciones Unidas y los espacios multilaterales y sus acuerdos, las décadas de oro de las socialdemocracias en unas regiones y del desarrollo acelerado en otras.

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No hay cortes fijos y las etapas se sobreponen, por supuesto, y ya desde hace lustros se proclamaba que el cambio de época estaba en curso, como comenté aquí en México Social en colaboraciones previas[1]. Hoy la atención está centrada en tensiones que cimbran los grandes acuerdos internacionales, el redibujo de las esferas regionales de influencia por parte de países dominantes (Estados Unidos y China) o de potencias regionales (Europa y Rusia, quizá India), el deterioro de las democracias con el ascenso de nuevas oligarquías, la acelerada innovación tecnológica, la movilidad humana transfronteriza, entre otras.

Se trata de tensiones que tienen vasos comunicantes entre sí y que inciden de diversas formas y con distinto peso en las perspectivas del desarrollo democrático. No es lo mismo ocuparse del crecimiento económico que del desarrollo, hay que distinguirlos y repetirlo, y también hay que diferenciar entre eso ye el progreso humano general, por supuesto. Las sacudidas que estamos viviendo suponen riesgos para el desarrollo al menos en las siguientes ocho vertientes:

1) Debilitación acelerada del multilateralismo. Este no gozaba de cabal salud, cierto, y se habla de crisis del sistema de Naciones Unidas desde hace mucho, al menos desde los primeros noventa, pero la agenda del desarrollo con inclusión y sustentabilidad sigue siendo impulsada desde sus organismos, en los que cada país tiene voto aunque al final unos cuantos tengan veto. Tampoco estaba resultando efectivo su trabajo para mantener la paz, pero no hay mecanismos alternativos aceptados para mediar entre las naciones. La otra vía es la imposición de intereses económicos o geopolíticos de dos o tres potencias, que no estarán velando por el desarrollo, precisamente.

2) Menor cooperación internacional. El antiguo propósito de dedicar al menos un punto porcentual del producto nacional a la cooperación por parte de los países más ricos tampoco estaba lográndose, cierto. Solo unas cuantas naciones lo han hecho durante periodos largos. La cooperación, que no resuelve el rezago económico en su conjunto, pero mitiga el sufrimiento para grupos pobres, sobre todo en salud y alimentación, es desde hace mucho una blanco de ataques de los grupos más conservadores, y por lo que se ve ahora, al menos en Estados Unidos ganaron su jugada. Qué lamentable es que algunos despistados lo celebren con su muy corta perspectiva de que USAID financiaba grupos de oposición en México, cuando lo que está de por medio es todo un retroceso en el logro de objetivos globales que requieren más cooperación, entre ellos el de la lucho contra el cambio climático. Los medios de ejecución de todos los tratados dependen de la cooperación financiera y tecnológica, y sin esta los países de menor desarrollo seguirán a la zaga.

3) Armamentismo e inseguridad. Desde 2022 se retomó el camino para incrementar los gastos de defensa en los países europeos, y ahora Estados Unidos presiona para aumentarlos más, ante su mentira de que Europa se aprovecha de sus presupuestos militares. La presión adicional por la defensa genera más tensión sobre las finanzas públicas de los países que refuerzan sus ejércitos y adquieren equipos militares de nueva generación y costosos. México no está en esa tesitura, pero sí ante la necesidad de reforzar los recursos destinados a la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad. Por unas u otras razones, varias prioridades ingentes del desarrollo humano siguen quedando de lado.

4) Rompimiento de los umbrales planetarios. No se trata solo del cambio climático, que está generando costos y presiones adicionales sobre todo para los países de menor desarrollo, sino también de la creciente erosión de la integridad de la biosfera y sus ecosistemas, del impacto de productos sintéticos y de los flujos biogeoquímicos, entre otros campos que están mostrando riesgos cada vez más intensos para el bienestar. De hecho, los umbrales en la pérdida de biodiversidad son aún más preocupantes que los del propio cambio climático. El esfuerzo global para enfrentar la crisis ecológica está debilitándose, y el retroceso que está provocando Trump en su propio país puede arrastrar a otros y repercutir en mayores perdidas de desarrollo para los países más pobres.

5) Proteccionismos comerciales. La liberalización del comercio, las inversiones y los flujos financieros fue el flanco más activo de la globalización y uno de los ejes clave del consenso que predominó a fines del siglo pasado. Hoy se revierte en lo que se refiere al libre comercio, aunque no necesariamente en el movimiento de capitales. El efecto neto de la posible reducción del comercio internacional no es claro, y de hecho puede redundar en políticas sectoriales nacionales (industriales, agrícolas, servicios y otras) que activen nuevas capacidades productivas. En lo inmediato, sin embargo, puede traer inestabilidades muy costosas para el empleo.

6) Deterioro democrático. En su sentido amplio el desarrollo evolucionó hacia una forma que cobraba sentido pleno bajo regímenes democráticos, aunque si se entendía solo o principalmente como crecimiento, no tenía que alcanzar formas democráticas, como sucedió en varios países, incluyendo a México, el siglo pasado. ¿Tiene sentido la prosperidad en entornos autoritarios o represivos, sin participación libre en las decisiones colectivas, sin respeto a la pluralidad y con libertades restringidas, con exclusiones deliberadas de las minorías? Estos regímenes podrán ofrecer, eventualmente, buenos resultados económicos, pero en condiciones de retroceso democrático no se tratará de desarrollo pleno.

7) Descontrol tecnológico. Una de las pocas coincidencias en el debate del desarrollo es que a la larga, a veces a la corta, la innovación (o la adaptación o la imitación, cuando se logran bien) hace la diferencia a favor del éxito. Los logros científicos se han acelerado y la difusión masiva de las nuevas tecnologías cambió y sigue transformando las vidas cotidianas de miles de millones de personas, pero todavía no se aprecia un cambio notable en la productividad. Lo que sí está ocurriendo es la apropiación excesivamente concentrada de las rentas y los beneficios de las nuevas tecnologías, con un reacomodo de las fuentes de riqueza y de la concentración del ingreso, y ahora, además, en la acumulación de poder en pocos grupos empresariales. Los retos ambientales globales, de salud, de transición energética y otros podrán cubrirse solo con una innovación tecnológica que se derrame como un bien público, que es lo contrario de lo que está ocurriendo, salvo contadas excepciones, desde las ciencias de la vida a la inteligencia artificial. Las brechas del desarrollo se mantendrán o se profundizarán en este contexto.

8) Movilidad humana. El rechazo indiscriminado a la inmigración y el refugio unifica a los gobiernos y movimientos políticos que se están virando hacia el conservadurismo extremo. En el caso de Estados Unidos, ese movimiento corre parejo con el proteccionismo, el desprecio por la diversidad y los derechos de las minorías. En Europa, confluye la xenofobia con las simpatías por Putin y con los retrocesos civilizatorios de respeto a los derechos humanos. Los acuerdos internacionales para la migración segura, ordenada y regular se alejan del horizonte cercano, y con ello se retrasarán más el desarrollo,, incluso el de los países que están pasando por un envejecimiento acelerado.

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Estas son ocho vertientes de riesgos que en conjunto afectarán o están perjudicando las perspectivas de prosperidad de muchos países. Quizá lo más afectado sea hoy la agenda misma de desarrollo, y también la idea que puede prevalecer sobre la aspiración de generar un futuro seguro y de bienestar incluyente para la mayoría de la población. Es decir, la idea misma del desarrollo que queremos aquí y ahora.

[1] Enrique Provencio. Algo va peor 24/02/2025 https://www.mexicosocial.org/algo-va-peor/   y Oscuro cambio de época 17/02/2025 https://www.mexicosocial.org/cambio-de-epoca/ 

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