La de Rolando Cordera es una de las mentes más lúcidas y prolíficas del panorama intelectual mexicano en los últimos 60 años. Su historia de vida es de las de mayor congruencia y de mayor compromiso con la justicia social, y con la construcción de un México capaz de ser generoso con todas y todos sus habitantes. En efecto, a lo largo de las últimas décadas, Rolando ha contribuido desde la UNAM a formar incontables generaciones de economistas, pero también especialistas de otras áreas; pero su pensamiento ha sido fecundo y ha llevado a que otras universidades le reconozcan como maestro de maestros.
Escrito por: Mario Luis Fuentes
Su obra es extensa. Ha publicado decenas de libros y capítulos de libros. Y sus contribuciones semanales en diarios de circulación nacional se ha dado con una continuidad asombrosa desde al menos la década de los 80 en el siglo pasado; además de haber sido parte sustantiva del esfuerzo intelectual que han representado desde su fundación el Periódico La Jornada así como la revista Nexos.
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En coautoría con Carlos Tello Macías, escribió uno de los textos de referencia del debate sobre la urgente y necesaria transición democrática, a la par de la urgente transformación del curso de desarrollo de nuestro país: La disputa por la nación, la cual, dicho sea de paso, no ha logrado resolverse a favor de los más desposeídos y en peores condiciones de garantía de sus derechos humanos.
Es pertinente subrayar todo lo anterior, pues de manera afortunada la UNAM y el Seminario de Cultura Mexicana coeditaron un texto en el que Cordera sintetiza una gran cantidad de planteamientos que ha desarrollado con el tiempo, y que nos ofrecen, tal como se titula el texto: Una mirada al desarrollo mexicano.
Dice Cordera en la página 12 de su texto: “La de México es así, una experiencia histórica marcada por profundas “inconclusiones” en lo económico y lo social”. Esas inconclusiones se ubican en dos ámbitos que se entrecruzan permanentemente: la inacabada transición democrática; y la resistencia permanente a corregir al capitalismo, como dice el autor, “desde fuera del mercado”, es decir, desde el Estado, el cual tiene la capacidad de llevar cabo “acciones justicieras y redistributivas”.
La profunda mirada de Cordera se ancla en reflexiones personales, pero también de otros referentes históricos del pensamiento mexicano. Destaco tres nombres: Octavio Paz, Carlos Monsiváis y Jaime Ros. Las citas que utiliza el autor respecto de estos autores son breves, pero con una capacidad magistral de resumir la complejidad de problemas tan ancestrales como estructurales en lo que respecta a las posibilidades transformadoras del país.
La memoria histórica a la que nos convoca Cordera al mencionar a estos tres grandes nombres es mayor. Porque con ello nos recuerda que nuestra historia son muchas historias, muchas narrativas sobre cómo debe construirse y cimentarse una nueva versión del proyecto nacional, considerando la pluralidad, diversidad y multiplicidad de las voces que coexisten y que deben persistir en el escenario nacional.
Construir un Estado social de derecho y de derechos requiere un renovado pacto social. Y esta es la clave para comprender a fondo la perspectiva de Rolando Cordera: porque lo que nos falta rehacer es precisamente el pacto fundamental que pueda, desde lo político, quebrar lo que en otros lugares el propio autor ha denominado como la “conspiración anti desarrollista” que nos ha colocado en el sendero del crecimiento mediocre y las perenes desigualdades.
El autor propone en el texto: “Preguntarnos por qué hemos tenido un desempeño económico tan insatisfactorio en términos del crecimiento potencial, protección social, salud y educación es un tema de la mayor pertinencia que requiere hacer cortes de caja rigurosos”.
En ello, el autor tiene plena razón, más aún pensando en nuestro contexto actual en que está llegando a su fin una de las administraciones que mayores expectativas ha generado entre la población, pues para llegar a la presidencia de la República planteó nada menos que una transformación histórica de un calado similar al de la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.
El diagnóstico de Rolando Cordera es lapidario: no hemos crecido económicamente lo suficiente porque, en los hechos, decidimos no hacerlo. Pero si esto fue así, la pregunta obligada que nos queda como lectores del texto es: ¿quién resultó entonces beneficiado de tales decisiones? Porque si la decisión se tomó en el ámbito del poder Estatal, entonces queda claro que hubo una racionalidad deliberada que no puede desligarse de los pactos y acuerdos de los grupos de poder que existen en el país.
Por ello la discusión de cara al cambio de gobierno, tomando como punto de partida el texto de Cordera, debería centrarse en cómo reconstruir el pacto social, y no sólo dar por sentado que la visión, hasta ahora electoralmente mayoritaria, es la única ruta y alternativa, pues por los resultados que se han tenido en los últimos seis años, han profundizado la incapacidad nacional para crecer y sobre todo, para construir un viraje de 180 grados en el rumbo que tiene el curso de desarrollo que se ha elegido para el país, devastando a la ecología y renunciando a transformaciones fiscales que garanticen aliviar la anemia fiscal del Estado.
Sin diálogo político, abierto y franco, cualquier reforma de gran calado será muy difícil de concretarse; porque lo que nos urge es el desarrollo institucional democrático que promueva, facilite, pero sobre todo garantice que el pluralismo político esté en la base de las decisiones que son impostergables y que deben tomarse rápidamente para corregir el rumbo y para aliviar las ingentes y terribles condiciones de injusticia social que prevalecen por todas partes.
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Investigador del PUED-UNAM
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