por Manuel Campa
La salud reproductiva es, según la OMS, el estado de bienestar físico, mental y social en los aspectos relativos a la sexualidad y la reproducción, en todas las etapas de la vida, e implica que las personas puedan tener una vida sexual segura y satisfactoria, la capacidad de tener hijos y la libertad de decidir si quieren tenerlos, cuándo y con qué frecuencia (derechos reproductivos)
Tanto el hombre como la mujer tienen derecho a estar informados y tener acceso a métodos de regulación de la fertilidad seguros, eficaces y asequibles, así como a disponer de servicios accesibles de planificación familiar y salud pública que proporcionen la adecuada asistencia profesional a la mujer embarazada y permitan que el parto se produzca de forma segura y el nacimiento de hijos sanos.
Un aspecto que es indispensable tomar en cuenta para enfrentar de manera adecuada y efectiva los aspectos relacionados con salud sexual y reproductiva es la perspectiva de género en la salud. A lo largo de la historia se han justificado como “naturales” muchas de las diferencias que se observan cotidianamente en la distribución de tareas, derechos y obligaciones entre hombres y mujeres, y que han colocado a las mujeres en una situación de subordinación, incorporándolas a las costumbres y tradiciones de cada cultura y grupo social. Sin embargo, la realidad es que están determinados socialmente los roles entre ellos; en el caso de la salud, los papeles y relaciones de género tienen impactos negativos en las mujeres. La subordinación y falta de autonomía en la toma de decisiones se convierten en barreras para el conocimiento y adopción de métodos anticonceptivos. Todo esto constituye el concepto de equidad de género en salud.
La plena participación del hombre en la salud sexual y reproductiva se ha visto obstaculizada por factores socioculturales que están relacionados con las percepciones y expectativas tradicionales que la sociedad tiene del género masculino. El arraigado concepto de masculinidad estereotipado en fortaleza física, insensibilidad emocional, competencia extrema, pragmatismo y poco arraigo familiar debe transformarse en bienestar.
En septiembre de 2003 el Programa Mujer y Salud y la Dirección General de Salud Reproductiva se integraron en el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (www.cnegsr.gob.mx), quedando bajo su responsabilidad todos los programas que dichas áreas venían desarrollando. El nuevo centro es un órgano rector y desconcentrado de la Secretaría de Salud con mayor autonomía financiera y jurídica, con lo que se pretende fortalecer los programas dirigidos a las mujeres. Al retomar los ejes centrales de los programas de salud reproductiva, quidad de género y salud materna y perinatal se busca unificar esfuerzos para contar con una estructura más eficiente a fin de integrar áreas operativas que estaban desvinculadas.
Este centro es un Órgano rector que contribuye a incorporar la perspectiva de género en salud y a mejorar la salud sexual y reproductiva de la población a través de programas y acciones sustentados en evidencia científica, mejores prácticas y las necesidades de los diversos grupos de la población, en un marco de participación social y de respeto a los derechos humanos, incluyendo los sexuales y reproductivos.
Su visión es lograr en 2030 que las instituciones del Sistema Nacional de Salud y su personal trabajen de forma organizada y coordinada en las acciones de prevención, promoción, detección, diagnóstico, tratamiento, control y evaluación de los programas de salud reproductiva y contra la violencia familiar y de género para que mujeres y hombres puedan ejercer con igualdad de oportunidades su derecho a la protección de la salud y tomen decisiones responsables y libres sobre su vida sexual y reproductiva, a través del acceso y utilización de servicios de salud de calidad, oportunos y con perspectiva de género que respondan a sus necesidades específicas y respeten sus derechos.
La sexualidad es un aspecto esencial del ser humano y un elemento de la salud reproductiva que debe ser satisfactorio, saludable y sin riesgos. Las y los adolescentes tienen necesidades específicas en este terreno que requieren atenderse.
El cada vez más temprano inicio a la vida sexual y la percepción de invulnerabilidad induce a los jóvenes a tener relaciones sexuales sin protección, lo que facilita la adquisición de infecciones de transmisión sexual e incrementa el riesgo de embarazos no planeados y mayor riesgo a la salud materna y de su descendencia.
En México existen más de 22.2 millones de adolescentes que requieren información y asesoría en diversos campos de la vida; particularmente para obtener respuestas a sus dudas e inquietudes, bajo una mística de confidencialidad, confiabilidad, respeto y profesionalismo.
Con el propósito de establecer un vínculo virtual con las y los adolescentes, el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva diseñó y estructuró el portal interactivo www.yquesexo.com.mx, el cual constituye una estrategia informativa de actualidad que goza de una gran preferencia por parte de este grupo de población.
Tiene la característica de ser interactivo; es decir que, además de encontrar en él una diversidad de temas, se pueden plantear dudas a un especialista, recibir las respuestas correspondientes y, en caso necesario, ser referido a uno de los 776 Servicios Amigables en Salud Sexual y Reproductiva para Adolescentes de la Secretaría de Salud que operan próximos a su domicilio en sus unidades en todo el territorio nacional.
Otro aspecto relevante que cubre esta estrategia es su contribución a garantizar el derecho a la información y asesoría en sexualidad y salud reproductiva de las y los adolescentes y jóvenes, como parte de sus derechos sexuales y reproductivos, aunado a que es un espacio abierto, gratuito, permanente y confiable.
En México las y los jóvenes inician su vida sexual entre los 15 y 19 años en promedio. Las probabilidades de que las adolescentes de entre 15 y 19 años mueran debido a complicaciones durante el embarazo o el parto son dos veces mayores que las de una mujer de 20 a 30 años. Los principales riesgos de esta población son: el inicio no elegido, involuntario o desprotegido de su vida sexual; la exposición a embarazos no planeados, no deseados o en condiciones de riesgo; y la exposición a una infección de transmisión sexual, cuya expresión más dramática es el VIH/SIDA.
Es indispensable atender a la población adolescente y ofrecerle oportunidades de desarrollo que compitan con la maternidad, haciendo accesibles los métodos para evitar un embarazo no deseado.
El realizar campañas de comunicación educativa donde se exalten los valores de la responsabilidad en las conductas sexuales y reproductivas, del compartir el cuidado y la crianza de los hijos y del autocuidado de la salud, junto con la prestación de servicios de calidad permitirá la incorporación más activa del sector masculino en el cuidado de la salud reproductiva. Fomentar la reproducción en edades adecuadas, favorecer intervalos intergenésicos óptimos y evitar embarazos no deseados y en situaciones de riesgo contribuirá al mejoramiento de la calidad de vida del grupo poblacional de más riesgos evitables, que aún sigue pagando tributo a la improvisación, el desconocimiento y la incomprensión.
La verdadera riqueza de un país
El enfoque de la salud reproductiva da un alto valor al derecho de hombres y mujeres a regular su fecundidad en forma segura y efectiva; a cursar un embarazo y parto sin riesgos para la salud, a tener y criar hijos saludables; a comprender y disfrutar su propia sexualidad; y a permanecer libres de infecciones de transmisión sexual, incapacidad o muerte asociada con el ejercicio de la sexualidad y la reproducción.
Los programas de planificación familiar, equidad de género y salud reproductiva tienen que sustentarse en la situación íntima del individuo y de la pareja, y deben tener como motivación el equilibrio individual de cada familia, sin apoyarse en ideas abstractas, globales y generalizadoras (crecimiento, producto nacional bruto, insumo de recursos, etcétera). Sus fines están dirigidos a mejorar la salud de la madre, el niño y la familia, con la creencia y el convencimiento de que la verdadera riqueza de un país se apoya principalmente en sus recursos humanos y por ende en su población.•
Manuel de J. Campa G. Especialista certificado “In Tempore” por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia. Es Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana (U.V.) desde 1966; fue Comisionado de Arbitraje Médico del Estado de Veracruz de 1999 a 2008 |