Se terminó la “racha positiva” para Guanajuato en materia de combate a la pobreza. En los últimos años, las administraciones estatales se habían regodeado del hecho de que el crecimiento económico iba a generar automáticamente la mejora sustantiva de la calidad de vida de las personas.
Desde 2016, en distintos espacios en la entidad, alerté que las políticas sociales y la política de atracción de inversiones habían llegado a su límite en lo que se refiere a su capacidad de reducir las condiciones de pobreza en la entidad, porque en materia de ingresos y de reducción de las vulnerabilidades, el modelo simplemente no daba para más.
Lo anterior no es un ejercicio adivinatorio, sino de simple aplicación de los métodos estadísticos y de diseño de política pública más básicos, lo cual no quiso ser escuchado por el gobierno estatal, y antes bien fue desestimado con base en la arrogancia e indolencia que ha caracterizado a los gobiernos, desde Fox hasta el actual gobernador Rodríguez Vallejo.
Un panorama desalentador para Guanajuato
Como se puede observar, la pobreza en la entidad no muestra una tendencia que esté asociada con los procesos tan sobrevaluados de inversión y el desarrollo mal entendido por los gobiernos del PAN. Por el contrario, muestra una tendencia similar a la de un carrusel, cuya imagen en realidad está vinculado a lo que podría denominarse como el carrusel de la tragedia, pues implica la privación de los derechos sociales de la población.
Los datos del CONEVAL son más que elocuentes: en el año 2008 el porcentaje de personas en pobreza multidimensional en Guanajuato fue de 44.1%; para el año 2010 el porcentaje creció a 48.5%; en 2012 pasó a 46.6%; en el 2014 se ubicó en 46.6%; en el 2016 bajó a 42.4%, pero en el 2018 tuvo un nuevo incremento a 43.4% de la población estatal.
Otra década perdida
El gobierno de guanajuato definitivamente no sabe cómo hacerlo. Gobernadores van y vienen y las condiciones de malestar y pobreza permanecen intocadas. Los datos del Coneval son elocuentes: en los últimos diez años de medición continúa, nada bueno ha pasado en lo social en la entidad, sobre todo considerando que tanto Miguel Márquez como Diego Sinhué Rodríguez fueron secretarios del ramo. Sin duda, es un estado ejemplar al que debe ponerse atención, para no repetirlo en otros lados.
En números absolutos el panorama es más que desalentador, pues, mientras que en el año 2008 el número de personas en pobreza era de 2.4 millones de personas, en el 2018 creció a 2.48 millones.
Es decir, el saldo de las administraciones de Juan Manuel Oliva y Miguel Márquez Márquez es de 80 mil personas más en condiciones de pobreza en el periodo señalado. Lo anterior significa que cada año los gobiernos panistas suman en promedio 8 mil personas más en condiciones de pobreza.
Un contexto de violencia
Esto cobra una mayor dimensión si se considera que de los casi 6 millones de habitantes que hay en el estado, 4.78 millones son pobres o vulnerables y que únicamente 1.17 millones son considerados como no pobres o no vulnerables.
La noticia llega en el peor momento, pues debe ubicarse en el tremendo contexto de mortandad que existe en la entidad, y que la ha ubicado como la más violenta del país, estos datos de pobreza adquieren una mayor.
A ello debe agregarse el dato relativo al crecimiento del porcentaje de población que no tiene acceso a la seguridad social, el cual pasó de 54.5% de la población a 57.1% entre los años 2016 y 2018.
Crece el hambre
Otro indicador que presentó un retroceso en Guanajuato durante los últimos dos años es el relativo al porcentaje de población que es vulnerable por carencia de acceso a la alimentación. En efecto, en 2016 el porcentaje era de 19.8% y en 2018 creció a 20.7%, lo cual, en términos absolutos implica pasar de 1.16 millones en el 2016 a 1.23 millones en el año 2018.
A paso de cangrejo
Los últimos dos años del gobierno de Miguel Márquez son un rotundo fracaso en materia de desarrollo social. Lo peor es que el actual gobernador ha dicho que profundizaría las acciones que, a juzgar por los datos del Coneval, han dado pésimos resultados. Si eso es lo que se va a radicalizar, la población debe preocuparse porque se va avanzar literalmente “a paso de cangrejo”.
Igualmente, ni el porcentaje de personas con ingresos a la línea de la pobreza extrema y la línea de la pobreza moderada tuvieron cambios y, de hecho, el relativo a la pobreza extrema tuvo un ligero incremento: en 2016 se ubicó en el 15.6% de la población, mientras que en 2018 llegó 15.9 por ciento.
La indolencia no puede seguir siendo la ruta a seguir como estilo de gobierno en Guanajuato. Por ello urge que el gobernador Diego Sinhué Rodríguez Vallejo se entere de una vez por todas de que está cercado y de que requiere hacer cambios radicales en su gabinete, pero con miras a transformar el sistema de prioridades y metas de su administración. De otro modo, el tan cacaraqueado “golpe de timón” a lo único que va a conducir es al naufragio de la entidad.
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