Entre los múltiples déficits que pueden identificarse en la visión de política económica y en la estructura programática de la presente administración, la relativa al sector agrícola es quizá una de las más delicadas, a la vez que una de las de menor visibilidad en la discusión nacional.
Escrito por: Mario Luis Fuentes
En efecto, la propuesta de este gobierno se centró en la generación las obras de infraestructura, y en programas de transferencias de ingresos. Pero en el ámbito del sector rural, la idea original de alcanzar lo que en el lenguaje presidencial se entendía como “soberanía alimentaria”, así como el planteamiento de una poderosa estructura de abasto de alimentos a través de SEGALMEX, han caído por tierra, tanto por falta de políticas adecuadas, como por la corrupción detectada en ese organismo y que se estima en varios miles de millones de pesos de daño al erario público.
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De acuerdo con la información de la Secretaría de Agricultura, en la presente administración no se ha logrado incrementar la producción agrícola total del país. En efecto, para el año 2019, el reporte es de 20.66 millones de hectáreas sembradas y 19.3 millones cosechadas. Para el año 2020 la producción cayó a 18.12 millones de hectáreas sembradas, y 17.04 millones cosechadas. En 2021 el panorama fue muy similar: 18.15 millones de hectáreas cultivadas, y 17.22 millones cosechadas. Finalmente, para el año 2022 la superficie sembrada fue de 20.5 millones de hectáreas con 20.01 millones de hectáreas cultivadas. Datos apenas similares a los reportados en el 2019.
Para el año 2023 las cifras son inciertas, pues la sequía que se ha presentado en extensas regiones del país podría haber afectado, tanto la superficie plantada como la cosechada, lo cual ha llevado a que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América a reducir sus pronósticos respecto del volumen de producción de cultivos específicos, como el del maíz. Así, para el ciclo 2023/2024, aquella institución estima una reducción de dos por ciento respecto de la producción para el mercado registrada para el ciclo previo, en el cual se tuvo 27.4 millones de toneladas de maíz disponibles.
En el ámbito del comercio internacional, México ha reducido drásticamente sus importaciones de maíz blanco. El Departamento de Agricultura norteamericano estima una reducción de 74% en el ciclo 2021-2022, respecto del ciclo 2012-2013.
Respecto de otros granos, por ejemplo, el trigo, se estima un incremento de 5.5% de importaciones para el año 2023; y un incremento de 4% respecto de las importaciones de arroz; todo ello en un marco de incrementos de producción de estos granos en suelo nacional.
No debe olvidarse además que México ha enfrentado en los últimos años un panorama de muy alta inflación, la cual ha sido mucho mayor al promedio general, precisamente en el sector de los alimentos. Esto obliga a tener una atención mayor ante un posible escenario de recrudecimiento de la sequía, la cual se espera que empeore en los próximos meses en nuestro país.
El Monitor de la Sequía que opera la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), muestra un mapa más que preocupante, pues hay cinco amplias regiones del país donde se está presentando, con fecha de corte del 15 de septiembre de 2023, un proceso de sequía extrema, lo cual afecta a franjas de los estados de Guerrero, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Estado de México Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí, en el Centro-Occidente del país. En el norte y el noroeste, las afectaciones se encuentran en muy extensos territorios en Durango, Sinaloa, Sonora y Chihuahua; así como en la región fronteriza de Tamaulipas.
Como se observa, se trata de varios de los estados con mayor capacidad de producción agropecuaria, los que en estas condiciones podrían ver mermadas las cosechas y la producción de animales para la producción de cárnicos. Lo anterior es delicado pues en las regiones de estos estados, donde no hay sequía extrema, el monitor de la CONAGUA señala que hay sequía severa, la cual se extiende a otras entidades como Morelos, Oaxaca, el norte de Puebla y una parte de la región fronteriza de Chiapas.
De esta forma, al mes de septiembre de 2023, CONAGUA estima que sólo están sin sequía la totalidad de los estados de Baja California y Baja California Sur; una pequeña franja del norte de Sonora, breves franjas de las costas de Jalisco, Michoacán y Guerrero; así como algunas zonas de montaña y selva en los estados de Oaxaca, Puebla-Tlaxcala, Campeche, Yucatán Chiapas y Quintana Roo; y una pequeña porción del norte del estado de Coahuila.
En resumen, el 47% del territorio nacional presenta niveles de sequía extrema o severa. Lo cual, traducido en número de municipios con sequía, se tiene un total de 1,688, es decir, el 68% de la totalidad de los municipios del país.
Si estas condiciones se prolongan y se agudizan, como lo indican los pronósticos disponibles hasta ahora, podría llegarse a niveles similares a los del año 2012, en el cual se registró la sequía más severa de los últimos 20 años. También uno de los años con mayor inflación en el sector de los alimentos.
La cuestión agraria en nuestro país sigue implicando complejas problemáticas que no han podido resolverse de manera estructural. Lo cual hoy involucra la vinculación del mercado nacional con el sistema de precios y comercio global, y el cual tiene dimensiones de relevancia geopolítica planetarias, como se ha mostrado a raíz de la agresión rusa a Ucrania.
Las candidatas a la presidencia de la República deberán generar propuestas del calibre que se requiere para generar un cambio estructural en esta materia en México. Porque lo que está en juego es nada menos que, por un lado, el manejo y gestión del que cada vez se convierte en uno de los recursos más valiosos: el agua; y por el otro, el conjunto de alimentos que se requieren para satisfacer las necesidades de una población que no deja de crecer y cuya demanda presiona constantemente al sector de los alimentos, con todo lo que ello implica en términos ambientales.
En el sector rural de México habitan más de 25 millones de personas; y de sus actividades depende en buena medida la capacidad del país para diseñar y poner en marcha un nuevo curso de desarrollo. Por eso, no dirigir la mirada y la atención que el campo mexicano requiere, constituye un error de la mayor magnitud.
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Investigador del PUED-UNAM
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