Ser nutriólogo es algo más que una actividad automatizada de diseñar y/o prescribir dietas o planes de alimentación, ya que la educación nutricional es algo más que compartir información a la población.
Escribe Rebeca Monroy Torres
Desde 1975, el 27 de enero se celebra en día del y la nutrióloga en México. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Miembros y Facultades de Escuelas de Nutrición (AMMFEN) un o una “Licenciada en Nutrición es una profesional capaz de brindar atención nutriológica a individuos sanos, en riesgo o enfermos, así como a grupos de los diferentes sectores de la sociedad; administrar servicios y programas de alimentación y nutrición; de proponer, innovar y mejorar la calidad nutrimental y sanitaria de productos alimenticios”. Esta definición ha evolucionado desde sus orígenes hasta ser pertinente a las necesidades actuales, además de ser el resultado de un arduo trabajo de profesionales comprometidos con el mismo gremio y con la nutrición de nuestro país.
El auge y continuo crecimiento en el número de nutriólogos y nutriólogas, justificado en sus inicios por los grandes problemas de desnutrición que se vivían en México, a los que se fueron sumando nuevos problemas de salud pública: al pasar de una carencia alimentaria a un exceso de alimentos de deficiente y dudosa calidad nutrimental que han llevado a la sindemia que estamos viviendo en este siglo XXI, con las consecuentes altas cifras de sobrepeso y obesidad.
Los impactos de la COVID-19 las cifras de pobreza alimentaria y por ende de la desnutrición, la talla baja y la anemia se incrementaron (Consejo Nacional para la Evaluación de la Política pública, 2020-2021) sólo para el 2016 más de 28 millones de personas presentan carencia alimentaria y la desnutrición severa pasó de 4.54 a 4.93 del 2016 al 2019 respectivamente. Otro problemas son las preocupantes cifras de inseguridad alimentaria (Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2018).
Si bien no se cuenta con datos o repositorios actuales, en el 2012, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), había en México 2.4 nutriólogos por cada 1000 habitantes, cifra que se ha incrementado. Pero la presencia de nuestro gremio no ha sido suficiente para lograr contener las cifras alarmantes de sobrepeso y obesidad, mucho menos de las cifras de inseguridad alimentaria y con ello los problemas que dieron origen a la profesión de la nutrición, disminuir las cifras de desnutrición, talla baja, anemia; problemas que se incrementaron este 2020 y 2021 por la contingencia por la COVID-19 y su coexistencia con la obesidad.
Los profesionales de la nutrición no sólo hemos sido testigos del aumento en el sobrepeso y la obesidad, así como de sus consecuencias a diferentes órganos y sistemas en la población mexicana, principalmente en la infancia, siendo México el primer lugar en sobrepeso y obesidad. Lo anterior refleja el fracaso con las diferentes acciones emprendidas hasta el momento para lograr erradicar los problemas generados por la carencia alimentaria y ahora con los problemas de exceso.
Los nutriólogos ocupamos pocos o nulos espacios que conlleven un seria y voluntaria integración en el debate y revisión de las soluciones en los grandes y principales problemas del país, en materia de nutrición y alimentación, somos una profesión que, a pesar de su potencial, la profesionalización sigue siendo poco especializada y en su mayoría automatizada.
El estilo de vida en este siglo XXI, se ha mimetizado con un discurso que promueve el sobreconsumo de alimentos aunado a una industria de la estética y la banalidad recreada a través de acceder a la tecnología más innovadora, como las cirugías plásticas, liposucción, fármacos para la reducción de peso, suplementos vitamínicos, etc. Es decir, ante un escenario que promueve el sobreconsumo a la par que presenta innovadoras soluciones puestas al alcance.
Esto es lo que lleva a reemplazar la educación nutricional y alimentaria que incida a un estilo de vida saludable, por un intercambio de placeres y deseos interminables en la industria de la banalidad. Por lo que un reto de los nutriólogos, es reforzar las estrategias para seguir incentivando el máximo beneficio que conlleva una educación nutricional, alimentaria, salud, etc., que dote de esas herramientas y estrategias para lograr un estilo de vida saludable, a pesar de la adversidad, es decir a pesar de los entornos construidos para el hiperconsumo de alimentos, la nula movilidad física, el estrés psicológico con las repercusiones en la salud mental de las personas.
¿Qué significado ser nutrióloga o nutriólogo?
Reflexiono que “ser nutrióloga(o) significa estar en disrupción constante para hacer frente de forma eficaz y eficiente a los grandes problemas de salud, nutrición y alimentación”. Contribuir a la homeostasis, que de acuerdo con el Neurocientífico Antonio Damasio, y lo pongo en equivalencia al papel del nutriólogo, en contrarrestar la tendencia de la materia hacia el desorden con el fin de mantener el orden, pero a un nivel que le permita un mayor grado de estabilidad celular, metabólica, fisiológica y se refleje en salud y bienestar en las personas.
Declaro que no soy una muestra representativa, pero cuento con un importante laboratorio vivencial, mi familia, en especial con mis hijos, con quienes he podido reflexionar continuamente hacia mi realidad y la que pueden estar enfrentando día a día muchas familiares, hogares, padres y mis propios colegas, con diferentes contextos, circunstancias y herramientas culturales.
El acto de comer es un acto social, que forma parte de nuestra cultura alimentaria y esta cultura cambia de acuerdo con entorno en que nos desarrollemos: la familia, la escuela, el entorno laboral y recreativo. La educación nutricional y preventiva tiene grandes efectos y éxito cuando se impulsa en los primeros cinco años de vida de un ser humano (la infancia) y en un entorno de congruencia en acciones y recomendaciones, es decir vivir la nutrición.
Concluyo, en este momento que el “Ser nutrióloga ha significado saber que tengo el máximo privilegio de contar conocimientos y decidir aplicarlos, para cuidarme a mí y contribuir con la salud de las demás personas”. Conocer no es suficiente, querer no es suficiente, pero perseverar por un bien común, por un máximo beneficio, velando por el cuidado de nuestra infancia, estaremos avanzando hacia formas diferentes de erradicar nuestros males.
Una felicitación a todos y todas las nutriólogas en México, 27 de enero de 2022.
Fuentes:
Damasio A. Una Región improbable en: El extraño orden de las cosas. Editorial Ariel, 2019. Pag. 59.
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